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Madrid (España), 16 de octubre de 2014.  Por  Jorge Guarner (*). El progresivo y acelerado envejecimiento de la población que vive nuestra sociedad nos obliga a una profunda reflexión para abordar el futuro. El progreso social nos ha llevado, con los avances científicos y técnicos en el ámbito de la salud, a vivir más.

Actualmente, en España la esperanza de vida es de 79,4 años para los hombres y de 85,1 años para las mujeres. Se calcula que los niños y niñas que están naciendo hoy vivan ya más de 100 años. Los estudios estadísticos apuntan que en 2050, España será el segundo país más envejecido de Europa, con un 32% de la población mayor de 64 años y con 1,7 personas activas por cada persona mayor.

Nos encontramos, pues, ante uno de los retos más importantes que nuestra sociedad deberá de afrontar con valentía y sin dilaciones, si queremos superar el reto que tenemos ante sí. Lamentablemente, por ahora, este problema no forma parte prioritaria de las agendas políticas, ni de los medios de comunicación, ni tan siquiera de la propia sociedad. Sin embargo, si no actuamos pronto, el sistema amenaza con el colapso.

El envejecimiento supone un gran consumo de recursos, porque es sinónimo de cronicidad. La ciencia ha conseguido cronificar algunas de las enfermedades que anteriormente eran definitivas. El 70% del gasto sanitario español está destinado a atender las enfermedades crónicas. La mayor parte de ellos consumido por personas mayores y asumido por un sistema sanitario, que cura pero no cuida, y en el que una cama hospitalaria puede costar cinco o seis veces más que una sociosanitaria. Teniendo en cuenta que ya el 50% de los presupuestos de las Comunidades Autónomas se destinan a sanidad, no tenemos margen para más. El cambio de política se hace aún más necesario, y diría yo principalmente necesario, porque estas personas con enfermedades crónicas requieren de un tipo de cuidados especializados y un confort determinado que un centro sociosanitario puede dar mejor que el propio centro hospitalario, cuidando los aspectos sociales y familiares tan importantes para las personas atendidas.

En este sentido, Europa nos ha tomado la delantera y muchos de sus países han empezado ya a planificar sus necesidades, fomentando plazas de media estancia sociosanitarias residenciales de convalecencia, rehabilitación y de enfermos crónicos para evitar colapsos en los sistemas hospitalarios.

Si queremos preservar el estado del bienestar que llevamos tiempo construyendo entre todos, es necesario poner el énfasis en una atención más sostenible y usar el ámbito hospitalario para aquello en lo que realmente es eficaz y eficiente. Ello pasa por fomentar aún más la atención en el domicilio, la preferida por las personas, en la que los profesionales del ámbito de la salud y del ámbito social, con la incorporación de innovaciones como la telemedicina, permitirán una mejora de la calidad de vida y satisfacción del usuario. También es preciso resaltar la importancia de impulsar el desarrollo de centros residenciales especializados para aquellos usuarios que requieran de cuidados especiales, contribuyendo a que el ámbito hospitalario atienda los procesos agudos. Además, hemos de pedir a los partidos políticos y a las Administraciones Públicas valentía y determinación en una actuación unánime y decidida para dotar al Sistema de un marco estable y uniforme. Es necesario tener una normativa clara de acreditación de los servicios sociales y sanitarios y un sistema equilibrado de financiación público-privado que ofrezcan al sector seguridad jurídica.

Sin este marco, difícilmente se incentivará la inversión, ni el crecimiento necesario del sector, con el fin de proveer a la sociedad de los servicios de calidad que requiere.

No olvidemos que en el centro de este debate ha de estar siempre la persona. Estamos hablando de personas, personas mayores, con enfermedades crónicas o con algún tipo de dependencia social o sanitaria, que merecen un cuidado y un servicio profesional especializado de calidad.

(*) Jorge Guarner es Consejero Delegado – Director General SARquavitae.

Fuente: Madridiario

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