Quito (Ecuador), 12 de diciembre de 2013. Por Vitoriano Albito Orellana. Retorno a la defensa de los adultos mayores, gracias al espacio que me brinda este diario al permitir la difusión de nuestros criterios, aspiraciones y comentarios de cómo vemos y entendemos la visión de la sociedad, de quienes forman parte de los gobiernos en su ámbito y de los políticos, cómo tratan a los ancianos que integran el país.
Desde luego hay que aceptar la complejidad en la administración como en la selección de los líderes para las posturas políticas; pero los ejecutivos debieran marchar al unísono con los ideales del primer ejecutivo en la aplicación de las políticas de Estado referentes a los adultos mayores, hay pocos que promueven el cambio, otros desarrollan «programitas cosméticos», parches o paliativos al decir que atienden a los adultos mayores con un almuerzo cada quince días, los demás días tendrán que aplicar la acción del rebusque o el faquirismo, si la mayoría de esta población está abandonada de la familia y sociedad, en especial de aquellos que frisan los 80 años en adelante.
Creí que al menos el movimiento Patria Altiva i Soberana, «PAIS«, como propuesta política de inclusión social, iba a incluir a un representante de los adultos mayores en las diferentes dignidades de elección popular, para valerse de la llamada sabiduría y experiencia que resaltan en los discursos cuando festejan a nuestros mayores. Pero nada ni nadie se acordó de esta población que todavía son votos, en especial de los comprendidos entre los 65 a 80 años, edades que aún están lúcidos y pueden aportar al Estado con sus conocimientos y experiencias vividas; como siempre, no tendremos defensores para hacer cumplir los mandatos de las leyes a nuestro favor, hasta la presente los representantes en las curules nacional, provincial, cantonal y parroquiales no han tocado la aplicación de la Ley del Anciano, del COOTAD (Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización) entre las principales, no habrán los portavoces de este grupo social para reclamar mayor equidad, igualdad en la diversidad como práctica de la democracia.
Lo censurable es el pronunciamiento de la Viceministra de la Política, que desde el alto rango del Estado nos excluye con la declaración en la prensa nacional (El Telégrafo -6-XII-pag.3), al tipificar en forma generalizada la participación política de los adultos mayores al pronunciar: «hay que dismitificar que la política es de viejos, de malas mañas o un acto perverso, que la política requiere de sangre joven», quizá esta persona no debiera ocupar tan alta función, que sin darse cuenta con su declaración enaltece a la juventud, por otro lado sin excepciones lastima y margina a la experiencia de adultos mayores honestos, cuyas hojas de vida jamás han sido cuestionadas.
Respeto a la juventud, su efervescencia, creatividad. Pero les falta vivir la experiencia, la filosofía en las ciencias de la vida, la sociedad que heredan son obras de los viejos, para desde allí mejorar, enmendar, corregir, pero jamás destruir; señora Viceministra no debe generalizar las falencias y errores de pocos, contra la mayoría de AM que están en condiciones de seguir aportando con su sabiduría y experiencias en la sociedad que aún nos pertenece.
Fuente: Crónica