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Ciudad de México, 2 de noviembre de 2015. Por Abel Astorga Morales. Actualmente en México gran número de adultos mayores se enfrentan a difíciles condiciones de supervivencia, sufren la desatención de las autoridades e incluso la exclusión de sus familiares. El 9 % de la población total en el país es adulta mayor (60 años o más) – 9.7 % son hombres y 12.6 mujeres- . Según un informe del Consejo Nacional de Población (Conapo), en México hay 10.5 millones de personas mayores, de los cuales, el 82 % vive algún grado de pobreza, ya sea monetaria o alimentaria; mientras que el 43 % se encuentran en situación de pobreza multidimensional, es decir, un escenario en el que la persona presenta carencia de al menos uno de sus derechos relacionados con el desarrollo social, y además sus ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), México asiste a proceso de envejecimiento de su población, el cual se hizo evidente a partir de la última década del siglo pasado. Pero no sólo en México sino en general a nivel mundial, a partir de la segunda mitad del siglo XX, debido al aumento del nivel de la sobrevivencia de la población, este sector de la población muestra una tendencia a incrementarse.

Los ex braceros mexicanos son un grupo poblacional que ejemplifica en buena medida las precariedades a las que se enfrenta este sector social. Se trata de los viejos ex migrantes que desde 1998 hasta la fecha se manifiestan en México y Estados Unidos tratando de recuperar un dinero que se les despojó mientras laboraron en el Programa Bracero activo de 1942 a 1964. Durante 15 años de lucha, de diálogo con las autoridades, de la creación de leyes que supuestamente les beneficiarían, lo que han encontrado más bien es desatención, menosprecio de las autoridades, y exclusión por tratarse de personas en condición de vejez y pobreza. De nada sirvió -comentan los ex braceros- ‘quebrarse el lomo’ en el “field” (campo) estadounidense, soportar trabajos extenuantes y discriminación en el pasado, pues en el presente las autoridades no dan solución plena a su problemática, y más bien se asiste a una prolongación de la deuda histórica, al extender este problema por más de 15 años.

El tiempo pasa, y no te puedo olvidar, dice la canción. Pero con el gobierno es al revés yo creo: – El tiempo pasa y sí los quiero olvidar; ¡para que se mueran más!- ”, sentenció Germán Rubio, voluntario de la lucha de ex braceros en Sinaloa, aseverando que las autoridades mexicanas han mal atendido este problema a lo largo de los años, pues asumen que estos están en el tramo final de la vida, y dentro de poco la muerte podría ayudar a que la deuda con ellos nuevamente caiga en el olvido; de ser así, desde luego se trataría de un actuar perverso del Estado mexicano. Pero aunque  el problema de estos veteranos del campo no se ha resuelto del todo, destaca como estos colectivos impulsan tanto en México como en Estados Unidos, iniciativas para mejorar las condiciones de vida de los adultos mayores, manifestándose ante las autoridades, y haciéndoles diversas peticiones.

En Jalisco, el Centro Jalisciense del adulto Mayor y el Migrante (CJAMM), desde hace años hace lo propio. Gilberto Parra, quien preside este Centro, considera que la situación en México y en Jalisco de las personas adultos mayores es “de abandono, exclusión, marginación, de menosprecio”; no solamente por parte del Estado, también de la sociedad, y hasta de los mismos familiares, “se encuentran en un estado de indefensión absoluta, muchos de ellos viviendo en la indigencia y, en otros casos, el futuro para la inmensa mayoría es la indigencia”. A esto se suma la exclusión laboral, las raquíticas pensiones recibidas, y que en general las políticas públicas de las autoridades solamente atenúan tal situación, pero no la tratan de solucionar de fondo.

En Jalisco por ejemplo, se está entregando una pensión económica a 34 mil adultos mayores, sin embargo las autoridades no muestran un padrón confiable de beneficiarios, para corroborar que realmente el dinero esté llegando a su destino. Suponiendo sin conceder, que efectivamente los 400 millones de pesos destinados para tal efecto se estén entregando a esas 34 mil personas, este último número representa aproximadamente el 5 % del universo total de adultos mayores en el estado. Sin duda, muchas de los programas de las autoridades mexicanas en favor del adulto mayor, son simulación, retórica. ¿Están entregando el 100 por ciento del recurso?, ¿Están entregando menos?, ¿Hacia qué rumbo se estarían desviando los recursos? ¿Cuál es el destino de los 416 millones de pesos que aprobó el congreso local?

El padrón de adultos mayores de la Secretaría de Desarrollo e Integración social contempla únicamente el nombre de la persona, el lugar de residencia y el total de beneficiarios, pero no aparecen domicilios ni números de teléfono, de tal suerte que es inverificable. De ahí las sospechas sobre el desvío de recursos, y en consecuencia la afectación a los adultos mayores. El pasado 5 de octubre integrantes del CJAMM hicieron un plantón frente al Palacio de Gobierno de Jalisco, y entregaron una petición por escrito al gobernador, demandando transparencia en el manejo de tales recursos públicos, y exigiendo además que se asegurara la gratuidad del transporte público urbano para las personas mayores de 65 años del estado, tal como se implementa en el Distrito Federal. Protestas que se suman a las antes realizadas en contra de la privatización del petróleo, de la Reforma Fiscal, o en favor de los migrantes.

Asistir a las reuniones y manifestaciones del CJAMM es como una «terapia«’, comentó Guilermina González de 80 años, pues en su casa constantemente está sola y recibe poca atención de sus familiares. Con el paso de los años, ha crecido el aprecio por los demás «viejesitos«, al grado de considerarlos como de su familia. Con lágrimas en los ojos cuenta: “yo no tengo familia, aunque vivo acompañada de una hija y su marido, y tengo seis hijos: vivo sola; soy marginada, despreciada, rechazada… odiada”, al mencionar esta última palabra ríe y llora a la vez, pues como comenta, no puede escapar a esta realidad y trata de tomarlo de la mejor manera (si es que la hay). “Fui padre y madre, los atendí, así que el desprecio es lo peor. Pero estoy en la gloria [‘me siento optimista’] porque sé que hay viejitos en peor situación”… Considera que “en el Distrito Federal los adultos mayores están siendo tratados como ciudadanos de primera, mientras que aquí en Jalisco nos tratan como de quinta”; esto en referencia a que en el Distrito Federal es donde se presentan más avances respecto a la atención a este sector; se entregan tarjetas de pensión alimentaria, se da acceso gratuito al sistema de transporte urbano a los mayores de 60 años, entre otros apoyos.

Al día de hoy, mientras que la proporción de jóvenes se reduce desde la década de los noventa, la de adultos mayores se incrementa al representar el 9 % de la población. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se espera que para el año 2025 la proporción se incremente a 13.9 por ciento, y en 2050, a 26.5 %. Por lo que, ante el ahondamiento de la desigualdad en México, precarización de la vida, degradación de la democracia y las instituciones, la implementación de políticas neoliberales con oleada privatizadora y generadoras de una desmedida desigualdad social, en el descontento generalizado que se vive, los adultos mayores también alzan la voz, muestran gran convicción por la defensa de los intereses nacionales, e incluso disposición para manifestarse; mostrando así -en muchos casos- una mayor conciencia cívica y disposición a participar en estas luchas, para defender mucho de lo que ellos forjaron cuando jóvenes. Al final de cuentas, la mayoría de las peticiones y manifestaciones de este grupo social están encaminadas a un fin primordial: vivir su vejez con dignidad.

Fuente: La Prensa

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