Buenos Aires (Argentina), 24 de noviembre de 2013. El abuso económico, la pobreza, la exigencia de que cumpla con su rol de cuidadora y el acceso desigual a lo largo de su vida a educación y salud son las formas de violencia de género más comunes hacia las mujeres mayores, según coincidieron especialistas en gerontología con motivo de la celebración el día 25 del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
«El abuso psicológico y económico son los tipos de violencia más habituales hacia las personas mayores, pero esto se potencia en el caso de las mujeres, quienes, en principio, ya sufren dos tipos de discriminaciones: por su género y por su edad», dijo Mónica Roqué, titular de la Dirección Nacional de Adultos Mayores-DINAPAM (Ministerio de Desarrollo Social).
En el marco de celebrarse el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, Roqué explicó que «el principal ámbito donde la mujer mayor es maltratada es la familia, que en ocasiones busca disponer de sus recursos económicos incurriendo en el maltrato psicológico, limitando la autonomía de la persona no sólo para disponer de sus bienes sino para tomar cualquier tipo de decisión».
«No obstante -destacó- en estos casos la persona mayor recurre a otro familiar para pedir ayuda, es decir que la contención sigue estando entre su entorno».
En este contexto, la médico especialista en vejez Lía Daichman explicó que «la viudez, que es una característica del envejecimiento femenino, aumenta la vulnerabilidad porque se genera una mayor presión por sacarle los recursos». Daichman, que fue presidenta de la Red Internacional para la Prevención del Abuso y Maltrato en la Vejez-INPEA, y por lo tanto aporta una mirada mundial sobre el tema, ejemplificó con un extremo cómo esa violencia económica puede llevar a la física e incluso al femicidio: «en 2004 mataron en Tanzania a 400 viudas para quedarse con sus tierras bajo el pretexto de que eran brujas».
Otro aspecto que ambas entrevistadas destacaron de la vejez femenina es la pobreza. «Muchas mujeres que hoy son mayores no pudieron salir de sus casas a trabajar, otras lo hicieron pero en el mercado negro y las que lograron empleo en blanco cobraron menos que los hombres por igual tarea», sostuvo Daichman. «La consecuencia de esto son mujeres sin jubilaciones ni prestaciones sociales o con jubilaciones inferiores a los hombres, aunque en este aspecto Argentina se encuentra un paso adelante gracias a la jubilación de amas de casas, que garantizó no sólo un ingreso mínimo sino el acceso a la seguridad social». No obstante, indicó, «una forma de discriminación de género es que la mujer deba jubilarse cinco años antes que el hombre: creemos que la jubilación es un derecho por tanto debe ser optativa y para todos a la misma edad».
«La otra forma de violencia típica es la exigencia de cuidado. La mujer cuidó a sus hermanos menores, a sus hijos, a sus padres, a su marido y cuando ella requiere de cuidados se encuentra sola», indicó Mónica Roqué, y «es por eso que la población institucionalizada es predominantemente femenina». Y continuó: «En realidad, la vejez es fundamentalmente femenina porque, si bien nacen más hombres que mujeres, a partir de los 60 años esa relación cambia drásticamente, de hecho la esperanza de vida de una mujer en Argentina es de 80 años, mientras que la del hombre es de 73». La consecuencia de esto es que la mujer tendrá mayor discapacidad y más enfermedades, aún sin tener un envejecimiento patológico.
Pero más allá de no tener quién la cuide, lo que en muchos casos recaerá en una mujer joven, el problema central de los cuidados identificado por Daichman es que su «costo financiero y emocional es escasamente reconocido».
«También existe una sobre-exigencia de su rol de abuela cuidadora. Las personas disfrutamos de los nietos pero hay casos en los que la mujer-abuela no puede disponer de su tiempo para estar al servicio de sus nietas o nietos, y esto también es un abuso», aseguró Daichman.
En el plano de la salud la especialista indicó que a nivel mundial «los estados invierten poco en la mujer después de la menopausia, es decir, no hay servicios específicos con una mirada de género y gerontológica a la vez». Y a modo de ejemplo, mencionó «la falta de campañas para concientizar que debe seguir haciéndose controles ginecológicos, entonces tenemos mujeres que llegan con cáncer de mama avanzado a los 70 u 80 años, así como no hay campañas que informen sobre el VIH».
«La falta de educación e incluso el analfabetismo en las personas mayores también se da mayormente en las mujeres, por esas mismas causas de restricción a la vida doméstica», sostuvo Roqué. Sin embargo, “comienza a haber nuevas generaciones de mujeres que han luchado desde el movimiento feminista, que ya se separaron o que se animan a separarse siendo mayores, que disfrutan libremente de su sexualidad y que comienzan a romper con el paradigma machista dominante», apuntó la funcionaria.
Fuente: El Comercial