Bogotá (Colombia), 2 de noviembre de 2014. Hasta el mes de septiembre de 2014 se reportaron en Colombia 6,8 millones de víctimas del conflicto armado, según cifras de la Red Nacional de Información (RNI). De éstas, 649.103 son mayores de 60 años, es decir, el 9% de la población afectada por hechos de violencia relacionados con dicha situación.
En este sentido, el Registro Único de Víctimas, presentado a principios de septiembre, argumenta que de la cantidad de personas que están por encima de los 60 años y que son víctimas del conflicto armado un 50,16 % son mujeres y un 49,84 son % hombres.
Entre los actos de violencia, el desplazamiento forzado, que afecta a 468.830 personas, es uno de los hechos que tiene más adultos mayores afectados, representando el 10 % de todos los desplazados forzados.
A este hecho victimizante le siguen el homicidio, con un total de 114.672 personas mayores, y la desaparición forzada, en la que el informe de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (Uariv) registra una suma de 36.154 afectados.
Sin embargo, las personas mayores son quienes más se resisten al desplazamiento, pues presentan un importante arraigo a sus lugares y a sus proyectos de vida, y sólo se movilizan cuando la situación llega a ser insostenible, de acuerdo la organización HelpAge International.
En este sentido, asegura que es indispensable que las entidades gubernamentales y municipales entiendan que las necesidades de vivienda, acceso a la salud, apoyo psicosocial, estrategias de perdón y la posibilidad de generar ingresos, son fundamentales para que las personas mayores puedan continuar el curso de sus vidas.
“Una de nuestras necesidades es tener una tierra, así no sea la misma tierra que teníamos antes, así sea algo chiquito pero que podamos trabajar, así sea por unos años, que podamos morir ahí. Lo que más necesitamos es la tierra, la vivienda y un proyecto productivo”, manifestó Rodrigo Pérez, desplazado del Chocó.
Los mayores en la construcción de la paz
Las personas mayores son agentes de cambio en la medida en que conocen el conflicto y saben cuáles son las poblaciones que se han visto más afectadas, según María del Pilar Zuluaga Guerrero, coordinadora del Enfoque Diferencial de Envejecimiento y Vejez de la Uariv.
Por todo lo que les ha implicado vivir en el conflicto armado, Zuluaga Guerrero argumenta que “son la autoridad para propiciar escenarios como agentes de cambio frente a la construcción de paz”.
“Nosotros que hemos pasado por tantos problemas con la violencia que ha azotado nuestra tierra, aún estamos construyendo país como líderes en los territorios. No somos viejitos achacosos y no estamos en el límite de la vida», dijo Edgar Montes, guajiro desplazado de 63 años.
Esto quiere decir que gracias al arraigo a sus poblaciones, a su memoria, y a su sentido de pertenencia, el papel de los adultos mayores es clave en los procesos de retorno, de reconciliación, en la reactivación de actividades productivas, así como en la recuperación de la cultura y las tradiciones de las poblaciones afectadas.
Soraya Montoya, directora Ejecutiva de la Fundación Saldarriaga Concha, afirma que “las personas mayores han demostrado tener la capacidad de ser líderes en las comunidades afectadas por el conflicto”.
Además, señala que han sido pioneros en el retorno a las poblaciones de donde han sido desplazados y presentan mayor arraigo cultural y regional de esos espacios en los que ellos habitan.
Del mismo modo, sostiene que la reactivación de las actividades productivas en las personas mayores que viven y trabajan en el campo, permite generen ingresos para llevar una vida digna, participen en diferentes espacios de la comunidad y cuenten con una ocupación productiva del tiempo.
Las tradiciones se logran recuperar porque en las personas mayores está no sólo la memoria histórica de los hechos violentos, sino la historia anterior a estos acontecimientos, puntualiza.
Agrega que ellos aportan en la reconstrucción de la memoria del lugar y en el llamado constante a que no sean recordados sólo como víctimas sino que vean el trabajo realizado por la restauración.
“De ahí que sea frecuente ver que son las personas mayores quienes deciden iniciar organizaciones que tienen como fin la protección y restitución de los derechos de las comunidades que se han visto afectadas por el conflicto armado”, concluye.
Relación intergeneracional en los procesos de perdón
Lina María González, médica psiquiatra, fundamenta que luego de eventos trágicos y dolorosos “las personas mayores entienden más fácil que tienen que pasar la página, que si se mantienen en el mismo evento de revictimización su posibilidad de crear y hacer cosas nuevas no se va a dar”.
Otro de sus roles importantes es frente al perdón, ya que Zuluaga Guerrero de la Uariv indica que se ha demostrado “que las personas mayores tienen facilidad superior para seguir adelante con sus vidas, de perdonar, y esto lo inculcan dentro de sus comunidades».
“La persona mayor generalmente tiene más trascendencia a nivel espiritual que otros grupos de poblaciones. Luego, en temas como el perdón es más fácil para ellos orientar a otros. De hecho, ellos han sugerido que el perdón lo vale todo frente a la paz”, concluye.
Fuente: La Patria