Madrid (España), 10 de marzo de 2015. Hablar hoy de jubilación es hablar de oportunidades, de vitalidad, de recursos, de felicidad. Atrás queda la imagen gris que durante años hemos relacionado con vejez o ancianidad. Tal como mantienen los expertos, jubilación no significa ser mayor ni mucho menos tener que ocupar el tiempo libre sino disfrutarlo.
«Identificar persona mayor con persona de 65 años es una locura«, sostiene Aitor Urrutia, politólogo y profesor de la Universidad de Deusto. En la actualidad, defiende este experto, se considera una persona mayor cuando ésta empieza a ser dependiente. Por lo que el concepto de tercera edad (65-75 años) ha cambiado por completo. El año 2012 fue nombrado Año Europeo del Envejecimiento Activo donde sentaron las bases de un política que tenía como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen, tal y como rige la Organización Mundial de la Salud.
«Un tercio de nuestra vida la desarrollaremos en etapa de jubilación«, afirma Urrutia, por lo que es imprescindible cambiar los estereotipos. La media de esperanza de vida en la actualidad se estabiliza en los 82 años, lo que significa que 18 o más años los pasaremos siendo jubilados. Además, hay datos que marcarán el futuro: «Según varias estimaciones, en el año 2025, el 30% de la población será mayor de 65 años. Pero en 2040, el porcentaje subirá hasta el 50%«, señala el profesor.
Por ello, y según mantiene Nina Mielgo Casado, experta en Gerontología y directora Técnica de la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial, algo fundamental para la persona que se jubila es la toma de conciencia sobre su propio envejecimiento. Esto es, según el estereotipo que la persona haya interiorizado sobre la vejez en general y su propio envejecimiento en particular, así será su autoestima en esta etapa.
Recursos, familia y salud
La jubilación es un concepto que viene de la Edad Media, del término «júbilo«. Según cuenta Urrutia, los nobles cuando terminaban de batallar se retiraban a conventos y allí pasaban sus últimos años de vida. La tranquilidad de no tener ya que batallar se puede extrapolar al mercado laboral actual, de ya no tener que trabajar.
Actualmente, el mercado ha cambiado mucho desde hace apenas una década: el revuelo de reformas implantadas con la nueva regulación de la jubilación a raíz la crisis económica ha obligado a muchos trabajadores a jubilarse de forma anticipada, – incluso a los 55 años en muchas empresas -, lo que hace que cambien algunos factores a nivel social y/o psicológico.
Los elementos más destacados que están presentes en una jubilación satisfactoria son: disponer de recursos económicos suficientes, tener buena salud, contar con vínculos familiares y sociales sólidos, así como el tipo de compromiso y valor que cada persona cuando se jubila le atribuye al trabajo y a la productividad.
Hay factores que pueden escaparse de nuestras manos como es, por ejemplo, el aspecto económico. Sin embargo, hay otros que sí podemos cambiar. «Si ponemos el sentido de nuestra vida en cosas materiales, nuestra vida carecerá de sentido cuando desaparezcan. Si lo ponemos en la juventud o en el trabajo, el vacío existencial llegará cuando aparezcan las arrugas o desaparezca la actividad laboral. La clave para ser feliz en la jubilación no es otra que haber sabido encontrar la felicidad en cada momento de nuestra vida«, defiende el especialista.
De acuerdo con estudios existentes, añade Mielgo, una jubilación satisfactoria dependerá del valor, positivo o negativo, que cada persona otorgue a esta etapa, la visión que se tenga interiorizada de la jubilación así como de los recursos materiales disponibles y de las necesidades a satisfacer. Es necesario, insiste Gómez, saber descubrir lo positivo de nuestra existencia, valorar el amor, los amigos la familia, descubrir lo que tenemos y no lo que nos falta. «No vivir esperando, sino vivir plenamente cada momento que nos toca vivir«, sabiendo encontrar en él razones que llenen de sentido ese momento, señala.
El tiempo no se ocupa, se disfruta
Uno de los aspectos donde los expertos quieren hacer especial hincapié es en las actividades que el jubilado puede realizar. No se trata, sostiene Gómez, de llenar el tiempo libre de actividades, sino de vivir intensamente todo lo que se hace: «El tiempo libre no se ocupa, se disfruta«
Según la bibliografía científica, parece haber evidencias suficientes que nos permiten afirmar que «una persona se adapta mejor a la jubilación si es capaz de mantener las actividades que realizaba durante su etapa laboral y además comienza a realizar otras actividades que las sustituyan«, apunta Mielgo. Algunas de las sugerencias pueden ser: planificar suficientemente el tiempo de ocupaciones fijas y de tiempo libre y, en cada uno de estos grupos de actividad, tratar de encontrar satisfacción en ellas. Por supuesto, «dependerá de la personalidad de cada uno para que se sienta más satisfecho en la realización de unas u otras«, aclara.
Sin duda, una de las actividades que más satisfacción suele deparar es la participación en actividades sociales, de carácter recreativo o desarrollar aficiones grupales. Estas actividades, según explica Mielgo, pueden ser de tres tipos: actividades experienciales, donde la persona realiza la actividad por la satisfacción que obtiene de ella. Actividades sociales, que son reforzantes y permiten establecer o mantener vínculos sociales y contactos positivos con otras personas. Y por último, actividades de desarrollo, en las que las actividades se realizan con el objetivo de conseguir una meta gratificante para la persona y que exige un esfuerzo.
En este último grupo de actividades, entra por ejemplo el aprendizaje de un nuevo idioma. Tal como ha manifestado recientemente un estudio hablar más de un idioma retrasa el deterioro cognitivo, independientemente del momento en que se aprenda.
Y así, lo recomienda también un prejubilado de 58 años: «Aprender un nuevo idioma en las aulas, no sólo te aporta la satisfacción de saber algo nuevo, conocer otra cultura, su historia, su música, la posibilidad de viajar y hablar con otra gente, sino también la de compartir objetivos con personas diferentes en edad, y condición. Esa búsqueda y esa mezcla te hace rejuvenecer y enriquece doblemente tu vida«.
Pero, sin duda, tal como han referido multitud de estudios, hacer ejercicio físico es vital en cualquier etapa de la vida. Y con mayor motivo en esta, en la que el deterioro del cuerpo se hace más evidente.
Mejorar la imagen de esta etapa de la vida y de uno mismo es fundamental, insiste Mieglo. Y por supuesto, «saber aprovechar las ventajas que ofrece la disponibilidad de tiempo: una oportunidad de llevar a cabo deseos y objetivos«.
Fuente: El Mundo