Madrid (España), 27 de julio de 2013. Autor, Francisco Abad, Fundador de la Fundación Empresa y Sociedad.
Gestionar el inminente cambio demográfico es uno de los grandes desafíos de la sociedad española para los próximos años. Pero como no es urgente, el sector empresarial parece poco interesado. Y eso que es una oportunidad tanto de desarrollo de negocio, sobre todo si se considera el envejecimiento como un proceso activo que dura toda la vida, como de optimizar la forma de trabajar de las plantillas según su edad. A continuación presentamos algunas ideas para que ayuden a acelerar un debate que nos interesa a todos.
A nivel personal
A pesar de que todas las previsiones anticipan que pronto seremos el país más envejecido del mundo y de que el 90% de la población española cree que su pensión no le dará para vivir, la mayoría nos sentimos mejor que los de nuestra edad y seguimos considerando que el paso del tiempo solo afecta a los demás. Parece una morbosa verdad incómoda, secundaria y postergable, cuando tras la jubilación nos enfrentamos a un 30% de nuestra vida. Quizá sea porque, como se titula uno de los libros que estoy leyendo, Morir nos sienta fatal.
Sin llegar a pensar en el más allá, parecería lógico empezar a diseñar nuestro propio futuro para que sea activo y saludable, administrar los ahorros o pensar en cómo y dónde viviremos teniendo en cuenta que hoy la esperanza de vida ronda los 90 años.
Demografía, longevidad y discapacidad
Partimos de que somos más de 8 millones de personas mayores de 65 años, por encima del 17,4% del total de la población en España.
El grueso de la generación del baby-boom, nacida entre 1957-1977 (con edades entre 36 y 56 años), se encuentra en edad laboral. Cuando empiece su jubilación aumentará la presión sobre los sistemas de protección social porque no se producirá el relevo generacional necesario. Recordemos que en esas dos décadas nacieron casi 14 millones de niños, 4,5 millones más que en los 20 años siguientes.
En 1900 la esperanza de vida era de 34,8 años, y ahora es de 84,6 para las mujeres españolas y 78,5 para los varones. Un ritmo medio de casi un año más de esperanza de vida por cada dos años naturales.
La tasa de discapacidad crece con la edad. A los 80 años, más de la mitad de los españoles tiene problemas para actividades de la vida cotidiana. Como sigue creciendo la proporción de octogenarios, cada vez serán menores los recursos familiares disponibles para apoyar a los mayores.
Los sistemas de protección social
Hoy accedemos al trabajo cuatro años más tarde de lo que lo hacíamos a mediados los años sesenta, mientras que la edad efectiva de jubilación es de nueve años menos y la esperanza de vida veinte años más. En resumen, la sociedad española está pasando de recibir pensión durante cinco años a hacerlo durante treinta y cuatro, mientras que el periodo de actividad se ha reducido de 45 a 30 años. Una tendencia que hace difícil mantener los actuales sistemas de protección social, que representan casi el 30% del PIB.
La necesaria evolución de los sistemas de pensiones y sociosanitarios supone una responsabilidad y una oportunidad para todos.
Las instituciones
La Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento celebrada en Madrid en 2002 subrayó la transformación sin precedentes que tendrá lugar cuando el mundo pase de 600 a casi 2.000 millones de personas mayores en 2050 (del 10% al 21% de la población total) y el reto que supone aprovechar al máximo las capacidades de las personas de edad para participar en todos los aspectos de la vida. En esta línea, Naciones Unidas está organizando una Convención sobre Derechos de las Personas Mayores, prevista en 2015-2016.
Por otro lado, la estrategia Europa 2020 considera que el envejecimiento es clave para mantener su competitividad y prioritario nada menos que en su política de innovación. Uno de sus objetivos es aumentar en dos años la vida saludable en Europa durante esa década por tres vías: facilitando a los ciudadanos una vida más saludable, activa e independiente; impulsando productos y servicios que creen nuevas oportunidades de negocio; y mejorando los sistemas de servicios sociales y salud. Para ello considera prioritarios los capítulos de empleo, hogar y comunidad, por este orden.
Los investigadores y expertos
Los investigadores y expertos coinciden en que el envejecimiento producirá importantes efectos no sólo en las personas y las familias, sino también en la sociedad y la economía.
Sus estudios concluyen que las necesidades de la población mayor se centran en el ámbito sociosanitario, pero también en el tecnológico, las infraestructuras, el económico y el asistencial, por este orden. También en que hay varios sectores económicos con grandes posibilidades de negocio y, a la vez, con el reto del bienestar social como objetivo. Sin embargo apenas se ha investigado sobre la relación entre trabajo y envejecimiento, se pueden encontrar referencias en países en los que el baby-boom fue anterior al español.
La buena educación
Bajo esta perspectiva cobra especial relevancia educar sobre el envejecimiento en la familia, la escuela y la universidad. Pero también en la empresa, a la que dedicamos buena parte de nuestras vidas y nos permite observar cómo influye la edad en los valores corporativos, las oportunidades de negocio o la gestión de personas.
También es importante formar en el espíritu emprendedor de los mayores, en el sentido de que también pueden ser protagonistas, motor de cambio y líderes en el diseño de la sociedad y de su propio futuro.
Las empresas
En el mundo empresarial se presentan interesantes oportunidades, aunque todavía no ha empezado la batalla competitiva. Quizá porque pesan mucho tanto el día a día como ciertos tópicos relacionados con los mayores.
La oportunidad general
El envejecimiento poblacional plantea dos tipos de retos al mundo empresarial:
- Nuevos productos y servicios para el proceso de envejecimiento.
- Nueva gestión de las personas, incorporando la adaptación a las etapas de la vida laboral de sus plantillas.
Reflexionar sobre lo anterior es una oportunidad para la empresa que quiera profundizar en su estrategia sobre el envejecimiento como un tema transversal a diferentes áreas de su organización y empezar a ser referencia en un capítulo apenas abordado por la sociedad española y su tejido empresarial.
La primera barrera para avanzar suele ser la terminología. No todos los directivos se interesan por el concepto si se presenta bajo el término envejecimiento. Algunos prefieren hablar de cambio demográfico o de gestión de la edad, sobre todo si se articula como un proceso que se puede contemplar desde la madurez. Por eso es preferible romper amarras y pasar al fondo de la cuestión.
El cambio empieza cuando la empresa plantea el envejecimiento como un proceso que afecta a toda la vida de las personas en vez de como un suceso relacionado con cumplir 65 años. Se trata de pasar de observar el mercado como un nicho para mayores a hacerlo también considerando productos de previsión y planificación y sus componentes intergeneracionales y transversales para todas las edades. También tiene que ver con pasar de considerar la edad de la plantilla como factor de coste a hacerlo como una ocasión de simultanear la energía de los más jóvenes con la sabiduría de los más expertos. Y con plantear un posicionamiento en envejecimiento institucional y basado en alianzas estratégicas en vez de hacerlo en base a campañas tácticas. El cambio en propuesta de valor y ventaja competitiva parece claro.
Áreas de innovación en productos y servicios
La actividad económica relacionada con los mayores es una de las de mayor potencial de desarrollo para empresas y emprendedores. Entre las líneas abiertas se encuentran las siguientes:
- Abaratar los productos y servicios básicos para que se puedan seguir consumiendo con pensiones públicas decrecientes.
- Hacer más accesibles y fáciles de usar los productos y los servicios, su empaquetado y los canales de venta.
- Prolongar la vida autónoma en casa, incluso construyendo nuevos entornos residenciales que integren factores constructivos, técnicos y socio-emocionales.
- Adaptar viviendas, espacios públicos e infraestructuras de transporte.
- Adecuar la atención sociosanitaria y la oferta sobre dependencia.
- Fomentar el ahorro y la previsión.
- Facilitar el uso de la tecnología.
- Favorecer hábitos y ofrecer productos saludables.
- Considerar que las emociones se acentúan con la edad, por lo que la tecnología, el diseño para todos o la accesibilidad no serán suficientes en sí mismos.
Para ello habrá que tener en cuenta a los mayores a través de paneles de consumidores en el diseño de productos, no sólo para ellos sino también para otros públicos que requieran criterio y experiencia.
Incorporar la experiencia a la cultura laboral
Las políticas de diversidad en la gestión de equipos de personas no suelen contemplar la perspectiva de edad. Temas como evaluar la plantilla según sus años, apoyar el empleo de los trabajadores mayores y su tránsito a la jubilación, promover una conciliación entre vida laboral y personal que también tenga en cuenta circunstancias de edad, potenciar el uso de las TIC a lo largo de toda la vida laboral, contar con Consejos de Edad o explorar alianzas forman parte de las principales metodologías internacionales.
Se trata, entre otras cosas, de integrar la experiencia de los mayores y los nuevos conocimientos de los jóvenes y de plantear una vida laboral por fases, diseñando cambios de responsabilidad, funciones, tareas, horarios y remuneración a medida de cada empresa. Así se podrá evitar la correlación directa entre edad y coste que tan difíciles consecuencias está teniendo en trabajadores de edad próxima a la jubilación.
Vencer tópicos
También hay que vencer tópicos. Quizá el principal sea asimilar edad y declive general. Sin embargo, todos coincidimos en que la madurez es la etapa más fecunda para pensadores, artistas y muchos ámbitos del mundo empresarial. Y también en reconocer su importancia como referencia para familias y comunidades, incluso como pilar económico en esta situación socioeconómica, algo que no pensaríamos si estuvieran tan deteriorados como dice el prejuicio.
En relación con la actividad económica también es habitual menospreciar las posibilidades de los mayores como consumidores. Sin embargo, sabemos que el 95% de ellos reciben una pensión pública que les otorga un poder adquisitivo moderado pero seguro y que apenas están endeudados. El 80% tienen vivienda en propiedad y sus necesidades básicas cubiertas. Como han ajustado su nivel de gastos a la economía que les permite su pensión, su capacidad de compra es más o menos estable porque se plantean vivir al día más que ahorrar. Globalmente, los expertos ya sitúan su poder adquisitivo por encima del 50 % del total y auguran un continuo crecimiento. Todo ello sin considerar que el envejecimiento es un proceso susceptible de previsión y planificación y que el mayor tiene un cierto círculo de influencia, que amplían su efecto en la economía.
Debate abierto
La definición de estrategias relacionadas con la edad es todavía incipiente para las grandes empresas, sobre todo porque la presión cotidiana apenas permite considerar proyectos a medio plazo. Hay actividad en las áreas comerciales de algunos sectores, pero ni siquiera en ellos se puede decir que existan estrategias claras en el sentido de ser transversales a todas las áreas de la organización, como posiblemente requiere un tema tan rico.
El reto parece que es optimizar la relación de la actividad de cada empresa con el concepto de envejecimiento en sentido amplio, que es una muy buena oportunidad de coordinar desarrollo de negocio, diseño de nuevos productos y gestión de personas. Incluyendo el ámbito de las relaciones institucionales, la innovación, los servicios de estudios o la reputación. Seguro que en ninguno de ellos la empresa parte de cero, pero pensar y actuar de forma global y recibir aire fresco externo siempre abre nuevas perspectivas.
Fuente: Tencias21