Santiago de Chile, 13 de enero de 2014. Hace algunos días ONU presentó los resultados del Indice Global de Envejecimiento. En el caso de Chile, los que nacieron a mediados del siglo pasado aumentaron su esperanza de vida de 55 a 83 años, lo que hace de los chilenos los más longevos de Latinoamérica. Lo anterior ha implicado un importante aumento de la población de 60 y más años, que constituían el 5,5% en 1990 y hoy representan el 15,6%. Este cambio determina que uno de los aspectos en los que es necesario y urgente concentrar esfuerzos de política pública es en el de envejecimiento de la población.
En este contexto, la fuerza de trabajo joven deberá sustentar cada vez más a un mayor número de adultos mayores. Luego, habrá que rediseñar políticas laborales, previsionales y de salud, tales como el aumento de la edad de jubilación, aumentar la inserción laboral de adultos mayores, fomentar estilos de vida saludables, una mayor integración a la sociedad, entre otros.
Una de las principales políticas que se deberán promover son los incentivos a un envejecimiento activo. La evidencia empírica nos señala que éste ayuda a las personas mayores a envejecer en forma más saludable. De la misma manera, es fundamental cambiar la visión de la sociedad respecto de las capacidades laborales del adulto mayor. De acuerdo a la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional-Casen 2011, cerca del 75% de los adultos mayores de 60 años se encuentran inactivos y, de ese grupo, un 68% está jubilado. Asimismo, de los mayores de 60 años que trabajan, el 77% son asalariados y el resto trabaja por cuenta propia, y casi un 90% declara trabajar jornada completa o más.
Ahora bien, la radiografía del mercado laboral del adulto mayor esconde muchas diferencias, según sexo y grupos de edad. Así, por ejemplo, en el grupo de 60 y 64 años, el nivel de ocupación de los hombres alcanza un 73%, mientras que el de las mujeres es de sólo un 29% y con niveles de inactividad que superan el 70%. En el grupo de 65 a 69 años, la ocupación de hombres cae a un 46% y la inactividad aumenta a un 53%; mientras que sólo un 16% de las mujeres están ocupadas y con un nivel de inactividad que supera el 80%. Luego, para lograr una mayor integración laboral, es fundamental promover empleos en jornadas parciales. Aunque nuestra legislación permite realizar este tipo de contratos que son favorables a la demanda de trabajo de los mayores de 60, su uso es poco habitual, ya que la mayoría de los adultos mayores que trabajan lo hacen en jornada completa. Luego, se requiere un cambio de enfoque de las empresas. La experiencia internacional es elocuente en este sentido. Las economías desarrolladas han integrado a los adultos mayores a empleos en el retail, servicios turísticos y públicos, entre otros. De la misma manera, se debería permitir contratos a jornada parcial que eximan el pago de cotizaciones de salud y seguro de desempleo.
Las políticas públicas que se diseñen deben impulsar un cambio cultural en la población, que signifique un mejor trato y valoración de los adultos mayores, apoyando en especial a quienes viven en la marginación socioeconómica, en un marco subsidiario del Estado. No debemos olvidar, como lo plantea un viejo proverbio chino, que el grado de civilización de una sociedad se mide por la forma como ella trata a sus adultos mayores.
Fuente: La Tercera