San José de Costa Rica, 20 de febrero de 2014. Cada día son más los adultos mayores que enfrentan situaciones de violencia. Las estadísticas indican que para el año 2012 se presentaron al menos 1.367 denuncias.
Lo anterior indica de forma alarmante que por mes un promedio de 113 personas con edad superior a los 65 años son víctimas de algún tipo de abuso o agresión, sexual, física, patrimonial y verbal.
Los números revelan que el 2010 la cifra de infracciones a la Ley Integral para la Persona Adulta Mayor fue de 680, mientras que en el periodo 2011 la cantidad de casos denunciados alcanzó 939, cerca de un 50% más.
Estos números son apenas una insignificante muestra de la situación tan grave que enfrenta la población adulta mayor en el país y a la cual poca atención se le ha puesto, pues pese a las muchas intenciones de parte de entidades de Estado y hasta partidos políticos, nada o mínimo se avanza en la materia.
Las autoridades nacionales saben que las estadísticas no son una muestra fiel de lo que realmente ocurre. Podría pensarse que la cantidad de agresiones a este sector de la población es mucho mayor al contabilizado.
Hay un factor determinante en los casos, plenamente identificado por los expertos en el tema y a la vez que limita en gran medida el accionar legal. Hablamos que los hechos violentos se presentan en mayor proporción dentro del hogar.
Es decir, son los familiares, encargados o cuidadores los responsables en una buena parte de los casos; la situación de cercanía impide a los afectados acudir en busca de ayuda tanto a nivel del sistema de salud como ante las dependencias policiales y judiciales respectivas.
Si bien la normativa legal pone todo el peso de la ley sobre quienes osen sobrepasarse con los adultos mayores, lo cierto es que en los juzgados son pocos los casos que se tramitan.
Las agresiones acaban no precisamente ante los Tribunales de Justicia. Las víctimas guardan silencio con tal de no ser excluidos, golpeados, denigrados y hasta relegados del hogar.
Una cantidad considerable habita hoy en centros especializados de cuido, pues sus mismos seres queridos los recluyen en dichos sitios y nunca regresan.
Bien lo ha denunciado el propio director del Hospital Blanco Cervantes. En fechas especiales no faltan familias que tranquilamente dejan en la puerta del centro a sus integrantes mayores. Ahí sin tan siquiera identificación los abandonan para que el personal médico les resguarde. Lo mismo ocurre en otros hospitales.
El abandono de personas mayores es casi una modalidad delictiva. Hijos, nietos y sobrinos son los perpetradores predilectos de estas agresiones que terminan por llevar a la tumba a muchos ancianos ya sea por agresiones o bien por depresiones.
La situación no es sencilla, el país no ha generado a estas alturas suficientes políticas tendientes a mejorar la calidad de vida de los adulto. Se concibe a la vejez únicamente como un estatus social, apenas y le dan rebajos en los pasajes.
Pero, ¿dónde quedan las propuestas serias, la atención especializada en la Caja de Seguro, la mejora en el sistema de pensiones, los bonos de la vivienda, las oficinas de atención a la víctima, específicamente para casos de adultos mayores?, ¿quién vela porque las empresas públicas y privadas cumplan con la ley en cuanto a servicios se trata?
No es solo hacer bailes en parques, caminatas o dar clases de pintura en tela. La atención a quienes forman parte de la adultez mayor exige calidez, pero también determinación, requiere de recursos no solo económicos, sino profesionales y tecnológicos.
Para el año 2050, 40 de cada 100 habitantes del país tendrán en sus manos carné de oro.
¿Está Costa Rica en capacidad de afrontar esa realidad? ¿Ha generado el Estado las condiciones óptimas para la calidad de vida del sector? ¿Qué pasa con el empleo de los adultos mayores, los créditos, la salud preventiva, la infraestructura y la normativa legal?, claro, eso a todas luces está varado.
Sólo imagínese, 4 de cada 10 personas adultas mayores presentan factores de riesgo de agresión según el servicio de consulta externa de la Caja Costarricense del Seguro Social. La población más vulnerable está entre 75 y 85 años, y son las mujeres las más vulnerables ante este tipo de flagelo.
Ante tal escenario, ¿qué podemos hacer? Y hablamos en plural, pues crear el ambiente óptimo para vivir la vejez no es un asunto ajeno a nadie, por el contrario es una condición que llegará a muchos en menos de lo pensado.
Fuente: Diario Extra