Una sociedad para todas las edades

Buenos Aires (Argentina), 5 de septiembre de 2013. Autora: Cecilia Herón, Directora de Tercera Edad y Discapacidad del Gobierno Local de Junín.

Antes de adentrarnos propiamente al tema del maltrato en la vejez, importa introducir que el proceso de envejecimiento desde el punto de vista estrictamente demográfico es consecuencia del cambio en las tendencias de la fecundidad, de la mortalidad y eventualmente de las migraciones, a lo que hoy se suma el incremento de la esperanza de vida en relación con los adelantos científicos y técnicos, todo lo cual ha devenido en un aumento vertiginoso de las personas mayores en números y en porcentaje en nuestro país y en todo el mundo.

A partir de la I Asamblea Mundial de Envejecimiento llevada a cabo en 1982 por las Naciones Unidas, se entiende por “envejecimiento de la población” el proceso por el cual cambia la estructura por edades de una población, caracterizado por el aumento en la proporción de las personas a partir de los 60 años. El envejecimiento de la población mundial manifiesta una marcada tendencia progresiva, según indican los últimos estudios efectuados sobre el tema.

La Asamblea Mundial de Envejecimiento acordó un Plan de Acción Internacional, en el que consignó que “… la calidad de vida no es menos importante que la longevidad y que, por consiguiente, las personas de edad deben, en la medida de lo posible, disfrutar en el seno de sus propias familias y comunidades de una vida plena, saludable, segura y satisfactoria y ser estimados como parte integrante de la sociedad…”

Debemos tomar conciencia de esta verdadera revolución demográfica y generar actitudes políticas y prácticas en todos los sectores involucrados que permitan a la gente envejecer con dignidad y seguridad y desterrar los prejuicios prevalentes que consisten en pensar que ser viejo es ser enfermo, o que el viejo está out, puesto que estas ideas son un boomerang contra uno mismo, como individuo y como sociedad. Como individuo porque todos llegaremos a ancianos inexorablemente y al llegar a esa etapa de la vida, todos esos prejuicios que uno sostuvo en la juventud se volverán contra uno mismo, la auto percepción será muy deficitaria en consecuencia. Y como sociedad, hará que no incluyamos una significativa porción de la población.

Ver estos procesos de cambio también implica asumir cuestiones como que los derechos de las personas de edad se vulneran a diario en muchas partes del mundo, circunstancia resaltada por Naciones Unidas, organismo que puntualizó que esto se refleja en que muchas personas adultas mayores son discriminadas por razones de edad, que en su entorno social puede que no se las reconozca ni se les muestre respeto, que se impida su inclusión y participación. Aún mas preocupante para los expertos es el hecho de que en muchos países los casos de abandono y los actos de abusos y violencia contra las personas de edad no son hechos aislados.

Debemos comprometernos a realzar el reconocimiento de la dignidad de las personas mayores y a eliminar todas las formas de abandono, abuso y violencia.

Para finalizar, debemos todos propender en forma gradual a inducir una cultura positiva del envejecimiento, en definitiva a construir una Sociedad para Todas las Edades…

Fuente: La Verdad

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