La Habana (Cuba), 3 de diciembre de 2015. El envejecimiento comienza con la vida. Prepararse para afrontarlo, como una nueva etapa de desarrollo, no es tarea para el futuro sino para el hoy de cada individuo. Con esos derroteros, surge en el año 2000 la primera Cátedra del Adulto Mayor en Cuba, una iniciativa atendida por la Dirección de Extensión Universitaria del Ministerio de Educación Superior-MES.
El programa, con bases en el voluntariado y la gratuidad, ha logrado ya posicionarse en Iberoamérica como el Modelo Cubano de Educación para Mayores. Tiene entre sus objetivos la adecuada reinserción familiar y comunitaria de las personas de la tercera edad, así como contribuir a que tengan una vejez digna, crezcan como seres humanos y mejoren sus vidas con la realización de nuevos proyectos personales.
Nace, crece, se desarrolla…
Teresa Orosa Fraiz, fundadora y presidenta de la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de la Habana-UH, evoca con regocijo aquel 14 de febrero del año 2000, cuando nace la idea, “que es el amor mismo”. A partir de ahí, cada 1º de octubre, en saludo al Día del Adulto Mayor, se inician los cursos, con nuevos desafíos y satisfacciones.
“Nuestra misión era desarrollar la modalidad mundialmente conocida como Universidades de la Tercera Edad. Comenzó con un grupo que sesionaba en la Facultad de Psicología de la UH. Pero, ya en el segundo año, fue necesario abrir salones en otros municipios. Muchos alumnos, a medida que egresaban, se convertían en gestores, facilitadores y profesores. El resultado nos sorprendió: nuestra pequeña aula de la universidad, se había multiplicado por toda la capital”, destaca Orosa.
“Desde entonces, las cifras fueron en aumento. Hemos tenido años con más de 50 espacios y, hasta hoy, la Cátedra de la UH suma ya 16.279 graduados del curso básico. También se produjo un proceso de extensión y promoción del programa a nivel nacional, que conllevó la creación de cátedras en los centros universitarios de todo el país. Nuestra Cátedra, es nombrada entonces referencia nacional, para el desarrollo del programa en las demás provincias«.
El posicionamiento del tema gerontológico a lo interno del contexto universitario es señalado por la profesora Orosa Fraiz como otro importante logro. “Con la universalización de la enseñanza superior, tanto en las sedes centrales como en las municipales, se produjo un incremento de las tesis, trabajos de diploma y trabajos investigativos de los alumnos, y de los profesores de las distintas facultades, relacionados con temas de la Gerontología”.
Así, “lo que se concibió esencialmente con miras hacia la población adulta mayor ha repercutido en otros grupos de edades y en todas las esferas de las llamadas funciones sustantivas de la educación superior. Más allá de la actividad extensionista, a la cual pertenece, la cátedra ha impactado las áreas de la investigación y la formación de posgrado. También la de pregrado, porque conjuntamente con la creación del proyecto aparece la asignatura, Psicología del desarrollo del adulto medio y del adulto mayor. Anteriormente, solo llegaba hasta la adolescencia y la juventud”.
La presidenta de la primera Cátedra del Adulto Mayor se emociona al hablar de un resultado, cuya verdadera magnitud no se podía vislumbrar hace 15 años: “Se trata del mejoramiento de la imagen social sobre el envejecimiento y la vejez. Para el adulto mayor cubano se abre un nuevo escenario, el escolar, típicamente marcado por el desarrollo y las potencialidades. Ya no se le verá limitado al contexto familiar, doméstico”.
“En esa transformación ha sido fundamental la ayuda de los medios de comunicación. Hoy la vejez cuenta con nuevos matices. La edad mayor significa una etapa del desarrollo, resultante de un proceso natural. Y se habla de envejecimiento exitoso, porque la persona decide recibir la estimulación intelectual, social y emocional que genera este programa educativo”.
Según la especialista, a lo largo y ancho del país, las CUAM hacen que la familia, la comunidad y las distintas instituciones incorporen una mirada más gerontológica que geriátrica con respecto a la edad. “Anteriormente existía más la relación salud-enfermedad, los padecimientos a tratar y el único rol de abuelito o abuelita, que desempeñábamos. Hoy tenemos que agradecer el apoyo de distintas organizaciones e instituciones, que junto a las de salud y educación, emprenden acciones relacionadas con el proceso de envejecimiento y con la vejez como etapa de la vida y no con sentido de finitud. Los adultos mayores incorporados a la Cátedra se autodenominan “abuelos de nuevo tipo”, y en verdad lo son: el programa genera muchos proyectos propios”.
Desde el punto de vista curricular, el trabajo es por módulos y mantiene el curso básico con duración de un año. Este contiene el módulo Propedéutico Introductorio y los de Desarrollo Humano, Cultura Contemporánea, Promoción y Educación para la Salud y Seguridad Social. Les siguen los cursos de continuidad para los egresados. “La idea es que el programa garantice una educación para y por toda la vida. Lamentablemente, las dificultades materiales nos impiden publicar las tesinas o trabajos finales, o conservarlos en soporte digital. Esto significa que una buena parte de esas memorias está condenada a perderse, sobre todo cuando ya no estén quienes pueden contarlas”, explica con visible preocupación, la profesora Orosa Fraiz.
Otro reto aparece: “Una mayor institucionalización por parte de nuestros auspiciadores, la creación de un claustro propio, fijo, que pueda garantizar su permanente disponibilidad. Es vital seguir posicionando la educación y capacitación en Gerontología, para que las estrategias y políticas de atención a la tercera edad sean cada vez más efectivas. Debemos integrarnos más. Crear una estructura multidisciplinaria, que sin ignorar el papel del programa de Salud, reúna a las distintas instituciones dirigidas al cuidado del adulto mayor”.
En este sentido, la psicóloga llama a la reflexión, “Es importante comprender que en una persona anciana hay varias generaciones incluidas. En ella está, junto a su propio legado, la herencia de sus padres y abuelos. Sus testimonios parten de lo que ha experimentado y de la vida recordada de quienes la antecedieron. Los abuelos cubanos de hoy tienen mucho que decir: ellos no solo han construido una familia, también forjaron un país. Deben tener espacios para narrar sus historias, merecen ser escuchados”.
Tales experiencias, bien podrían aprovecharse para responder a una de las demandas del último congreso de la Federación de Estudiantes Universitarios-FEU: mayor creatividad y cambios en la forma de impartir las clases de Historia de Cuba.
“Nosotros hemos vivido momentos maravillosos en las graduaciones, donde los nietos han redescubierto a sus abuelos. Quedan sorprendidos ante las historias y aportes de esta persona que siempre estuvo ahí y que hasta entonces solo veían como proveedores de cuidados, sin valorar la magnitud de sus problemáticas”, cuenta emocionada la líder del programa de educación para mayores en Cuba.
“Esperamos que los jóvenes sean nuestra continuidad, Deseamos que aprendan a envejecer más plenamente que nosotros. La idea es trasladarles nuestros mejores valores, para que los conserven y potencien. Claro que esto solo será posible si media una relación de respeto mutuo con el diálogo como recurso de intercambio”, acentúa.
Tú eres mi ayer. Yo, tu mañana…
“Para lograr un encuentro fructífero con los jóvenes, las personas de la tercera edad debemos estar dispuestas a cambiar en la medida de los tiempos”. Así piensa Bárbara Guerra Gil, fundadora de la Cátedra del Adulto Mayor, que atiende los municipios de Centro Habana, Cerro y Plaza de la Revolución. Ella disfruta los intercambios con niños y jóvenes, que se conciben desde el proyecto. “Aún son insuficientes, pero nos permiten escuchar sus opiniones y exponer las nuestras. Algo fundamental en una sociedad de alto nivel de envejecimiento poblacional, que necesita abrir nuevos espacios de encuentro entre las generaciones que la conforman”.
Opina que el intercambio tiene éxito cuando los mayores son capaces de entregar, pero también recibir, lo que los jóvenes aportan. “No debemos actuar como los dueños absolutos de la verdad. Y si es el joven quien se atrinchera en esa postura, nuestra experiencia debe servirnos para desmontar barreras y acercarnos sin imposiciones, por medio del convencimiento y el amor”.
Esa línea de pensamiento encuentra eco en la joven licenciada, Amarilys Torrado Ramos, máster en Psicología clínica y de la salud. Ella integra la Cátedra del Adulto Mayor de la UH, desde su graduación hace tres años. “La vocación de ser profesora de adultos mayores nace y se reafirma por lo recíproco de trabajar con ellos. Es un conocimiento cíclico, en permanente ascenso”.
Los ojos de la joven profesora se detienen, como caricia en los rostros surcados y el cabello blanco de sus alumnas y alumnos. “Para la cátedra ser viejo no es un término peyorativo, es estar en una etapa de la vida que es de desarrollo, que tiene pérdidas, pero también ganancias. Gracias a este programa educativo los implicados aprenden a ser más participativos a nivel social y mejora su autoestima y autonomía. Esto también les ayuda a ganar mayor respeto entre los jóvenes, quienes prefieren mirarlos desde la vitalidad y el aporte, contrapuestos al fetiche negativo que por mucho tiempo acompañó a las personas longevas», afirma.
Esa mirada diferente, que dignifica y aúna, orienta los pasos de la Cátedra del Adulto Mayor y sus lazos con la juventud, en 15 años de andar por los caminos del crecimiento humano.
Fuente: Alma Mater