Montes de Oca añadió que la interdisciplina desempeña un papel principal, pues desde la sociología toda construcción social ha desarrollado una relación con antropólogos y psicólogos, entre otros, para armar una composición interdisciplinaria y cada una trata de entender cómo se dan las construcciones sociales del cuerpo que envejece.“En la literatura observamos que la edad es un punto de quiebre y la etiqueta de viejo se ha institucionalizado. En muchas culturas no sucedió así, incluso en algunas zonas rurales e indígenas eso no cuenta, pero en las urbanas y occidentalizadas, sí”, señaló la investigadora del IIS. Por otra parte, manifestó que mujeres y hombres envejecen de forma diferente en las sociedades patriarcales. Ellos aún envejecidos tienen más poder y el papel de ellas es más corto en la sociedad para luego resurgir en la vejez.
“El sector socioeconómico también cuenta, porque no es lo mismo envejecer en la UNAM que en el campo, o como un trabajador de la construcción. En la literatura más reciente, el cuerpo usado en el mercado de trabajo, en distintos tipos de actividades, obviamente genera distintos organismos avejentados y enfermos”, refirió.
Actualmente, apuntó, hay 22 sinónimos de viejo, la mayoría peyorativos. Se asocia al cuerpo menguante con un problema social. Por fortuna, hoy esa etapa se visualiza diferente, como el aumento de vida en el caso de las mujeres en Bolivia, donde ha mejorado en los últimos años, o el trato dado a los nonos en Argentina, por citar ejemplos. En estos tiempos, los cuerpos viejos no son pasivos, por el contario, están dinámicos en la sociedad, como las Abuelas de Mayo, en Buenos Aires. En México, indicó, se marcan diferencias entre los ancianos del norte y del sur en cuanto a enfermedades, actividades y profesiones que desempeñaron.
Fuente: Voz Universitaria