Buenos Aires (Argentina), 12 de noviembre de 2015. Mientras que para algunos la tercera edad puede significar el momento ideal para dedicarse a uno mismo, para abocarse a las tareas que habían sido postergadas en otra etapa de la vida y aprovechar el tiempo libre para descansar. Para otros no resulta tan sencillo encontrarle el lado positivo. Y viven con pesar el proceso de envejecimiento. Los trastornos médicos crónicos, la pérdida de amigos y la incapacidad para realizar actividades que antes se disfrutaban pueden generar tristeza, baja autoestima y ansiedad, entre otros trastornos que perjudican la vida emocional.
Según la Asociación Americana de Psicología las personas de edad avanzada pueden sentir que pierden el control de sus vidas debido a problemas con la vista, la pérdida de audición y a presiones externas, como los bajos ingresos. Estos asuntos traerían aparejado emociones negativas, como puede ser la sensación de soledad, que a su vez podría conducir al aislamiento y la apatía social.
“La depresión es una enfermedad que afecta significativamente la salud física y mental de las personas y tiene repercusiones en la vida familiar, social y laboral. Como tal requiere un diagnóstico oportuno y un tratamiento que debe ser provisto por profesionales de la salud”, señala la gerontóloga Silvia Gascón y plantea que muchas veces se confunde la depresión con la tristeza, el decaimiento temporal y la falta de motivaciones para salir. “Por eso es importante que las personas pueda reconocer algunos síntomas y acudan a un profesional especializado”, señala.
Entre los síntomas que, de persistir en el tiempo, deberían entenderse como señales de una posible depresión figura el desinterés en hacer las cosas habituales, las dificultades para dormir o, por el contrario, dormir demasiado, la baja autoestima, desajustes en la alimentación (comer poco o comer demasiado) y los pensamientos negativos, entre otros.
Virginia Viguera, psiquiatra jubilada, dedicada a la educación de adultos mayores, coincide con Gascón en que se tiende a confundir la depresión con otras cuestiones que obedecen a situaciones que se atraviesan en la tercera edad.
“Muchas veces se la confunde con la situación de duelo que es frecuente como proceso y que es la reacción natural y normal a las distintas pérdidas: muerte de seres queridos, mudanzas, alejamiento de los hijos, soledad, separaciones, falta de cuidado y de afecto por parte de los familiares directos, la perdida de grupos de referencia y la jubilación, entre otros cambios».
La especialista explica que todo duelo lleva implícito un estado de tristeza que a veces se prolonga en el tiempo. “Muchas veces está precedido de estados de enojo y desconcierto, de aislamiento y desapego”, dice.
En los adultos mayores este estado de “duelo” suele agravarse con la aparición de tres miedos: a la vejez, a la soledad y a la muerte. Viguera explica que el miedo a la vejez está relacionado con las limitaciones que puede acarrear, como incapacidades, deterioros o declives intelectuales o de procesos cognitivos.
“El miedo a la soledad y a la muerte trae aparejado un estado de depresión, sin configurar una enfermedad depresiva. Tiene el tinte de desasosiego, de tristeza, de baja autoestima, de desmotivación, de desconcierto, de incertidumbre”, señala Viguera y agrega: “La idea de la muerte propia asusta por varios motivos: por la idea de un posible sufrimiento en el proceso de morir y, por otro, lado el pensar en el después de la muerte. Los muy creyentes no le temen porque piensan que se reunirán con Dios o con familiares y los agnósticos tampoco por lo piensan como la nada, el polvo del que venimos. Los no tan creyentes y los no tan agnósticos son lo más miedosos”.
Para muchos adultos mayores, el cambio en la rutina que sobreviene a la jubilación suele resultar un momento difícil de sobrellevar hasta que logran reacomodarse. “La jubilación es un momento de cambio. Es una transformación que la realidad impone. A partir de esta nueva realidad se abre un tiempo diferente, un momento de incertidumbre acerca del presente y del futuro y los intereses empiezan a desdibujarse”, explica la psicóloga Marina Canal, especialista en adultos mayores.
La especialista plantea que en esta etapa se suele manifestar un cambio en la identidad. “Las personas se desconocen. Aún cuando la jubilación haya sido esperada y deseada siempre tiene algo de sorpresa. Encontrarse con mucho tiempo libre, sin exigencias, sin responsabilidades a cumplir, entre otras modificaciones, repercute en el cambio de imagen que uno proyecta para si mismo y para los demás. Las personas se interrogan acerca del sentido de la vida”, comenta.
Los especialistas coinciden en que la jubilación, como tantos otros cambios importantes en cuanto a la identidad, exige un proceso de elaboración psíquica para reencontrarse con nuevos proyectos y nuevas ilusiones vitales.
Técnicas de autocuidado
La Universidad de Standfor editó una guía que contiene algunas técnicas de manejo personal para controlar los síntomas de la depresión y ejercitar el autocuidado.
Entre las técnicas figura el pensamiento positivo (los hechos reales no se pueden cambiar, pero si la manera de verlos y de reaccionar frente a ellos), participar de actividades placenteras, salir a caminar, encontrarse con amigos, disfrutar de una rica comida, cuidar plantas, ayudar a alguien, ir al cine o hablar por teléfono.
En cuanto a las relaciones interpersonales. Los especialistas aconsejan elegir vínculos que incidan positivamente en el estado anímico y evitar aquellos con quienes es frecuente que aparezcan conflictos.
Gascón plantea que las redes de apoyo social en este momento de la vida son muy importantes. “Hay que identificar si el adulto mayor tiene personas para conversar, pasear, pedir consejos o información”, dice la especialista, y agrega: “Finalmente hay que establecer metas posibles de alcanzar. Cuando una persona está deprimida no puede plantearse grandes cambios. Debe comenzar de a poco, con un plan de pequeñas modificaciones semana a semana”.
Fuente: Diario Democracia