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Madrid (España), 28 de enero de 2014. Evitar el aislamiento social de las personas mayores y ayudarles a que tengan una vida tan autónoma como sea posible contribuye a prevenir y combatir la ansiedad.

La ansiedad también atrapa a las personas de la tercera edad. Numerosos estudios señalan que su incidencia es menor entre los mayores de 65 años que entre los adultos hasta esa edad. Pero, aun así, según los datos más optimistas, se considera que como mínimo el 11% de estas personas sufre algún trastorno de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, las fobias o el trastorno obsesivo compulsivo.

Diferentes causas de la ansiedad

La ansiedad en sí no es un problema; es una reacción ante determinadas situaciones. Sin embargo, cuando se genera sin una causa clara o cuando se mantiene durante demasiado tiempo, puede convertirse en un problema de salud.

Las causas de la ansiedad en la tercera edad pueden ser muy variadas. Por un lado, hay personas que arrastran sus problemas ansiosos desde años atrás, que pueden agravarse a edades avanzadas. Pero hay otras específicas propias de los cambios vitales que se producen a partir de los 65 años. La jubilación, el progresivo deterioro de la salud y las capacidades, la pérdida de la autonomía personal, la necesidad de tener que mudarse a una residencia ante la incapacidad de desenvolverse en la vida cotidiana, el aislamiento social, la reducción de los ingresos económicos o la cada vez más cercana presencia de la muerte pueden provocar signos depresivos y ansiosos en muchas personas.

Dificultades en el diagnóstico de ansiedad

Una dificultad para su diagnóstico en los mayores es que, en muchos casos, los síntomas son más físicos que mentales. Es habitual que las personas que padecen ansiedad a cualquier edad tengan dolores de barriga, musculares, de cabeza e, incluso, palpitaciones. Pero como es tan frecuente que los afectados tengan otros problemas físicos típicos de la edad, estos indicios quedan enmascarados.

Por otro lado, señales cognitivas propias de los trastornos de ansiedad, como la irritabilidad o la falta de concentración, también pueden pasar desapercibidos, porque muchas veces se consideran que se deben al envejecimiento.

Otra de las particularidades en las personas mayores es que es frecuente que se presente junto con patologías como las demencias. La apatía, la depresión y la ansiedad son síntomas muy habituales en quienes sufren la enfermedad de Alzheimer (un tipo de demencia que afecta a más de medio millón de personas en España), sobre todo, durante las primeras fases de este trastorno. Cuando empieza a manifestarse el Alzheimer, el paciente puede sentirse angustiado por sus problemas de memoria o dificultades para orientarse.

El tratamiento de la ansiedad en los mayores

En el abordaje del tratamiento de la ansiedad en las personas mayores es fundamental que el especialista establezca cuáles son las causas que explican el desarrollo de este problema de salud. El tratamiento no será el mismo si el motivo es una demencia o el hecho de que la persona se acaba de trasladar a una residencia. En ocasiones, será necesario realizar una terapia psicológica para que el paciente aprenda a identificar y controlar sus síntomas, que quizás haya que complementar con un tratamiento farmacológico.

De todos modos, los expertos aconsejan que, para combatir y prevenir los problemas de ansiedad en las personas de la tercera edad, es fundamental evitar el aislamiento social. Para ellos, es importante que los mayores puedan tomar decisiones sobre su vida y estén en contacto con sus familiares y amigos.

Ansiedad y salud cardiovascular

Según un estudio publicado en el año 2007 en el «Journal of the American Collage of Cardiology», la ansiedad incrementa el riesgo de sufrir un infarto. Son numerosos los estudios que señalan que, en general, aumenta el riesgo cardiovascular. Así, agrava la hipertensión en las personas que la padecen. Por tanto, es importante que las personas mayores hagan lo posible por sortearla ya que, con el paso del tiempo, el corazón funciona peor y las arterias pierden elasticidad. Y sufrir ansiedad aumenta todavía más el riesgo de que tengan un problema cardiovascular importante.

Fuente: Geronto-geriatría on line

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