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Buenos Aires (Argentina), 2 de junio de 2014. «Los años no vienen solos. Oportunidades y desafíos económicos de la transición demográfica en Argentina», es el título de un reciente informe del Banco Mundial en donde se advierte que la sociedad argentina envejece: menor tasa de fecundidad y mayor expectativa de vida son las variables que conducirán inexorablemente al país en los próximos años a un aumento de la población adulta mayor y a la disminución de la población joven, responsable de la productividad económica para sostenerla.

El dato del estudio: La población adulta mayor en el país pasaría a representar del 10,4% de la población total en 2010, al 19,3% en 2050 y el 24,7% en 2100, en una clara convergencia con los países de Europa, donde hoy la participación de los adultos mayores alcanza el 24%. En tanto, el gasto del sistema de pensiones pasará de representar el 9% del PBI al 11% en 2030 y 15,5% en 2050, lo cual implica un claro desafío para las generaciones futuras de argentinos.

Tasa negativa

El horizonte no es tan lejano, ya que afecta a quienes hoy se incorporan a las fuerzas laborales. Según el Banco Mundial «finalizada la década de 2030, la tasa de crecimiento poblacional para el grupo de entre 15 y 64 años se volverá negativa. Y una reducción en la cantidad de personas en actividad implica que la fuente del crecimiento económico debería sostenerse con incrementos en la productividad».

Según el estudio la sociedad y sus instituciones transitan un punto de inflexión para establecer políticas a largo plazo. El desafío para la sociedad argentina consiste en hacerse rica antes de hacerse vieja, acumulando capital humano y físico que permita mantenerse en una senda de crecimiento sostenido. Sin embargo, existen importantes desafíos para lograr este objetivo, explica Michele Gragnolati, líder en Desarrollo Humano para la Argentina del Banco Mundial.

Los países desarrollados, especialmente los de Europa, por lo general primero se enriquecieron y luego envejecieron. El informe destaca que el actual es un momento de oportunidad. «Actualmente la Argentina acaba de comenzar un período de 30 años con la más favorable estructura etaria de su población, lo cual podría favorecer un mayor crecimiento económico. Asímismo, esta oportunidad demográfica podría ofrecer el contexto ideal para poner las bases de políticas sustentables en el largo plazo y generar oportunidades económicas y sociales».

Claro que la sugerencia del organismo internacional es razonable, aunque dificultosa para la dirigencia política argentina que, justamente, carece de visión a largo plazo y descarta aquellas medidas que no rindan en lo inmediato, electoralmente.

Cultura del ahorro

Para los expertos del Banco Mundial la palabra mágica es el ahorro (y no el consumo). Gragnolati señala que «el desempeño del sistema educativo, el sistema previsional, el mercado de trabajo, las finanzas públicas y las decisiones de priorización del gasto, así como el funcionamiento del sistema financiero para incentivar el ahorro y actuar como enlace entre éste y la inversión, son temas que deben ser analizados y debatidos con una perspectiva de largo plazo pensando en las generaciones futuras».

Precisamente en el reciente estudio se afirma que en la actualidad Argentina cuenta con una baja tasa de ahorro y un déficit del ciclo de vida excesivo con respecto a los ingresos laborales,  y por otra parte, «la elevada presión fiscal sobre los ahorradores primarios reduce la renta disponible y podría llegar a limitar su propensión al ahorro».

Vale aclarar que el informe no abunda en la descripción del contexto financiero en la Argentina ni en la falta de confianza en las instituciones bancarias a partir del estallido de 2001. Además, el kirchnerismo ha incentivado desde el discurso oficial y las medidas económicas el consumo como sostén del modelo, dejando de lado el incentivo al ahorro.

«Hay que tratar de encontrar un espacio para pensar en el largo plazo y no vivir de coyuntura en coyuntura», asegura Rafael Rofman, especialista líder en Protección Social y uno de los autores del análisis que publicó el Banco Mundial. Y agrega que  «hay que hacer un esfuerzo por mejorar la productividad en los años que vienen, hay que gastar más y mejor en educación, mejorar la infraestructura y hay que tener un sistema financiero para que la sociedad considere que el ahorro es inversión, sin que se lo coma la inflación o las tasas de interés negativas o las comisiones de los bancos».

Una tarea que luce complicada si se repasan los ciclos económicos de las últimas décadas en la Argentina, con períodos de alta inflación y la instalación del dólar estadounidense casi como única herramienta de ahorro en la población, especialmente entre los sectores medios y altos.

La otra variable que completa la curva de envejecimiento de la sociedad argentina es la baja de la tasa de fecundidad y la expectativa de vida. «Las poblaciones envejecen porque las familias tienen menos hijos, porque la fecundidad está más controlada, y porque se vive más. Es un indicador de progreso», asegura Rofman, quien añade que «hay una curiosidad que diferencia a la Argentina de otros países y es que la fecundidad de las clases medias urbanas de la Pampa húmeda, poblada por inmigrantes europeos, siguió las variables de los países de Europa, que se estabilizó en el número mágico de dos hijos por familia, mientras que, por su parte, los sectores más rurales mantuvieron otros patrones».

Sistema en crisis

Lo cierto es que, de no generar un cambio concreto a largo plazo, instrumentado desde la dirigencia política, la perspectiva tanto demográfica como económica, a partir de 2030, luce poco alentadora para el país.«La transición demográfica hacia una población más envejecida daría lugar, en las próximas décadas, a presiones fiscales adicionales sobre el sistema de salud y pensiones», afirma el estudio del organismo internacional. Y explica lo que sucederá si no se instrumentan cambios ya, con números concretos: «En 2010 el gasto público total en educación, pensiones y salud ascendió a aproximadamente al 20% del Producto Bruto Interno (PBI). El escenario de statu quo, en el que las prestaciones en curso (para educación y pensiones) y los gastos por edad (en el sector salud), mantienen los valores de 2010, se traduciría en un aumento del gasto social total de casi 27% del PIB en 2050 y del 34% hacia 2100».

Así las cosas, los expertos consultados concluyen que «cuanto más tiempo se pospone una reforma, mayor es la necesidad de la misma y más drástica sería su implementación». De no mediar un replanteo desde la dirigencia política, «nos vamos a encontrar en veinte años discutiendo la crisis del sistema previsional», advierte Rofman, a lo que añade que «si no se toca nada y simplemente se sientan a ver cómo envejece la gente, como cada vez vas a tener más viejos, obviamente nos va a salir cada vez más caro como país».

Fuente: Cronista

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