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Buenos Aires (Argentina), 31 de marzo de 2015. El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA y la Fundación Navarro Viola presentaron una nueva línea de investigación, el Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores ¿Diferentes formas de envejecer o desiguales oportunidades de lograr una vejez digna?.

Según surge del primer informe denominado Condiciones de vida e integración social de las personas mayores ¿Diferentes formas de envejecer o desiguales oportunidades de lograr una vejez digna? son cinco las principales preocupaciones pendientes en materia de hábitat, vivienda y derecho a la ciudad que afectan las personas mayores. El estudio incluye información sobre fuentes de recursos monetarios; hábitat, vivienda y derecho a la ciudad; estado, atención y necesidades de salud y recursos psicológicos y capacidades sociales.

Hábitat, vivienda y derecho a la ciudad

La población de referencia en este estudio son las personas de 60 años y más, cuyo volumen orilla los 6 millones, un segmento demográfico de un crecimiento vertiginoso en los últimos 70 años (desde el censo de 1947 se ha multiplicado por seis).

La primera de las deudas tiene que ver con el entorno saludable: el 40% de las personas mayores reside en barrios con problemas de desagües y/o inundaciones. Ambos factores no sólo dificultan la movilidad sino que también, por sus efectos, pueden afectar el estado de la vivienda. Es mucho más alto en el Conurbano Bonaerense (51,5%). El estrato socioeconómico condiciona en gran medida este tipo de déficit: es del 56,6% entre las personas mayores del estrato más bajo y del 21,2% en el estrato más alto.

La segunda deuda (en cuanto a su extensión) es el acceso a la conexión a la red de cloacas: el 30,5% de las personas mayores tienen déficit en este aspecto, uno de los indicadores estudiados en cuanto al acceso a servicios domiciliarios de red. Como es sabido, la OMS señala que la conexión a la red cloacal conlleva un importante impacto sanitario, en cuanto se relaciona con la transmisión de enfermedades y la prevención de la contaminación del agua. El estudio permite ver en qué medida las ciudades distribuyen servicios de manera equitativa entre las personas mayores. Por ejemplo, en el Conurbano Bonaerense el déficit afecta al 49,6% de las personas mayores, el doble que el registrado en otras áreas metropolitanas y el Resto Urbano del Interior.

El tercer indicador que sobresale por su alta incidencia también tiene que ver con el entorno saludable y son los problemas de contaminación: el 30,6% de las personas mayores reside en entornos con déficit medioambiental (cerca de basurales, cerca de quemas, cerca de fábricas contaminantes o de espejos de agua contaminados y/o presentan prevalencia de plagas urbanas). La incidencia de este indicador aumenta significativamente entre las personas mayores que residen en villas o asentamientos precarios (76,1%), que pertenecen al estrato socioeconómico más bajo (45,1%) o en el Conurbano Bonaerense (39,2%).

El déficit en el acceso a la conexión domiciliaria de gas es la cuarta deuda con las personas mayores y que caracteriza a una de cada 5 de ellas (18,9%). Aunque de una incidencia menor que el señalado déficit en la conexión a la red de cloacas, es la otra deuda importante en materia de acceso de las personas mayores a los servicios domiciliarios de red. En este cuarto indicador, el Conurbano Bonaerense presenta valores similares a los de otras áreas metropolitanas y el Resto Urbano del Interior. Sí es especialmente crítico entre las personas mayores que residen en villas y asentamientos precarios (75,4%) y en el estrato socioeconómico más bajo (30,1%).

La quinta condición de vivienda, hábitat y derecho a la ciudad que afecta a una cantidad muy importante de personas mayores (1,2 millones) es el déficit de espacios verdes de recreación y esparcimiento en el barrio, otra dimensión del entorno saludable. El 19,0% de las personas mayores carece de espacios verdes (parques, plazas) en buen estado, elemento indispensable no solo como pulmón de los espacios urbanos, sino porque también permiten el esparcimiento, la recreación y muchas veces la realización de actividades físicas. Casi nadie está exento de esta dificultad pero las ciudades tampoco en este aspecto distribuyen de manera equitativa los recursos entre las personas mayores: su incidencia es del 9% en el estrato más alto y de 24% en el más bajo.

En todas las condiciones de vivienda y hábitat estudiadas, la condición educativa de las personas mayores tiene un peso muy importante. Se trata de un universo demográfico (nacida antes de 1955) que no tuvo las oportunidades educativas que caracterizan a las generaciones más jóvenes: las fuentes censales señalan que solo el 27,7% de las personas de 60 años y más completaron la educación secundaria. El grueso (72,3%) su nivel máximo de instrucción es el secundario incompleto. Las condiciones de vivienda y hábitat, no solo en los 5 indicadores seleccionados, difieren fuertemente entre los más educados y el resto, o sea que los que tuvieron más oportunidades educativas son los que presentan los menores valores en cuanto a déficit habitacional. Tal como se dijo respecto de los estratos socioeconómicos, la posición de las personas mayores en la estratificación social (de la cual el nivel educativo es un componente) determina en gran medida el acceso a los servicios habitacionales.

Fuente: Cuyonoticias

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