Es preciso debatir los desafíos asociados al envejecimiento de la población de Nicaragua

Managua (Nicaragua), 15 de abril de 2014. Por Adolfo Acevedo Vogl, coordinador de la Comisión Económica Coordinadora Civil del Gobierno de Nicaragua.

La dinámica de la población está trayendo novedades cuyas implicaciones no alcanzan a ser asimiladas. La tasa global de fecundidad, que en los 50-70 era de alrededor de siete hijos por mujer se ha reducido a solo 2.4, y se estima que en solo 15 años más habrá caído por debajo del umbral que permite que el tamaño de la población permanezca al menos constante.

El resultado ha sido un abultamiento inicial de la población joven como porcentaje de la población total, que alcanzó su máximo histórico en 2010, pero que a partir de entonces comienza un proceso de declinación. Paralelamente estaremos asistiendo al rápido incremento de la proporción de personas mayores, la cual en tres décadas más habrá sobrepasado el umbral por encima del cual se considera que un país alcanzó la fase avanzada de envejecimiento. En cuatro décadas más, cuando nuestros veinteañeros estén arribando a la edad de retiro, Nicaragua exhibirá el mismo grado de envejecimiento que el que muestran hoy los envejecidos países europeos. El resultado es que habrá cada vez más adultos mayores por cada persona joven y por cada persona económicamente activa.

Las consecuencias de este cambio en la estructura de edades de la población amenazan con ser verdaderamente telúricas, y el país debe discutir si está adoptando las medidas para hacer frente a los enormes desafíos que esto conlleva. Sin embargo, parece existir un rechazo generalizado a abordar estos desafíos, como si ignorando el problema y su magnitud, este fuese a desaparecer.

Cuando se discutieron las reformas al sistema de pensiones del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social-INSS resultó casi imposible lograr que se abordaran las implicaciones del proceso de envejecimiento que está detrás de los problemas de viabilidad futura de dicho sistema.

Pero recuérdese que las reformas efectuadas solo aspiran a extender el periodo de solvencia del INSS hasta 2036, precisamente cuando el proceso de envejecimiento adquirirá un ritmo apabullante. De 2036 adelante la solvencia del programa de pensiones del INSS resultará extremadamente difícil —sino imposible— de asegurar, si se mantienen las actuales tendencias en materia de empleos, productividad e ingresos.

Será necesario que, para ese momento, la productividad media por persona económicamente activa sea por lo menos diez veces superior a la actual para que el número cada vez menor de trabajadores sea capaz de generar los recursos para sostenerse a sí mismos y lograr niveles de vida crecientes y a la vez asegurar niveles de vida dignos para el número en aumento de adultos mayores.

Para lograrlo el país debería estar efectuando, desde ahora, un esfuerzo de inversión en capital físico y humano que debería casi duplicar el actual. Las cifras indican que se está lejos de que este esfuerzo siquiera inicie.

También debería promover un proceso dinámico y de gran envergadura, de transformación estructural y diversificación acelerada de su economía que asegure que la población joven y económicamente activa en lo sucesivo encuentre predominantemente empleos de productividad elevada y creciente.

Esto implicaría no sólo desarrollar un esquema de políticas macroeconómicas y sectoriales o mesoeconómicas consistentes entre sí que ofrezcan los incentivos necesarios para tal transformación, sino establecer las instituciones de fomento financieras y tecnológicas que la hagan posible. Pero sobre todo implicaría un grado de cohesión social que permita concentrar los esfuerzos y recursos del país en este empeño de largo plazo, lo cual solo será posible si se cambia la manera en que se adoptan las decisiones en nuestra sociedad y si se adoptan las medidas que hagan posible crecientes niveles de equidad.

Nada de lo que se ha planteado es sencillo, todo lo contrario. Se trata de desafíos formidables. Pero se trata de desafíos que vale la pena enfrentar y no son imposibles de tratar. Sin embargo, para iniciar, al menos se debería comenzar a debatirlos en serio.

Fuente: La Prensa 

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