Buenos Aires (Argentina), 18 de marzo de 2015. La felicidad, por elección, en todas las etapas de la vida y más allá de las circunstancias. Así podría resumirse uno de los hallazgos del informe del Barómetro de la Deuda Social llevado a cabo por Universidad Católica Argentina y la fundación Navarro Viola. En esta ocasión el estudio se ha centrado en la población adulta mayor. Entre otros aspectos se analizó la autosatisfacción con la propia vida.
Según los resultados, el 84,6% de los argentinos mayores de 60 años se define como una persona feliz. «No es un dato menor. Es la inmensa mayoría. Esperábamos encontrar más gente infeliz, dado que ocho de cada diez personas de esa edad viven con la jubilación mínima«, apunta Enrique Amadasi, doctor en sociología y coordinador del capítulo adultos mayores del Barómetro de la Deuda Social.
Para llegar a tal conclusión, se analizaron las respuestas de unas 6000 personas durante las encuestas de monitoreo hechas entre 2010 y 2013. Los resultados son representativos de un universo de seis millones de mayores de 60 años que viven en el país.
¿Quiénes son muy felices? Se identificaron tres grandes grupos entre quienes dieron esa respuesta: el primero es el de las personas de estratos socioeconómicos altos. El segundo, el de los que se percibían como personas sanas. Y el último: aquellos que viven en su casa con personas de su misma edad. Esto es, con su pareja.
Hay que aclarar que el estudio «Condiciones de vida e integración social de las personas mayores ¿Diferentes formas de envejecer o desiguales oportunidades de lograr una vejez digna?», no se focaliza en las razones que llevan a las personas de mayor edad a ser felices. «Somos un barómetro de la deuda social, estudiamos aquello que falta«, aclara Amadasi. En cambio, busca comprender qué factores sociales, ambientales, económicos, entre otros, hacen que un 15,4 % se sienta infeliz.
¿Influye la edad? A juzgar por los resultados, el proceso de envejecimiento incide directamente en el aumento de la infelicidad en la población.
Sin embargo, si bien la felicidad disminuye a medida que pasan los años, los investigadores encontraron que tiene un declinar mucho más leve que el que se podría imaginar: entre los mayores de 60 años hay apenas un 8% más de personas infelices que entre quienes tienen entre 18 y 35 años.
Según el estudio, a medida que pasan los años, no somos más felices, pero en cambio alcanzamos con mayor frecuencia la paz espiritual. «En los años de juventud hay más ilusión. En cambio, alguien mayor vive lo que le toca con una cuota mayor de realismo. Logró o no logró. No hay mucho más«, explica Amadasi. La edad en la que más se incrementa el sentimiento de infelicidad es a los 60 años. «Entonces ocurre la última gran crisis de la vida. Suceden cambios en la composición familiar. Se van los hijos, empieza un deterioro de la salud, en muchos casos se acerca la jubilación… son muchos cambios. Pasada esa crisis, el crecimiento de la infelicidad se desacelera. Y se empieza a ser feliz de otra manera«, detalla el especialista.
El concepto de «felicidad» como un objetivo a alcanzar, como un valor en sí mismo, caracteriza a las generaciones más jóvenes, pero es reemplazado por el de paz interior entre quienes más años han vivido.
En el estudio, el 83,6% de las personas mayores de 60 años declaró que siente paz espiritual. «Esto es una buena noticia en sí misma, no debe pasarse por alto«, dice el documento.
¿A qué factores está asociada la paz espiritual? «Aumenta con la edad, como si se tratara de una especie de bonus que se consigue con el tiempo vivido«, dice el informe.
¿El dinero hace a la felicidad? Sin caer en un reduccionismo clasista, el estudio de la UCA traza una relación directa entre la felicidad y el nivel educativo y socioeconómico. «Probablemente no, pero la carencia de recursos sí hace a la infelicidad«, aporta el investigador.
«Recursos de todo tipo: afectivos, de salud, psicológicos y económicos. Todos ellos tienen una gran incidencia durante el proceso de envejecimiento. Por eso podemos decir que la felicidad varía según el nivel socioeconómico«, agrega.
Los números de la encuesta indican que sólo el 10 % de las personas mayores de 60 años del estrato socioeconómico más alto dijo sentirse infeliz, contra el 20,9 % de las personas mayores del estrato más bajo.
Algo similar ocurrió al analizar el nivel educativo. Aquellos mayores de 60 años que no terminaron la secundaria son más infelices que los que concluyeron sus estudios.
Dime con quién vives
La felicidad en la edad adulta tiene que ver con dónde y con quién se vive. Así, vivir solo es el factor que más contribuye a la infelicidad. Según el estudio, las personas mayores que viven solas son las más infelices.
«El mayor grado de infelicidad del estudio se encontró entre las personas mayores que viven solas: son el 21,8 %», explica Amadasi. Fueron más incluso que las personas de bajos recursos que se sienten infelices: el 20,9%. «Vivir con alguien lo aleja a uno de la infelicidad«, agrega.
Sin embargo, el ideal para este grupo no es vivir con los hijos o los nietos.
«En general, se vive con la familia ampliada por necesidad y no por gusto. Y en la mayoría de los casos eso implica que no haya suficiente espacio, entre otras cosas«, explica el sociólogo.
En cambio, el tipo de hogar que más ahuyenta el sentimiento de infelicidad es aquel en el que se convive con otras personas mayores.
«Básicamente parejas de edad. Cuando uno de los dos queda solo, principalmente por viudez, y pasa a vivir solo, la infelicidad se duplica«, explica el estudio.
«Vivir solo pesa mucho. El que vive solo es muy vulnerable«, dice Amadasi. Según cifras oficiales, uno de cada cinco adultos mayores en el país vive solo.
Percibirse como alguien sano es un factor que condiciona a la felicidad. La diferencia entre quienes declaran tener muchos problemas de salud o padecer enfermedades y quienes no es enorme: del 20,2 % al 11,1 %
Amadasi pone el acento en la autopercepción de la salud más que en la salud en sí misma.
«Vale aclarar que una de cada dos personas mayores, aún con estados de salud críticos, se consideró a sí misma alguien muy feliz«, dice el estudio.
El estudio también delineó cinco grandes deudas sociales con las personas mayores en materia de hábitat, vivienda y derecho a la ciudad. La primera es la falta de un entorno saludable: el 40% de las personas mayores reside en barrios con problemas de desagües e inundaciones. La segunda gran deuda, en cuanto a su extensión, son las cloacas: el 30,5% de las personas de este segmento no está conectado a la red.
El tercer déficit es medioambiental: el 30,6% de los mayores de 60 años reside cerca de basurales, de quemas, de fábricas que contaminan, de espejos de agua contaminados o soportan distintas plagas urbanas.
El desigual acceso a la conexión domiciliaria de gas es la cuarta deuda: alcanza a una de cada 5 personas mayores. La última es el déficit de espacios verdes de recreación y esparcimiento, que afecta al 19% de las personas mayores.
Fuente: La Nación