Madrid (España), 3 de marzo de 2015. Frente a la inexorabilidad de las pérdidas de la vejez, el psicogerontólogo Juan Antonio Salmerón plantea cómo está al alcance de cada persona decidir cómo será su propio proceso de envejecimiento. Salmerón participa como ponente en el ciclo de conferencias “Hacia un buen envejecer”, que se celebra en el Centro Cultural Las Claras Cajamurcia, con motivo del Año Gerontológico 2015. El ciclo se inaugura el próximo lunes 9 de marzo, con la ponencia “¿Por qué envejecemos? Preparar los segundos cincuenta años” del geriatra y delegado del Instituto Gerontológico del Mediterráneo-IGERMED, en España, Juan Dionisio Avilés.
– El título de su conferencia “Mi envejecer” sugiere el poder de decidir sobre nuestro propio envejecimiento. ¿Hasta qué punto es cierto?
“Mi envejecer” es ante todo una reivindicación frente a las posturas nihilistas de aquellas personas que apoyan la creencia de que nada se puede hacer en la vejez. Supone una mirada interior desde el punto de vista psicológico de análisis y reflexión acerca de cómo cada persona va construyendo su proceso de envejecimiento. Se basa en las premisas del grupo de investigación que a nivel internacional encabeza la profesora argentina Graziela Zarebsky, y que tienen que ver más con la biografía de cada persona y con la manera en que cada persona fue armando el curso de su propia vida.
– Si comenzamos a envejecer desde el momento en que nacemos, ¿cómo saber cuándo nos hemos hecho viejos?
La entrada en la vejez no está tan claramente determinada como lo pudieran estar para la generación de nuestros padres o de nuestros abuelos, o como lo puede estar la entrada en la niñez, adolescencia o adultez. La vejez engloba hoy en día, un período de la vida que puede abarcar más de 40 años. Si bien es cierto que comenzamos a envejecer, o como a mí me gusta llamarlo, a madurar, desde el mismo momento de nuestra concepción, creo de la misma manera que, no es tan importante saber el cuándo, esto obedece más bien a un dato normativo, cronológico, estadístico o puramente simbólico, lo que realmente es interesante para el ser humano es entender cómo nos hemos hecho viejos, de qué manera hemos llegado hasta ese momento de la vida, y sobre todo, en qué condiciones, lo que llevará a plantearnos con qué límites, y con qué recursos contamos para llevarlo a cabo.
– ¿Qué es lo primero que envejece: el cuerpo o el espíritu?
Dependerá de cada individuo. De hecho en una misma persona el orden en ocasiones puede invertirse a lo largo de su vida, y además, nos encontramos con personas que teniendo un cuerpo joven se sienten ya viejas, y personas viejas con un espíritu que en cambio se siente ilusionado, con proyectos y dinámico. Creo que lo importante en este caso no es el orden de los sumandos, sino el producto que resulte de ellos. El problema no está en las pérdidas, que son inevitables, sino en el modo en el que afronto lo perdido.
– ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar la vejez?
Creo que lo que nos cuesta, en realidad, no es tanto aceptar la vejez, puesto que, la mayoría de personas deseamos vivir más años, nadie conscientemente desea morirse, a no ser que se esté atravesando una crisis. Lo que es más difícil de aceptar o de afrontar es la enfermedad o la discapacidad. Pero no debemos olvidar que la vejez no es una enfermedad ni una discapacidad, sino una etapa más del curso de la vida, con todas sus posibilidades y alternativas. Desde ese punto de vista, creo que hay que desdramatizar la situación de entrada en la vejez, y mirarla desde otro punto de vista, con una mirada más optimista. No obstante, la generación actual de personas mayores no ha tenido modelos en los que poder fijarse para aprender cómo afrontar la vejez de manera satisfactoria, puesto que antes, entrar en la vejez no era un motivo de reflexión, ni ningún problema, entre otras razones porque la mitad de la población a principios del siglo pasado no superaba los 40 años de vida como promedio.
Tratamientos
-¿Cómo se pueden equilibrar el “yo ya no” frente a la idea de una vejez excesivamente idealizada?
Cualquiera de las dos posturas que me planteas se refieren a factores de riesgo psicológico, que de no ser corregidas pueden acarrear problemas en la vejez. No obstante el tratamiento de ambas es diferente. La primera, se refiere al complejo de vejez, a las creencias negativas que están instauradas en nuestra memoria colectiva y que hemos interiorizado, equiparando vejez a enfermedad, incapacidad o dependencia, y que nos podría llevar a un sentimiento de baja eficacia personal, de inutilidad o de baja valoración. La segunda postura nos llevaría a no entender que la vejez es la etapa de la vida donde más se pone a prueba nuestros propios límites. Desde mi punto de vista la idea clave es buscar la compensación de pérdidas con ganancias. Soportar momentos de vacío vital y de incertidumbres que por más que queramos aparecen en nuestra vida, con el desarrollo de nuevas capacidades. Asentar nuestra estima en el presente y no en el pasado.
– ¿De qué factores depende fundamentalmente el bienestar físico y psicológico de las personas mayores?
Pues dependerá de diversos factores, tanto biológicos, conservando unas buenas reservas físicas, como psicológicos, creando recursos emocionales-afectivos. También dependerá de mantener un grupo de amigos, tener apoyos sociales y familiares, así como homenajearnos con un rato cada día para nosotros. Influye, asimismo, realizar actividades culturales, de aprendizaje y de ocio. Todo ello nos permite desarrollar un proyecto de vida dentro de lo que se conoce como envejecimiento activo.
– Se considera que la edad de envejecimiento se ha retrasado en unos diez años. ¿Es posible seguir en esa línea o hemos llegado al tope?
Efectivamente, en la actualidad existe consenso en el límite de supervivencia. Según las investigaciones realizadas, está en los 120 años en los seres humanos, por lo que entendemos que alcanzar los 100 años va a ser en unas décadas un hecho que se va a democratizar en nuestro país. Ahora bien, para llegar a cumplirlos habrá que saber envejecer, y para ello, todavía tenemos una amplia capacidad de mejora.
– La sociedad está mucho más concienciada sobre la necesidad de cuidarse en la alimentación, el ejercicio físico y la actividad mental. ¿Estamos aún lejos de alcanzar una situación ideal?
Desde luego que sí. El primer paso para que se produzca el cambio hacia conductas saludables es la toma de consciencia, pero esto no es suficiente. Ahora lo que necesitamos es saber cómo se hace ese cambio correctamente, podríamos decir que somos conscientemente incompetentes, y creo que desde la gerontología y la geriatría se han acumulado muchos conocimientos en la última década que nos pueden ayudar en este sentido.
–La situación de las familias hace que cada día sea más difícil cuidar de los mayores pero contar con ayuda externa tampoco está al alcance de todo el mundo, ¿cuál cree que es el futuro de los cuidados asistenciales?
No podemos volver al paradigma de la caridad y la beneficencia en salud, para ello tenemos que poner en valor la red asistencial de residencias, centros de día, y centros para mayores de primerísimo nivel que tenemos en Murcia. A ello hay que añadir que en nuestro entorno la familia sigue teniendo un papel fundamental de apoyo y soporte para los cuidados de larga duración, pero necesitan que a nivel institucional se reactive la asistencia sanitaria de trinchera, y se potencie la ley de dependencia.
Fuente: Las Provincias