Derechos y deberes de jóvenes y adultos

Ciudad de Panamá, 12 de noviembre de 2012. Ponencia de D. Arístides Royo Sánchez, ex-presidente de Panama, en el marco del V Congreso Internacional Intergeneracional Jóvenes y Adultos Mayores de Países Latinos.

En primer lugar, deseo expresar mi agradecimiento por haber sido invitado a participar en un encuentro tan importante como es el V Congreso Internacional Intergeneracional y felicitar a sus organizadores, especialmente a la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Personas Adultas Mayores y a la Universidad del Trabajo y la Tercera Edad de la Universidad de Panamá.  Así como algunas entidades del Estado dan a conocer en los medios de comunicación, principalmente los visuales, las obras y las políticas de desarrollo que llevan a cabo, así la Universidad de Panamá, dirigida con acierto por el Dr. Gustavo García de Paredes, quien felizmente se ha recuperado de un delicado problema de salud, debería dar a conocer con mayor profusión las actividades que despliega sin descanso la Dra. Argénida Dumanoir viuda de Barrios. Como buena colonensa, sabe sacar el máximo provecho a lo poco que tiene y está acostumbrada a superar todos los escollos, por difíciles que se le presenten.

Cuando la Dra. Barrios me solicitó que interviniese con el tema relativo a los derechos y deberes de los niños y de los adultos mayores, quizás estaba pensando en que como soy abogado vendría aquí a exponer la existencia  o ausencia de la legislación pertinente y a tratar de contribuir con la definición de esos derechos y deberes inherentes a niños y adultos mayores. En adición a la gentileza de invitarme, me remitió una amplia documentación sobre el tema que vendría hoy a  tratar.  Con la confianza que nos brinda una sólida amistad efectivamente comparezco ante ustedes pero no para hablarles de temas sociales plasmados en textos jurídicos por la sencilla razón de que quienes asisten a esta reunión tienen amplio conocimiento de las políticas de los Estados, incluido el de Panamá, respecto al tratamiento de estos derechos y deberes.  Con la alevosía y premeditación del caso, pero ojalá me acepten la atenuante de intentar ser menos tedioso , voy a desobedecer  a mi buena y gran amiga Argénida, como suelen hacerlo a veces los alumnos ante sus maestros aunque soy mucho mayor que ella, para exponerles más bien algunas preocupaciones sobre algunos de los problemas de personas  jóvenes  y adultas que en su mayor parte obedecen a factores diversos, muchos ajenos a ellas y en parte a la desidia del Estado y a la indiferencia de la sociedad.  Hago constar que pensaba hablar en lugar de leer, pero deseo evitar que al volver a mi asiento, recuerde entonces todo lo que se me olvidó, que ya estoy en edad para ello.

Trataré de escapar de lo que casi se convierte en un axioma para los que ya traspasamos el umbral de la vejez. En consecuencia,  procuraré hacer la menor referencia posible a que en nuestros tiempos de juventud nosotros éramos distintos. Es cierto pero también lo es que eran tiempos diferentes y no olvidemos que el mundo evoluciona.  Entonces  los estudiantes no salíamos a las calles para cometer actos de vandalismo ni a lanzarle piedras a los vehículos particulares que trataban de evitar barreras.  A ningún estudiante se le hubiese ocurrido utilizar máscaras o pasamontañas para ocultar el rostro. Se terminó, por suerte, el principal motivo para protestar, que solía ser por lo que considerábamos débil conducta de nuestros gobiernos ante las injusticias que Estados Unidos cometía en relación al Canal de Panamá y a la Zona adyacente, sobre la cual actuaban como si fuesen soberanos. Ahora los motivos son distintos y casi siempre relacionados con temas nacionales siendo la represión mayor y excesiva con fundamento en que las acciones suelen ser perjudiciales para ciudadanos que no forman parte de las protestas  y como decía Benito Juárez, el respeto al derecho ajeno es la paz.  Se violan garantías fundamentales al detener, por semanas, a una persona sin formularle cargos y es absurda la norma jurídica que permite la detención privativa de la libertad por delitos menores que no identifican a una persona como de alta peligrosidad social.  En las cárceles panameñas hay miles de detenidos, casi la mitad de la población penal, que no han sido sometidos todavía al proceso correspondiente, es decir, no se ha celebrado el juicio que ordena la ley. A veces los jóvenes pasan varios años, tres y cuatro, sin proceso, y cuando salen, más o menos la mitad absueltos, no reciben indemnización alguna.  Entre los deberes, los reclusos incumplen algunos, como es la prohibición de introducir, generalmente con el apoyo de sus visitantes, incluso hasta abogados o con la complicidad de funcionarios de prisiones, armas de ninguna naturaleza,  así como celulares.  En cuanto a las jóvenes, muchas están detenidas por delitos de introducción de drogas. Nos parece un contrasentido que cuando una norteamericana famosa incurre en delito parecido en Estados Unidos, les imponen una multa y algunos meses de servicio social a la comunidad. En Panamá, por introducir drogas con valores de un par de miles de dólares, pueden estar seis y siete años en prisión.  El tema de la legalización del consumo de marihuana  es uno de los que deberá discutirse en profundidad en un futuro muy cercano pues ello evitará, entre otras cosas, la muerte de muchos jóvenes que son asesinados por ajustes de cuentas relacionadas con las drogas o por lo que se conoce como el “tumbe” de drogas que es cuando los integrantes de un grupo se apoderan de sustancias que pertenecen a otro grupo que desde luego, procura vengarse.  Por otra parte, se hace cada vez más urgente, una política educativa que ayude a la prevención del consumo de drogas.

Conscientes de que el Estado no puede hacerlo todo, grupos como del que formo parte, Morgan y Morgan, de abogados, llevamos a cabo dos actividades de responsabilidad social empresarial. Una, por conducto de FUNDALCOM (Fundación de ayuda legal a la comunidad), consiste en asistir gratuitamente a las personas que sufren violencia doméstica, bien sean separaciones, divorcios, maltratos y agresiones físicas y psicológic y nos ocupamos también de plantear la guarda y crianza y las pensiones alimenticias. Hemos suscrito convenios con varias universidades, entre otras, con la Universidad de Panamá,  para admitir pasantes que practiquen con nosotros como parte de su trabajo de graduación.  Para los niños, desarrollamos en el Distrito Especial de San Miguelito , el Proyecto Centenario, mediante el cual sostenemos veintidós equipos de fútbol para niños desde los seis hasta los quince años de edad, no solamente entrenándolos y equipándolos, sino entrando en sus hogares para ayudarlos con libros de texto, asistencia por deficiencias escolares, alimentación, etc. Lo que nos preocupa es la proliferación de las pandillas,  cuyo número en Panamá alcanza varios centenares con tendencia al aumento y cuál será el destino de nuestros jugadores de fútbol cuando alcancen sus quince años y los líderes de las pandillas traten de captarlos para que delincan como muestra de hombría. En algunas ocasiones están reclutando también a chicas pues ya se han cometido crímenes en los que aparecen algunas menores de edad involucradas como cómplices materiales.  Tal problema llevará al legislador a reducir la edad de la mayoría penal ?

Otro de los problemas que confrontan las jóvenes es el de los embarazos prematuros, es decir, antes de los diecinueve años. NO hay uniformidad de criterio en el tema de la educación sexual y en consecuencia el Ministerio de Educación no cuenta todavía, a mi juicio, con un buen programa educativo que alerte a las adolescentes de todos los problemas que conlleva un embarazo a edad tan temprana. La Iglesia y los Padres de Familia deberían confiar en los expertos en educación sexual para adolescentes y no oponerse por criterios religiosos o de moral que tienen que evolucionar hasta los tiempos actuales.  Las medidas que a veces se adoptan con las estudiantes embarazadas, como puede ser la segregación, creo que vale la pena discutirlas pues personalmente no las considero aconsejables.  También vemos con mucha preocupación que el porcentaje de jóvenes con VIH/SIDA está aumentando. Ello requiere también de una buena información para los adolescentes con el fin de que adopten los cuidados necesarios.  Una de las preocupaciones de muchos padres y sacerdotes, consiste en que advertir a los chicos y chicas de los peligros e inconvenientes de relaciones sexuales sin prevención y sin cuidado, más bien incita a los jóvenes a practicar relaciones sexuales.  ¿Hay algo que los incite más que las telenovelas que diariamente ven las personas adolescentes y jóvenes en la televisión, en las cuales el sexo es libre y fácilmente practicado sin cortapisa alguna de carácter ético o moral. Cotidianamente nuestra adolescencia ve los programas donde hay violencia doméstica,  lesbianismo, relaciones incestuosas, sexo con personas casadas, infidelidades, todo ello sin ningún fin educativo y en las horas de mayor teleaudiencia. Aquí pasaron una telenovela en la que su argumento consistía en que el éxito de las chicas hermosas venía determinado por su triunfo en un concurso de belleza y su posterior adquisición por un narcotraficante casado que las llena de joyas, autos, vivienda al tiempo que las convierte llana y sencillamente en objeto de placer. Esa es parte de la educación y cuando en un noticiero aparecen dos adolescentes dirimiendo una diferencia, generalmente de índole pasional,  con la dialéctica de los puños, rasguños y a veces hasta un arma blanca, esas chicas están poniendo en práctica los ejemplos de las telenovelas. Lo más grave es que un corro de adultos no haga nada por separarlas. Es cierto que hay películas de violencia,  que ojalá se reglamentase su visión según la edad, pero la diferencia de éstas con las telenovelas es que en aquellas se comprende que se trata de ficción mientras que en los culebrones de la televisión todo se hace como si fuese algo de la vida real y esos son los ejemplos más imitables.

Uno de los problemas más evidentes de nuestra sociedad es el de una errónea perspectiva de los gobernantes. Éstos consideran que desarrollar un país consiste en dotarlo de obras materiales, algunas realmente multimillonarias. Es decir, creemos que la felicidad y el progreso de un pueblo se mide por el disfrute de las grandes infraestructuras, que luego sirven de propaganda para las campañas electorales. En realidad, de qué nos sirven las grandes obras si hay pobreza de espíritu, si la educación se deteriora en lugar de avanzar, si no logramos formar a la juventud de manera que por su preparación participe del desarrollo, pero que también cuente con una educación para el civismo, para el respeto, para la consideración hacia los demás.  Si esto no se hace tendremos un país con rascacielos, autopistas y corredores, pero con una sociedad enferma y carente de valores humanos, que todos podemos observar que se están perdiendo.  No solamente son las telenovelas las que ejercen una influencia negativa, sino también  los malos ejemplos de la clase política de tal forma que la corrupción, el juega vivo, el transfuguismo, la opulencia y la ostentación,  así como la enorme desigualdad en un país donde cerca de los grandes edificios hay personas que no tienen ni letrinas ni agua en sus domicilios.

Si se me preguntase cuál es el derecho más importante de la juventud, diría sin duda alguna que la educación.  Hay que hacer una auténtica revolución educativa para lograr que los estudiantes aprendan más y mejor, para evitar la deserción escolar y lograr que los jóvenes puedan insertarse en la sociedad para ser útiles y para vivir decorosamente.

En cuanto a los adultos mayores y hago esta referencia porque formo parte de ese segmento,  deseo expresar una preocupación que considero fundamental. Panamá cuenta con una ley que ordena descuentos para los jubilados en varios rubros. Los jubilados se benefician o mejor dicho nos beneficiamos con un 25% de descuento en los restaurantes, si bien solamente respecto a la comida, no las bebidas, a un 25% en los boletos aéreos  y a un 20% en las medicinas. No obstante, hay una política que la ponen en práctica otros países y que en Panamá muy poco o nada se ha hecho al respecto. Se trata de otorgar aumentos a los pensionados de forma anual según el aumento del costo de la vida o el índice de precios al consumidor.  En Panamá el costo de la canasta básica para este año registra un aumento de un 7% y en los últimos seis años el costo de la canasta básica ha subido un total de 42%. Para decirlo en otras palabras, si en nuestro país una persona se jubiló en 1992, hace veinte años, con trescientos balboas mensuales,  lo más probable es que todavía reciba igual cantidad a pesar de que el costo de la vida es el doble de como estaba al momento de su jubilación.  Esta injusticia no es subsanada por los descuentos a los jubilados, pues muchos no van a comer a restaurantes como tampoco acuden a los cines ni viajan en aviones a lugar alguno. Hemos sido y seguimos siendo injustos al condenar a los jubilados a una pobreza que cada año se agudiza más.

Felizmente contamos con la Universidad del Trabajo y la Tercera Edad de la Universidad de Panamá. Es una labor encomiable la que allí se realiza y que no comentaré porque espero lo haga Argénida cuando intervenga. Junto a ello, creo que el Estado debería organizar programas para los jubilados, tales como conciertos, bailes, obras de teatro y otras actividades recreativas. Si es cierto que hay mayor oferta que demanda en los hoteles,  se podría concertar con estos establecimientos tarifas convenientes para jubilados de tal manera que pudiesen visitar lugares del interior con mayor facilidad. De igual manera, se podrían contratar buses para llevarlos de forma gratuita a los sitios de interés.

Otra forma de ayudar a los adultos a partir de la tercera edad, consistiría en procurarles apoyos en sus domicilios, para que fuesen visitados frecuentemente por terapistas que los ayudasen con sus movimientos corporales, que les resolviesen la movilización dentro de sus viviendas y que incluso les leyesen a los que ya no pueden hacerlo y en estas tareas, valdría la pena conseguir gente joven que voluntariamente lo haga. Otra idea sería la de bibliotecas ambulantes que prestasen audio libros a los adultos mayores.

Lamento haberme salido del tema general y académico que me fue asignado, así que espero me perdonen por haber optado por problemas específicos que tenemos en nuestro país.  Ojalá que las políticas que ustedes conciban para mejorar la situación de jóvenes y adultos sean atendidas por los gobiernos de sus países pues serán las mejores inversiones  en beneficio de sus pueblos.

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