Skip to main content

Medellín (Colombia), 24 de diciembre de 2015. Al final de un largo pasillo se encuentra Bernarda del Jesús Berrío y Orlando Muñoz. Están sentados, ven las ramas de los árboles, por ratos se cogen de la mano, se acarician los brazos y la espalda. Hablan pausado, a veces al oído, casi en secreto.

Los dos se conocieron hace tres años en la Colonia Belencito, proyecto de asistencia para el adulto mayor de la Alcaldía de Medellín, que ofrece atención integral a las personas mayores de 68 años en alto grado de vulnerabilidad social y económica.

Para Bernarda, que está en silla de ruedas, ese viejo de 68 años es su compañía, con él encuentra amistad, risas y momentos de dicha: “no fue amor a primera vista, solo nos fuimos enamorando. Él se presentó y me fui enamorando”.

Como ellos, son 291 personas mayores las que atiende el hogar de paso Belencito, además de otros 793 que están en otros 15 hogaresque componen la Red de Asistencia Social de la Secretaría de Inclusión Social.

Según Martha Figueroa Argote, directora técnica de la Unidad de Personas Mayores Amautta, el objetivo es garantizar la protección, seguridad y cuidados adecuados para tener una vejez en condiciones dignas y “lo más activa y saludable posible de acuerdo con sus capacidades”.

Los adultos mayores que llegan acá presentan enfermedades crónicas, tienen desnutrición, algunos vienen de la calle y han consumido drogas, por lo que presentan trastorno afectivo bipolar, demencia y esquizofrenia. Otros viven en casas en mal estado con algún familiar. También son abandonados en los hospitales o lugares públicos”, dijo Wadher Uribe, coordinador Colonia Belencito.

Por eso, al llegar al hogar de paso son examinados por enfermeras, médicos, trabajadores sociales, fisioterapeutas y nutricionista, que identifican las enfermedades físicas y mentales. De acuerdo con esto los ubican en cualquiera de los tres pabellones, según las capacidades y funcionalidad del adulto mayor.

“¿Siente algún dolor? ¿De dónde viene? ¿Quién lo trajo? ¿Tiene familia? ¿Le duele si le oprimo acá?” son algunas preguntas que los especialistas les hacen a la entrada de Colonia. Allí, sentados, en el pasillo principal, van contando sus problemas, sufrimientos y dolores.

El mismo día de entrada les asignan una cama en uno de los pabellones y de forma instantánea son incorporados a las actividades y talleres diarios. Hay cursos de manualidades, modistería, danzas, jardinería, además de aeróbicos y gimnasia.

El lugar, ubicado en el barrio Santa Mónica (comuna 12, La América), cuenta con espacios amplios: salones, pasillos, prados, arbustos y jardines repletos de flores. Solos o en compañía, se los ve caminando, cogiendo mangos y otras frutas de los árboles.

A algunos de ellos asiste Amada Herrera, que lleva tres años en el lugar. Para ella la compañía y la solidaridad de las personas que trabajan allí la motivan a participar de las actividades, a salir al aire libre y disfrutar del paisaje.

La mujer, de 72 años de edad, contó que nació en San Basilio de Palenque, corregimiento del municipio de Mahates, en el departamento de Bolívar. Llegó a Medellín siendo apenas una “muchachita loca” de 10 años: “pensé que me iban a tratar mal por ser negra, como la gente es tan racista”, dijo.

Durante más de 40 años trabajó como empleada doméstica, cocinando, cuidando y dándoles amor a niños ajenos.

Crié a muchos niños. Los recuerdo como si fueran mis hijos, pero ellos ni saben quién soy, ni se acordarán de mi, menos sus papás. Pero para que remover el pasado”, dijo Amanda, mientras unía retazos de tela sobrante de la confección de una falda.

A diferencia de Amanda, que está en buenas condiciones de salud, hay también adultos mayores que presentan demencia, tienen Alzheimer u otras enfermedades psiquiátricas y cerebrales. Una de ella es Teresita, de 76 años de edad, que se encuentra en el pabellón de dependientes, pues está al cuidado constante de médicos y enfermeros.

Acostada en una camilla electrónica, Teresita recuerda que siendo muy joven se casó con un periodista, pero este la defraudó con la infidelidad. También habló de su hijo, que fue asesinado en Cartagena. Evoca, por fragmentos, el pasado y el presente. Pero de repente pierde la memoria y comienza a desvariar.

A Teresita la visitan algunos amigos, pero no hay rastro de su familia, sólo se sabe que, en efecto, su hijo murió. Así que cada vez se va enfermando, su cuerpo se encoge y sus recuerdos se desvanecen en soledad.

La constante en este lugar es el abandono por parte de sus familiares. Por eso acá tratamos que la vida y la vejez de estas personas sea más llevadera”, dijo el médico general, José Mauricio Carbona

Observatorio de vejez

La Unidad de Personas Mayores lanzó el Observatorio de Envejecimiento y Vejez, que tendrá como objetivos recolectar, procesar y analizar información, basada en evidencias, sobre el proceso de envejecimiento, además de brindar información de los servicios dirigidos a esta población.

El proyecto fue construido como un aplicativo Web que soporta el seguimiento a la Política Pública, a través del Plan Gerontológico de la ciudad.

La aplicación permite crear salas temáticas, para recopilar y difundir información. Además, las personas informar o denunciar si conoce a una persona de la tercera edad en estado de vulneración.

Fuente: El Tiempo

Leave a Reply