Ciudad de México, 30 de diciembre de 2015. Lupe tiene 65 años. Tuvo cuatro hijos, dos mujeres y dos hombres. Sólo sus varones viven con ella. El más pequeño se llama Luis y tiene 34 años. Hace algunos meses, ella se enteró de que iba a volverse abuela. Ahora mantiene a su nuera, nieta y su hijo, “en lo que él encuentra trabajo”.
En México existen 7.4 millones de hogares con adultos mayores, personas de más de 60 años. Más de 90% contribuyen con alguna actividad al bienestar de los hogares, reveló una encuesta del Instituto Nacional de las Mujeres. Desde cuidar a los nietos o ayudar en las labores de la casa, hasta ser el principal sostén económico de la familia.
“Tenía una tienda, me absorbía mucho tiempo, mis pequeños estaban fastidiados, decían que no se podía hacer la tarea porque siempre llegaba gente. Cuando mi esposo murió en 2001, tuve que cerrarla para ir a tramitar la pensión y lo del seguro social. Fue un proceso muy largo. Lo hice porque los abogados me querían cobrar demasiado. Con el dinero que me dieron construí cuartos y empecé a vivir de la pensión y de las rentas”, comenta.
A partir de los 60 años, es notoria la disminución de la participación de los adultos mayores en el mercado laboral —aun así, 54.3% trabaja— y aumenta la cifra de pensionados a 23%. Del total de la población ocupada en ese sector, 30.74% tiene más de 70 años.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del tercer trimestre de 2015, 4,5 millones de adultos mayores forman parte de los ocupados; 26% gana menos de un salario mínimo, 13% no recibe ingresos y sólo 4% gana más de cinco sueldos. Incluso en estas condiciones, muchos están dispuestos a sostener a sus familias, especialmente a sus hijos, sin importar que estén en edad de laborar.
“Yo antes veía a las señoras que cargaban a sus nietas, y pensaba: ‘¿Qué no se cansan?, si ya tuvieron a sus propios hijos’. Cuando tuve mi primera nieta lo entendí, me tocó cuidarla los primeros tres años porque mi hija trabajaba y mi yerno estaba sin empleo. Vivieron aquí un tiempo y después se mudaron”, señala Lupe. “Con la noticia de mi nueva nieta me sentí muy feliz, aunque Luis se sentía mal porque no sabía cómo decirme”, declara.
Cuando los hijos se quedan
La secuela de la película protagonizada por Sara García, Cuando los hijos se van, podría ser Cuando los hijos se quedan. Según la Encuesta Nacional del Instituto Mexicano de la Juventud, 50.7% de los adolescentes no tiene el objetivo de abandonar la casa de sus padres, porque no quieren otras responsabilidades; 36.7% de quienes deciden hacer una vida aparte regresan a vivir al hogar donde crecieron.
Luis, el hijo menor de la mujer, estudiaba arquitectura en la UAM Xochimilco; aunque se dio de baja temporal para buscar trabajo al nacer su hija. Antes estudiaba administración en el Tec de Monterrey, pero perdió la beca y su madre no solventó los gastos.
De acuerdo con el Censo de Población de 2010, es mayor la cantidad de jóvenes entre los 20 y 29 años quienes viven con sus padres (39.8%), que quienes iniciaron una vida independiente con su pareja (30%).
El timbre de la casa de la señora Lupe suena. “Debe ser mi hijo”, comenta sonriendo. “Fue a recoger a su novia a casa de su suegra. Como se acaba de aliviar, su mamá le está ayudando”. Se levanta y camina al zaguán, cuando regresa a la sala su mirada está triste, “era una inquilina que olvidó la llave”.
Fenómeno no exclusivo de México
¿Por qué esto no sucedía antes? En 1900, uno de cada cuatro niños veía morir a su progenitor antes de cumplir 15 años. En 1980, 40% de las personas mayores de 55 años tenían vivo al menos un descendiente. Es decir, antes la esperanza de vida era mucho más baja y conforme pasan los años la gente se vuelve más longeva. Actualmente las personas viven más y los hijos permanecen más tiempo en el hogar de los padres.
Esta situación no es exclusiva de México. En España, el Instituto Nacional de Estadística reveló que uno de cada tres jóvenes todavía no se independiza. En 2005, la revista Time publicó que en Estados Unidos sucedía lo mismo, la cifra de quienes tienen más de 26 años que aún vivía con sus padres se duplicó desde 1970: de 11% a 20%. Incluso, el Instituto Japonés del Trabajo registró que en 1982 había medio millón de jóvenes entre 15 y 30 años viviendo con sus padres.
Luis, su novia y su bebé viven en un departamento que Mamá Lupe, como le llaman, rentaba. “Les ayudo con la leche y con lo que puedo. Ese cuarto lo estaban rentando a unos estudiantes que bebían mucho y casi siempre hacían fiestas. Estuvo bien. Dios es muy sabio”.
¿Problema o beneficio?
La investigadora del Instituto Nacional de Geriatría, Mariana López Ortega, menciona que esta situación no representa necesariamente un problema si los hijos mayores contribuyen con el gasto del hogar, pues los adultos mayores podrían ganar en sus lazos afectivos.
Las relaciones sociales son un componente importante del envejecimiento saludable porque, cuando son positivas, pueden producir recursos como la confianza y el apoyo social. Los nexos familiares tienen una importancia distinta de los que se establecen con amigos y vecinos. Se caracterizan por la solidaridad y la ambivalencia. Aproximadamente 40% de las personas mayores dicen sentirse solas, divulgó el últimoInforme Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud.
Luis Miguel Gutiérrez Robledo, director del instituto, enfatiza que estas estructuras familiares “tienen que ver con cómo se distribuye la pobreza en México, proporcionalmente la gente de mayor edad es menos pobre que los jóvenes. Cuando los ancianos son propietarios del hogar se convierten en un soporte importante. La propiedad o el domicilio es determinante en el devenir de un adulto mayor, de cómo se organiza el grupo; y en términos de abuso, se pueden derivar casos de despojo y maltrato”.
Los adultos mayores a menudo sufren por las personas en quienes confían. El Informe Mundial sobre el Envejecimientoreveló que en países con altos y medianos ingresos, los agravios alcanzan porcentajes entre 2.2% hasta 14%. El maltrato físico es el más frecuente, sigue el emocional; en tercer lugar está el abuso financiero, que representa 9.2% de los casos.
Antes de tener a su hijo, la novia de Luis estudiaba veterinaria. Lupe siempre la anima a terminar. “A Luis le faltan dos años para acabar, yo lo aliento. Le digo que si no quiere arquitectura le siga con la otra, porque la administración le gustaba más. Él dice que primero acabará ésta, para pagarse la otra. Siempre me dice: ‘Sí voy a terminar, pero no lo voy a hacer por ti, sino por mí’. Me da gusto que piense así”.
El futuro que nos espera
Cecilia Colunga Rodríguez, doctora en psicología, explica que en México hay muchos mitos en torno a la familia que no se han roto. Uno es la unión que “se trata de mantener, aun cuando las relaciones no son sanas entre los miembros. La madre es una figura sobrevalorada y se cree que debe querer a los hijos por naturaleza. Algunos utilizan el chantaje emocional para abusar de sus padres y éstos siguen pensando que son su responsabilidad para toda la vida”.
En consecuencia, nuestras políticas públicas se construyen conforme estas creencias. “El Código Civil está lleno de políticas familistas”, asegura el director del Instituto Nacional de Geriatría. “La opinión está dividida sobre el cuidado de los adultos mayores: 30% dice que es responsabilidad de la familia y otro 30% del Estado. Sólo 11% estima que es responsabilidad de ellos mismos. En contraste con lo que piensan la mayoría de los ingleses, alemanes y coreanos, quienes se hacen cargo de ellos mismos”.
Por esta razón, productos populares en los mercados internacionales para adultos mayores como las hipotecas reversibles difícilmente serían aceptadas en el contexto mexicano. Éstas consisten en recibir un préstamo, mediante una renta mensual, dejando como garantía al gobierno o a una entidad financiera su propiedad, con el beneficio de seguir viviendo en ella. Si no hay herederos que quieran hacerse cargo de la deuda de la propiedad, el prestador se queda con ella cuando la persona muere. Son vendidas principalmente en Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y España.
Aunque las hipotecas son una buena opción de financiamiento para ese sector, un número importante de personas no las aprovechan porque temen no dejarle 100% del valor de la vivienda a sus herederos. “Yo cuido a mi familia y luego a mí que me cuiden, pensamos. La vejez es responsabilidad de uno mismo”, asegura el director del Instituto Nacional de Geriatría.
Casi 30% de los ancianos latinoamericanos está inserto en el mercado laboral, frente a 15% que registran países europeos, reporta el Centro Latinoaméricano y Caribeño de Demografía. En el subgrupo de las personas de 65 años o más, la tasa de participación laboral en México es de 50%, mientras que en Canadá y Estados Unidos no es superior a 20%, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo.
La piel cansada de sostenerse, los pasos más lentos. Los únicos que permanecen jóvenes son los ojos que parecen pertenecer a otra década; cuando se escucha la llave en la cerradura de la puerta se iluminan. “Mi hijo”, anuncia Lupe.