«La sociedad debe ganar en cultura gerontológica»

La Habana (Cuba), 14 de noviembre de 2013. Un nuevo desafío ocupa hoy las agendas de los Estados en el mundo. El envejecimiento poblacional es un fenómeno palpable en las sociedades, con sus consecuentes impactos sobre la salud, la familia, la actividad económica y los presupuestos de seguridad y asistencia social.

Cuba, con un 18,3 % de su población mayor de 60 años según estadísticas oficiales publicadas en el Censo de Población y Viviendas del 2012, es uno de los países más envejecidos de América Latina y está previsto sea hacia el 2050 uno de los más envejecidos del mundo. Con 2.410.392 adultos mayores (más de 60 años) en su población, ¿cómo se prepara nuestra sociedad para asumir los retos que implica el envejecimiento?

Alberto Fernández Seco, Jefe del Departamento de Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud Mental del Ministerio de Salud Pública, identificó como causas principales de este fenómeno la baja natalidad y el aumento de la esperanza de vida.

«Nuestro país tiene una esperanza de vida de 78,97 años, 76 para los hombres y 80 para las mujeres, aunque es interesante destacar la esperanza de vida de las personas que llegan a los 60 años, que es de 22 años más y la de los que llegan a los 80 años, de unos 8.8 años más», explicó el especialista.

Fernández Seco agregó que desde el año 2010 Cuba no cuenta con reemplazo de fuerzas productivas, pues la curva de las personas de 0 a 14 años se unió a la de los que llegaban a los 60 años. De ahí en adelante aumentan los que llegan a 60 y disminuye el grupo de 0 a 14, lo que hace el escenario demográfico más complejo. Datos del propio Censo del 2012 arrojaron que ese último segmento es el 17,3 % de la población. «Somos el primer país en América Latina donde ocurre, a lo que se suma que tampoco contamos con reemplazo poblacional, es decir, garantizar que cada mujer tenga una hija».

Los cuidados como prioridad

Históricamente los sistemas de salud han sido diseñados para atender problemáticas materno infantiles, o enfermedades de corta duración, que no ocasionaban discapacidad. Con el envejecimiento poblacional, se les adiciona un nuevo reto: los cuidados. Desarrollar y transformar los servicios asistenciales para enfrentarlo es tarea urgente, y en este propósito resulta vital la atención primaria.

Los círculos de abuelos son espacios de socialización diaria para los adultos mayores. En cuba hay un total de 13 mil 189 círculos, a donde asiste más del 40 % de la población adulta mayor.

El doctor Fernández Seco señaló que en dicho aspecto Cuba tiene ventajas, pues desde la década del 80 ha desarrollado el programa del médico y la enfermera de familia, pilar fundamental para la atención a la población adulta mayor dentro de su entorno.

Con el índice de envejecimiento actual y futuro de la población cubana, garantizar el cuidado a los adultos mayores es una de las principales dificultades que enfrenta la familia, lo que provoca la salida del empleo de personas con capacidades laborales plenas, siendo las más afectadas las mujeres, quienes asumen mayoritariamente la atención de los mayores.

«Existen otras demandas de cuidados, además de los servicios de salud, como las casas de abuelos y los hogares de ancianos, que son instituciones del sistema de salud pública. En ambas, tanto en las casas como en los hogares, los ancianos se insertan en actividades culturales y de rehabilitación que los mantienen socialmente activos», informó el especialista.

Las casas de abuelos son un modelo de atención diurno, caracterizado porque el adulto mayor no sale de su medio y permite a la familia trabajar. Son atendidos por trabajadores sociales, muchas veces licenciados en rehabilitación social y ocupacional. Por su parte, «el hogar de ancianos es para las personas que no se les puede garantizar la atención en su comunidad y necesitan por ello ingresar en esta institución; aunque siempre trabajamos el retorno al medio si se modifican las condiciones que motivaron el ingreso. Estas últimas instituciones cuentan con equipos multidisciplinarios de atención médica, por lo que los ancianos reciben interconsulta de todas las especialidades necesarias».

Fernández Seco llamó la atención sobre las solicitudes de la población para estas instituciones, las cuales en su opinión, son menores que las necesidades reales, aunque siguen siendo superiores a las capacidades existentes, problema que se agudiza en el caso de las personas con discapacidad. «El 20% de los adultos mayores se considera que pueden ser frágiles o en estado de necesidad. De ellos el 1% puede vincularse a casas de abuelos, incluyendo una modalidad que se va a implementar de forma experimental a partir del 2014, para personas con discapacidad».

Hoy en día «los pacientes con demencia y otros padecimientos no pueden asistir a estas instituciones y la familia tiene que dejar de trabajar para cuidarlos, o llevarlos a los hogares de ancianos. Actualmente, un 0.6 % del mencionado 20 % de ancianos en estado de necesidad demanda el ingreso en los hogares de ancianos, cifra que va en aumento», señaló.

De acuerdo con las investigaciones más recientes, alrededor de 130.000 personas padecen Alzheimer en Cuba, número que se incrementará en 2,3 veces para el año 2040. Es decir, habrá 300.000 personas con demencia, el 2.7 % de la población cubana. Según estudios recientes, más del 50% de estas personas necesitan cuidados permanentes o parte del tiempo.

Cuba dispone actualmente de 230 casas de abuelos, con una dotación de 7.398 plazas, y se estima que un total de 20.144 adultos mayores demandan este servicio. Asimismo, existen en Cuba 127 hogares de ancianos, con unas 9. 287 camas, informó Fernández Seco. «Estamos trabajando en la recuperación de camas desactivadas en hogares de ancianos por problemas constructivos, para llevar al máximo la capacidad de ingreso, y está propuesto incrementar en 13 la cifra de hogares en el periodo del 2013 al 2015. Igualmente se prioriza la reparación de las casas de abuelos (que se incrementarán a 140 en igual periodo) y la implementación de casas para ancianos con discapacidad, dependiendo del comportamiento del envejecimiento en cada territorio», enfatizó.

Cultura gerontológica… Una necesidad social

El envejecimiento poblacional es un fenómeno ya en curso y hacerle frente es una necesidad del país, de ahí que se implementen estrategias de inmediato, a fin de garantizar una infraestructura suficiente y mayor calidad de vida a los adultos mayores. Sin embargo, el papel de las familias en la educación de los más jóvenes, y de la toda la sociedad en el cuidado de los adultos mayores es esencial.

Llegar a los 60 años no significa de manera alguna limitaciones, en cuanto a sentirse socialmente activo se refiere. Es una nueva etapa de la vida, con sus características propias, y en la que se puede ser feliz, insistió el especialista, que destacó la labor de las Cátedras del Adulto Mayor y de los círculos de abuelos. Estos últimos cuentan con la incorporación de más del 40 % de la población adulta mayor. «Su función es la socialización del anciano, que tenga un momento del día para su esparcimiento y se aleje de la carga que ocasiona las labores domésticas y el cuidado de los nietos o la familia».

Fernández Seco destacó la importancia de la preparación de todos los profesionales que trabajan directamente con adultos mayores.

Actualmente el país tiene en el sistema de salud 279 especialistas en geriatría y gerontología y 137 residentes en formación de la especialidad. En relación a la necesidad de incrementar la formación de los geriatras, Fernández Seco destacó que «lo importante sería preparar a todos los especialistas, técnicos y personal de servicio que laboran directamente con el adulto mayor. Preparar a la población toda, que muchas veces por desconocimiento ocasiona maltrato a los ancianos. Si no sabemos que es necesario darles agua frecuentemente aunque no la pidan, si los muebles dentro de la casa están ordenados de manera agresiva al anciano, si no tenemos en cuenta que el cambio continuo de espacio puede desorientarlos, los estamos maltratando».

«La sociedad debe ganar en cultura gerontológica, o lo que es lo mismo, aprender a convivir en armonía y salud con los ancianos. Todavía los medios de difusión ubican al adulto mayor en una posición de desventaja social, casi siempre como una persona dependiente, que no es capaz de tomar iniciativa y formar parte del desarrollo de la sociedad. Suponemos muchas veces la vejez como discapacitante, y hay que tener en cuenta que el envejecimiento no es una enfermedad, se puede llegar a edades avanzadas de la vida sin padecer discapacidades», enfatizó el doctor Fernández Seco.

El envejecimiento es un reto que Cuba tiene por delante, y en ello la profilaxis de salud, la educación y la sensibilización de los ciudadanos es esencial, de modo que vivir más tiempo signifique también vivir mejor.

Fuente: Gramma

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