Ecuador, 19 de noviembre de 2016. Por Maimónides. El antiguo modelo de los ancianos dulces o tejiendo, fieles hasta la muerte, está cambiando. El amor no tiene edad y eso incluye también a los abuelos y abuelas.
Asexuados
Así solemos ver a los abuelos de la familia (y a nuestros padres). Y entre esa fantasía y la realidad, actualmente, hay casi un abismo. El antiguo modelo de los ancianos dulces, jugando a las bochas o tejiendo y bordando, fieles hasta la muerte e, incluso, después de ella (¡cuántos de ellos enviudaron jóvenes y nunca más volvieron a formar pareja!) está caducando.
“No debemos olvidar que nos encontramos con un cambio profundo en cómo se vive y se percibe la vejez y, por ende, esto determina cambios en la función social y familiar de las personas mayores. El incremento en la edad promedio y calidad de vida de los adultos mayores hace que hoy se sientan mucho más activos y con ganas de vivir experiencias placenteras”, explica el experto Esteban Mongiello, miembro de Adineu (Asistencia, Docencia e Investigación en Neurociencia). Y continúa: “Esto, obviamente, determina ganas de conocer gente con quien vincularse afectivamente a pesar de estar separado o haber enviudado”.
Por supuesto, esto no es gratuito. Por lo general, las familias se oponen, se resisten o miran con desconfianza el nuevo estado civil. “Un claro ejemplo de esta problemática es el silencio y la cantidad de mitos que existen con respecto a la sexualidad en la tercera edad, lo cual evidencia un posible frente de conflicto al pensar en esa persona como un ser activo y disfrutador”, añade Mongiello.
Según los especialistas, la manera cómo reaccionen los padres ante una noticia de ésta índole influirá de forma determinante en la reacción de los nietos. “En general, los niños y adolescentes toman con naturalidad aquello que sus padres también toman con naturalidad”, explica la psicopedagoga y doctora en psicología Silvia Figiacone, quien dirige NeuroEduca. “En la medida en que los padres puedan elaborar la noticia comprensivamente e integrar la novedad con naturalidad a la vida familiar, los nietos lo harán también”, agrega la especialista. Claro que todo depende, además, de la edad de los pequeños. Según Figiacone, no reaccionan igual los menores de 7 años que los más grandecitos. Los primeros seguirán el modelo de sus padres mientras que los segundos probablemente tengan una opinión propia, aunque la opinión de sus progenitores no les será indiferente. “Aquellos que ya son adolescentes o jóvenes podrán tomarlo de acuerdo al propio criterio. Respetarán la decisión de sus abuelos en la medida en que la comunicación con ellos no cambie a partir del nuevo estado”, profundiza Figiacone, quien recuerda que los niños y adolescentes están más preparados que los adultos para hacer frente a los cambios y novedades.
Para comunicarles adecuadamente la nueva situación de sus abuelos, Mongiello recomienda cuidar tanto el momento como la manera y hasta el tono de voz con el que se les cuenta a los hijos que el abuelo o la abuela están de novios. Pero además es preciso tener en cuenta el rol que este familiar cumple para ellos y darles, de algún modo, la seguridad de que esto no tiene por qué cambiar.
“La función que se les demanda a los abuelos y abuelas en la sociedad siempre ha sido el cuidado de sus seres queridos y ser los salvavidas de sus familias”. En las sociedades actuales, son ellos quienes cuenta con tiempo libre suficiente para poder afrontar cualquier eventualidad que ocurra con los nietos. En los niños esto se traslada como apoyo emocional incondicional y se generan vínculos de intensidad afectiva muy alta, es por esto que pueden llegar a tener sentimientos de potencial abandono cuando el abuelo o abuela forman pareja. A su vez, perciben que ya no están en el centro de la atención como únicos receptores de ese amor percibido como infinito”, explica el psicólogo de Adineu.
Transmisión de información
“La manera como la familia tome la noticia, se traducirá directamente en la forma cómo los nietos/as la reciban”, sentencia Figiacone, quien asegura -además- que la presentación del nuevo miembro de la familia debe hacerse cuando el adulto mayor esté en condiciones de hacerlo. “Es importante no apresurarse y probablemente sea más efectivo presentar a la nueva pareja en reuniones informales, que den tiempo a conocerse poco a poco, en lugar de elegir circunstancias importantes de la vida familiar para hacerlo, porque eso posiblemente cargue de tensión el encuentro. La informalidad otorga un marco de relajación que permite que cada uno reaccione de acuerdo a sus emociones y no hay que tener miedo a que los niños se expresen de manera natural”, aconseja la directora de NeuroEduca.
En tanto, Mongiello suma algunos tips para poder presentar el tema frente a la familia: primero debe tratarse en el seno de la pareja parental y haber consensuado con el abuelo/a las características de esa nueva relación. Esto ayuda a poder darle una entidad distinta y respetar sobre todo la decisión de la persona mayor. “Si la decisión es transmitir la noticia a los nietos, ésta se debería dar lo más concreta posible, sin muchos rodeos, ya que ello genera incertidumbre que puede desarrollar dudas y angustias en el procesamiento de esa información. La mejor manera de transmitir la noticia será la que muestre al abuelo o abuela habilitado para desarrollar por sí mismo estímulos positivos e incrementar su capacidad de disfrute”.
El fantasma de quien no está presente
“Mi abuelo estuvo 44 años casado con mi abuela y el mismo año en que ella falleció, él se puso de novio”, recuerda Loyam Santos, quien en ese momento transitaba su adolescencia. “Me enteré porque el barrio ya lo comentaba, hasta que él se lo comunicó a mis padres y ellos a nosotros, los nietos. Primero sentí vergüenza, ¿Que mi abuelo estuviera de novio? Creo que el hecho de imaginar que tenía o podía tener relaciones sexuales me abrumó. Y lo primero que hice fue alejarme de él; quise bloquearlo, sacarlo de mi vida por haber querido volver a estar con otra mujer. ¿Cómo podía suplantar a mi abuela, que era tan perfecta para mí?”, recuerda Loyam.
El tiempo transcurrido entre, por ejemplo, la muerte de uno de los dos miembros de la pareja (o una separación) y la llegada del nuevo novio o novia es fundamental para que todo fluya, básicamente porque hay un duelo que todos deben hacer: abuelos, hijos y nietos. Por lo tanto, aunque las mariposas revoloteen en la panza, antes de tomar decisiones apresuradas hay que evaluar si el resto de la familia pudo asimilar el duelo antes de realizar la presentación (ya sea por viudez o por una separación, ya que en ambos casos es necesario atravesar este proceso). “Lo importante es que cada miembro de la familia esté preparado para que las reacciones sean diversas, acordes a la edad y personalidad de cada uno”, explica Figiacone.
“¿Era posible en un año olvidar un amor de 44 años?”, cuenta Loyam, que le daba vueltas por su cabeza. Y no dudó en preguntárselo a su abuelo. “¿Quién te dijo que lo olvidé?”, fue la respuesta; algo que la ayudó a procesar la situación. “Nuestra relación no es igual, pero hay relación. Nos hablamos de vez en cuando, pero su decisión nos distanció”.
Por lo tanto, tiempo para transitar el duelo, naturalidad a la hora de comunicarlo y, ante todo, aceptación previa por parte de los padres (es decir, los nuevos hijastros) son algunos de los ingredientes que, según los especialistas, podrían hacer más liviana la tarea de vivir el amor en la tercera edad sin ocultarse de los seres queridos.
Fuente: Palabra Mayor