Espacios intergeneracionales de inclusión para adultos mayores y jóvenes

Ciudad de México, 7 de julio de 2015. Cuando se es muy joven la falta de experiencia es el rival a vencer dentro del mercado laboral, competencia que te deja fuera de la jugada cuando ya se es muy mayor.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía-INEGI para el 2029 México contará con más de 20 millones de mexicanos con 60 años o más y por otra parte, la OCDE apunta que actualmente en el país hay poco más de 7 millones de jóvenes entre 16 y 29 años que no tienen una ocupación académica o laboral.

Sensibles ante ésta y otras problemáticas sociales, la Fundación Adar ha implementado diferentes programas para apoyar a estos grupos de la población.

Así, durante poco más de 11 años, a los jóvenes los ha capacitado para que sepan cómo tienen que prepararse para el momento de ir a buscar un empleo. Es decir, les dan las herramientas para elaborar un currículo, los hacen conscientes de la seriedad de los procesos y con todo esto tienen una oportunidad más al enfrentar la competencia.

Rodrigo Rueda, presidente de la institución, comentó que desde 2004 a la fecha han orientado a poco más de 150 mil jóvenes a través de actividades, como campamentos de verano y la experiencia del primer empleo.

A través de las diferentes actividades que tiene la organización vinculan a los jóvenes con adultos mayores, quienes dependiendo de su perfil profesional, se convierten en docentes de vida, pues además de compartir su experiencia y conocimientos en cuanto a lo laboral, también se establecen lazos afectivos al intercambiar vivencias.

Para los adultos mayores creamos el programa Ayudar es natural, que consiste en que ellos aprenden a usar maquinaria muy fácil de operar, con la que fabrican pulseras que posteriormente saldrán a vender”, dijo Rodrigo. Estos artículos están hechos con pedacitos de diferentes tamaños de las ramas de los árboles y en su superficie están tallados los cuatro símbolos de los elementos de la naturaleza.

Para Rodrigo, lo importante no es la venta de la pulsera sino la actividad que esto implica, pues el adulto mayor le cuenta a las personas todo el proceso que se tiene que llevar para su fabricación, interacción con la que se vuelve a sentir útil e incluido dentro de la sociedad.

Fuente: El Financiero

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