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Ciudad de México, 10 de agosto de 2014. Por Kamel Athié Flores.

1ª parte.

En 2013 la población mayor de 65 años fue de 10.1 millones de personas, lo que representa el 11.7 % de la población total. El problema tiende agudizarse, ya que con ese dinamismo de crecimiento, el grupo podría llegará en el 2030 a 15.7 millones, en tanto que para el 2050 se proyecta que habrá 29 millones de personas de la tercera edad.

Entre los factores que explican ese dinamismo, destaca que a partir de la década de los 60s del siglo pasado, se adoptaron un conjunto de medidas orientadas a reducir el índice de natalidad, frente al fantasma creado por la teoría malthusiana que sostenía que la población crecía de manera geométrica, en tanto que los alimentos lo hacían de manera aritmética, esto fue motivo de preocupación de los distintos gobiernos de la república, quienes desde las instituciones de salud difundieron amplios y variados programas de “planificación familiar”.

Sobre lo anterior vale decir que dichas medidas fueron exitosas y lo son hasta la fecha, ya que la tasa de crecimiento promedio anual pasó del 2.6 % en 1950 al 3.0 % en 1960, alcanzando su nivel máximo en 1970 con el 3.5 % de crecimiento. En este último año se registra un punto de inflexión y las tasas de crecimiento poblacional marcan una tendencia a la baja hasta la fecha. Baste mencionar que entre el 2000 y 2010 dicho indicador fue de solo el 1.8 %.

Las medidas mencionadas desde luego tuvieron un impacto directo en la conformación de la pirámide de edades, que se fue reduciendo de su parte más amplia a favor de los estratos de edades superiores de manera progresiva, hasta llegar a las edades donde se ubican los adultos mayores que se está ensanchando.

Concomitante a lo anterior se evidencian impresionantes avances científicos en la rama médica, los cuales han permitido prolongar la esperanza de vida, pues en 1930 era solo de 34 años; cuatro décadas después paso a 74 años, con un logro de 41 años más de vida.

Este avance para la humanidad de ninguna manera es gratuito, dado que acorde con la mayor esperanza de vida han surgido múltiples padecimientos en la salud de los adultos mayores, tales como diabetes mellitus, cánceres diversos y enfermedades ligadas al corazón, cuya atención ahora es más costosa. En el caso de México la mayor esperanza de vida implica dificultades de supervivencia para la gente de edad avanzada, en virtud de que vivir más… como ya se dijo, cuesta más, lo cual representa un desafío para el gobierno que no está preparado para enfrentar integralmente el problema.

Los cambios demográficos, dados por factores como la industrialización, los descubrimientos médicos, el mejoramiento de las condiciones de vida, las intervenciones de salud en la niñez, y como consecuencia el aumento de la esperanza de vida, son resultado de un incremento creciente del grupo de población de 60 años y más.

En forma coincidental con la reducción de tasas de natalidad que declinaron a partir de la década de los 90 del siglo pasado, inició el envejecimiento de la población, ya que la proporción de la población de edades avanzadas aumentó con relación a otros grupos de edad, en un proceso que finalmente supone una estructura de población perennemente envejecida.

Una de las explicaciones más directas al problema se encuentra en la falta de planeación económica y social basada en la evolución demográfica para atender a los diferentes estratos de población conforme a sus necesidades, que van desde la educación básica hasta la atención de salud pública, en donde los distintos gobiernos no han sido capaces de visualizar los escenarios futuros de la estructura de la población, sus clases sociales y sus requerimientos para darles acceso a los servicios básicos, que por obligación debe otorgar el gobierno conforme al pacto social establecido en la constitución.

2ª parte. 

La población de adultos mayores en México ha venido creciendo paulatinamente, en tanto que las políticas públicas para su atención han quedado rezagadas, de tal forma que un buen porcentaje de este grupo de población enfrenta serios problemas de subsistencia, ya que en el 2013 de los 10.1 millones clasificados como tales, únicamente el 25 % tenían una pensión institucional, en tanto que el resto se atienden de manera asistencialista o no reciben ningún apoyo.

Cuando no hay planeación, no hay jerarquización de prioridades, los gobiernos actúan por impulsos para atender las necesidades ingentes de la población, lo cual en un ambiente de restricciones presupuestales y grandes rezagos sociales, como ha sido el caso de la historia económica y social de México, los adultos mayores pasaron desapercibidos. Más aun cuando en décadas pasadas este estrato de población no significaba problema alguno.

Frente a la naturaleza de esta problemática, el gobierno en general no ha sido capaz de diseñar políticas públicas integrales, suficientes y totalizadoras, ya que a cambio de ello se han puesto en marcha programas asistencialistas de corte político electoral, que no resuelven de fondo la subsistencia de las personas de la tercera edad.

Es evidente que resulta obligado para el Estado Mexicano formular políticas públicas avanzadas que tengan como propósito resolver de fondo y de manera sistemática la situación actual y futura de los adultos mayores, porque las que están en operación son parciales en cuanto al universo a atender y tienen más bien un carácter asistencialista.

En este orden de ideas, se propone crear un Fondo Nacional para la Asistencia de los Adultos Mayores, en el cual por ley deban participar la Federación, Los Estados y los municipios, en proporciones que en principio pueden ser en porcientos del 70-20-10 para cada esfera de gobierno. Desde luego que es recomendable calcular los niveles de participación de Estados y municipios en función de los universos de sus personas de edad avanzada y las condiciones financieras de cada caso.

En el contexto anterior es recomendable asegurar por ley una partida presupuestal anual, calculada en base al universo de adultos mayores que no cuentan con una pensión, así como de aquellos que la tienen pero es insuficiente para vivir dignamente.

Reestructurar en Inapam y dotarlo de mayores atribuciones para manejar el presupuesto a que se hizo mención en el párrafo anterior, dándole un alcance nacional, considerando las particularidades rurales que es donde habitan personas de edad avanzada en pleno abandono, por los roles tomados por el modelo económico de libre mercado.

Unificar y consolidar todos los programas existentes para apoyar a los adultos mayores en el Inapam o la institución que surja en su lugar, para evitar duplicidad de padrones, corrupción y proselitismo político. De esta manera se tendrán impactos más contundentes.

A nivel general, se recomienda unificar los sistemas de pensiones y jubilaciones del gobierno, pues hay infinidad de mexicanos que tienen sus antigüedades repartidas y no alcanzan a pensionarse o jubilarse decorosamente de ninguna de ellas.

Fuente: El Diario

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