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Madrid (España), 9 de marzo de 2016. Por Gurutz Linazasoro y Patricia Ramírez Loeffler.(*) Olvidar ciertas cosas entra dentro de la normalidad. Forma parte de una especie de mecanismo de limpieza que realiza nuestra mente: olvidar información para introducir otra nueva. El principal motivo de los problemas de memoria en personas jóvenes responde a la ansiedad, a la sobrecarga de tareas o a no prestar atención. La mayoría de las veces son, por lo tanto, problemas benignos y sin importancia.

Algo muy diferente son las demencias y, entre ellas, el Alzhéimer, que son trastornos asociados a la edad. Eso no significa, no obstante, que estén causadas por los años; por eso hay personas centenarias con una memoria perfecta. La neurogénesis, que es la capacidad para crear nuevas neuronas, no se degenera con la edad. Cada día generamos unas 1.500 nuevas que van destinadas mayoritariamente a estructuras que tienen que ver con el aprendizaje y la memoria. La curiosidad intelectual y la plasticidad del cerebro, que es la capacidad de adaptarse a los cambios tampoco tienen por qué perderse.

Sí va disminuyendo, sin embargo, la velocidad de pensamiento, que se ve compensada con la seguridad de las decisiones, que aumenta a medida que cumplimos años. Podríamos decir, por tanto, que el proceso cerebral de una persona mayor es más lento pero más seguro, mientras el de los jóvenes es más rápido pero también falla más. Existen algunos ejercicios sencillos que ayudan a proteger las neuronas. Por ejemplo, imaginar. Cuando imaginamos se activan las mismas áreas del cerebro que se ponen en marcha cuando hacemos aquello en lo que estamos pensando. Por ejemplo, si imaginas cómo realizar el trayecto de un lugar a otro, estás activando los mecanismos de orientación y la memoria, igual que si recorrieras el camino.

Otra manera de estimular la neurogénesis es el reto cognitivo de estar continuamente aprendiendo. Una idea podría ser proponerse aprender diez palabras de un nuevo idioma al día.

En cuanto al alzhéimer, la noticia esperanzadora es que científicos españoles han logrado que ratones con este mal consigan retener los recuerdos. Lo han hecho actuando sobre una proteína que se deposita en las sinapsis neuronales, interfiriendo en el funcionamiento normal de las conexiones entre ellas y produciendo la degeneración y la muerte neuronal. Aunque queda mucho por investigar, se sabe que la enfermedad da la cara en el cerebro muchos años antes de que aparezcan los síntomas. Cuando seamos capaces de identificar y detectar su presencia en esa fase precoz, habremos avanzado mucho.

‘Neuróbic’ para un cerebro en plena forma

El neurobiólogo Lawrence Katz acuñó este término para hacer referencia al ejercicio cerebral que supone introducir pequeños cambios en nuestras labores cotidianas. Se trata simplemente de esforzarnos, con paciencia y perseverancia, a hacer las cosas de manera diferente a como las hacemos habitualmente. De este modo, obligamos al cerebro a salir de su zona de confort y se incrementa la neurogénesis y la formación de nuevas conexiones y ramificaciones neuronales. Estos son algunos ejemplos de ejercicios de ‘neuróbic propuestos por Katz:

– Utilizar la mano no dominante para peinarte, lavarte los dientes…; cambiar los cubiertos de lugar y tratar de utilizar cuchillo y tenedor con las manos contrarias a las que usas normalmente.

– Vestirnos con los ojos cerrados o cocinar con guantes son otras tareas que estimulan el cerebro haciendo cosas que generalmente no hace y explorando nuevos caminos.

(*) Gurutz Linazasoro es neurólogo y director del Centro de Investigación Policlínica Guipúzcoa y de la Fundación CITA Alzheimer. Patricia Ramírez Loeffler es psicóloga clínica.

Fuente: Finanzas.com

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