Bogotá (Colombia), 4 de diciembre de 2015. Por Laura Patricia Delgado Puentes. Entre la soledad y el abandono, así termina la vida de muchos ancianos en Bogotá que con indolencia son dejados a la deriva como trastos viejos cuando llegan a la edad del olvido. Ante nuestros ojos, las calles bogotanas se han venido convirtiendo en asilos sin techo, sin presupuesto y sin amor, nuestros abuelos, que tanto le han aportado al país, están recorriendo la ruta de la miseria y la soledad al ser abandonados por sus familias y por el Estado.
Paralelamente, cabe resaltar que las proyecciones más recientes realizadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística-DANE muestran que para el año 2020 habrá en el país alrededor de 6.500.000 personas mayores, lo que marca un crecimiento del 39,2 % con respecto al año 2011. Con ello, Bogotá sería la ciudad que mayor crecimiento porcentual tendría para ese año, con un 55 % de la población adulta del país, lo cual invita a generar reflexiones sobre las posibles políticas, programas y planes para enfrentar este fenómeno en materia de salud, pensiones, y bienestar social.
En suma, muchos de nuestros ancianos se encuentran en una situación de abandono y discriminación no sólo por parte de su núcleo familiar, sino como integrante de la sociedad. El hecho de vivir esta situación, refleja como en la actualidad se está dejando de lado el factor humano, pues con la vejez llega un periodo en el que se ha terminado la vida productiva (fuera de la cadena económica productiva), que trae consigo una etapa angustiante, caracterizada por la marginación y la poca valoración social. De hecho, el adulto mayor atraviesa una crisis de valores fundamentada en un capitalismo inhumano, en el que son considerados por el sistema como objetos inservibles, pues efectivamente, pareciera que la calidad de vida estuviera estrechamente relacionada con su grado de “funcionalidad” en la sociedad.
Fuente: Las2Orillas