Ciudad de México, 10 de febrero de 2015. En la actualidad, se calcula que en México existen entre 10 y 12 millones de personas mayores de 60 años (que representan alrededor de 10% de la población) cuyos derechos quedan cubiertos sólo parcialmente, puesto que las autoridades estatales priorizan la atención de necesidades inmediatas, como el derecho al esparcimiento, a la alimentación y a la seguridad social, dejando de lado otras garantías igual de importantes, tales como el derecho al trabajo, a la educación, al goce del espacio público, el derecho a la seguridad, a la autodeterminación, y los derechos patrimoniales.
“Los adultos mayores, en el presente, no tienen trabajo, no tienen oportunidades de crecimiento educativo, no caminan seguros por las calles y son víctimas constantes de despojos y de atropellos a su independencia. Este es el panorama actual que enfrentan las personas mayores en México –afirma Adelina González Marín, investigadora del área de Igualdad y No Discriminación, del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia AC–, y éste es un problema que no sólo atañe a ese sector de la población, sino también a aquellos que hoy son jóvenes y productivos, pero que para el año 2050 serán ‘adultos mayores’, porque si hoy se sufren estas carencias, en el futuro el panorama es aún más desolador”.
Coautora del estudio denominado Análisis sobre la política pública en México para personas adultas mayores desde el enfoque de los Derechos Humanos, que será presentado hoy. La autora enfatiza que “para el año 2050 el envejecimiento de la población mexicana habrá cobrado una dimensión muy importante. Se calcula que 25% de la población mexicana será mayor de 60 años, es decir, uno de cada cuatro habitantes. Y ésta es una proyección a 35 años, pero eso no quiere decir que las deficiencias en la atención gubernamental para este sector sea un problema cuya solución deba darse en el futuro; no, éste es un problema de las generaciones presentes”.
Y pone un ejemplo para ayudar a comprender la dimensión de los retos: “Si hoy yo viera que mi abuela tiene oportunidades laborales, oportunidades educativas, si veo que es atendida adecuadamente cuando tiene necesidades médicas, si veo que cuenta con herramientas eficaces para defenderse y ser representada legalmente para la exigir el respeto de sus derechos, de su patrimonio, si veo que es respetada por la gente cuando camina por la calle, entonces puedo esperar que cuando yo llegue a los 60 años pueda gozar de esas mismas garantías de vida, o aún unas mejores, porque los derechos humanos son progresivos, es decir, se supondría que son políticas públicas que, una ve adoptadas, nunca se eliminarían sino que, por el contrario, irían mejorando… Pero si, al contrario, yo veo que hoy a las personas mayores no se les ofrece nada de eso, ¿qué puedo esperar para mí cuando yo sea mayor? Ese es el reto, si las personas que hoy tienen entre 35 y 40 años no quieren que ese sea su futuro, las acciones para evitarlo se tienen que emprender ya o, de lo contrario, la realidad para los mayores de las próximas décadas será aún más desoladora que en la actualidad”.
¿Cuál es, entonces, el escenario que podrían vivir las actuales generaciones en edad productiva cuando, en 35 años, sean adultos mayores, si las actuales políticas de atención al sector siguen por la ruta actual? La investigadora ofrece algunas pistas que:
1.– La pobreza
En México, el índice de natalidad alcanzó su cresta demográfica en el año 2000, cuando nacieron 2,8 millones de mexicanos y, a partir de entonces, comenzó una tendencia descendente en el número de nacimientos (en el año 2013, de hecho, nacieron 300 mil bebés menos que en el 2000). Es decir, en México hay cada vez menos nacimientos.
Por otro lado, debido a los avances en la medicina y a otros factores de desarrollo social, la expectativa de vida en México ha venido aumentando progresivamentehasta llegar, en la actualidad, a una esperanza de vida de 74 años para las mujeres y 72 años para los hombres. Es decir, en México hay cada vez gente más longeva.
Y el efecto combinado de ambos factores sólo vaticina una cosa: en el país cada vez habrá más adultos mayores.
“Debido a su rápido crecimiento como sector de la población –explica la especialista–, y debido también a la falta de una cultura de igualdad y no discriminación hacia las personas mayores, que los deja sin oportunidades laborales para ganarse la vida, éste es uno de los grupos de población más empobrecidos económicamente en México, y también es uno de los grupos cuya pauperización avanza a mayor velocidad. Entonces, esa es una de las realidades inminentes que enfrentarán las personas que hoy tiene de 35 a 40 años, de no tomarse acciones urgentes desde ahora: el riesgo de ver agotadas sus fuentes de financiamiento sin la posibilidad de renovarlas o abrir nuevas, atenidos a programas asistenciales.”
Debido a la precarización económica, advierte, las personas mayores corren además el riesgo de ser expulsadas hacia la periferia de los núcleos urbanos, ante la dificultad para pagar los servicios en zonas céntricas, “y es precisamente en las periferias donde menos condiciones de vida adecuada existen para esta población, pues los servicios de salud son más lejanos y los servicios públicos más deficientes. En las colonias céntricas del DF, por ejemplo, sí se han preocupado por hacer el espacio público accesible a todos los sectores de la población, pero en las delegaciones periféricas difícilmente ves una banqueta con rampas, al contrario, las banquetas están destruidas y no es fácil para una persona mayor caminar por ellas… entonces, la pobreza afectará todas las esferas relacionadas con la calidad de vida, no sólo con lo puramente económico.”
2.– La indefensión
Luego de un año de investigación, el estudio elaborado por el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia AC permitió identificar que, si bien desde hace décadas existen en el país políticas de atención a las personas mayores de 60 años, éstas han quedado restringidas a tres expresiones básicas, explica Adelina González: “Hasta antes del año 2000 existía una política de apoyo con tarjetas de descuento en algunos servicios, la famosa tarjeta del Inapam, que las autoridades federales conciben como una medida de atención al derecho a la protección social; además, existe otra expresión de la política asistencial, que son los clubes de esparcimiento, es decir, estos centros que a veces son del gobierno federal y otras de los gobiernos estatales, en donde los adultos mayores reciben talleres de manualidades, danza, algún deporte, y esta es una política que atiende el derecho al esparcimiento; y por último, a partir del año 2000 empezaron a gestarse políticas de asignación directa de recursos, denominadas pensiones, particularmente la del Distrito Federal, que luego fue replicada, con limitaciones, en todo el país, que atienden el derecho a la alimentación”.
Así, señala la investigadora, se puede concluir que en la actualidad las autoridades “conciben a las personas mayores como un sector al que sólo hay que alimentar, darles descuentos y enseñarles danzón, es decir, en ningún momento se abre un espacio donde a las personas mayores se les asuman como ‘sujetos de derecho’, como actores sociales a los cuales hay que atender, primero que nada, escuchándolos. Por ejemplo, en el presente los adultos mayores sólo son tema importante para las autoridades cuando se conmemora el Día de las Personas Mayores, o sea, una vez al año, y ese día, el único contacto que tienen con este sector es como acarreados a mítines políticos, en ningún momento se ha fomentado una participación activa de los adultos mayores en el diseño de las políticas públicas que los involucran, no hay un diálogo para identificar sus fallas, nada… para los políticos, los adultos mayores sólo deben bailar danzón e ir a mítines políticos, no tienen voz, no hay por qué escucharlos, y por eso los comerciales de la Secretaría de Desarrollo Social-Sedesol muestran a este sector como los viejitos tiernos que ya casi no pueden ni hablar, pero que sonríen mucho porque son muy felices con la ayuda que les da el gobierno.”
La consecuencia de esta visión, afirma, es que al no ser considerados en los hechos como sujetos de derecho, no se fomenta entre las personas adultas mayores el conocimiento de sus derechos, ni cuentan con herramientas para hacerlos valer, para exigir sean respetados o para defenderlos legalmente.
Un ejemplo, detalla, es el caso de los derechos patrimoniales, “ya que el despojo de bienes es un problema que, cada vez con mayor reiteración, vienen sufriendo los adultos mayores de 60 años, y en muchos de estos casos los responsables del despojo son personas allegadas, familiares, vecinos, conocidos. Y no existen en la actualidad herramientas reales para que estas personas defiendan su patrimonio, no existen mecanismos que les faciliten una representación legal confiable, profesional, que vele por sus intereses, ni hay herramientas para que defiendan legalmente las decisiones que, en ejercicio de su independencia, han tomado en torno a su forma de vivir o el destino de sus pertenencias, como su casa… esas son decisiones que acaba atropellando la familia.”
3.– Sin rostro
Tras analizar los programas nacionales de desarrollo, de derechos humanos, de igualdad y no discriminación, de igualdad de oportunidades para mujeres y el Programa Nacional México Sin Hambre –ejes fundamentales de la política de desarrollo social mexicana–, así como los programas sectoriales de todas las secretarías del gobierno federal, las autoras de este estudio concluyeron que “las autoridades tienen en la actualidad una visión muy general del sector de población de adultos mayores de 60, y la falta de conocimiento sobre el sector impide identificar sus necesidades y, por lo tanto, desarrollar políticas de corto, mediano y largo plazo para atenderlas. Por ejemplo: ni las mismas autoridades federales se ponen de acuerdo en cuántas personas mayores de 60 hay en la actualidad, unas dependencias dicen que diez millones y otras dependencias dicen que doce millones, y la diferencia no es menor; tampoco se sabe con claridad cuántas personas mayores viven en las ciudades y cuántas en el campo; de las personas que actualmente reciben pensión a través de la Cruzada contra el Hambre, no se sabe cuántas son mujeres y cuántas son hombres y, peor aún, de las 4 millones de personas en extrema pobreza que supuestamente son atendidas por esa Cruzada, no se tiene ni idea de cuántas son mayores de 60…”
Esta falta de conocimiento sobre el sector por parte de las autoridades representa un grave problema para las personas mayores de la actualidad, que sufren amplios rezagos en atención oficial, subraya Adelina González. Pero en el futuro será un problema aún mayor, ya que esta falta de visión no sólo impide atender a los actuales adultos mayores, sino que impide también desarrollar políticas preventivas de mediano y largo plazo, “así que los problemas que pudieran resolverse antes de que se presenten, están siendo relegados, como si ésta fuera una realidad que México enfrentará en un siglo, o como si fuera ciencia ficción y no hubiera nada de qué preocuparse”.
Afortunadamente, concluyó la especialista, no toda la población mayor de 60 años enfrenta en el presente pobreza, despojos, desatención, “el problema está en que no hay ninguna herramienta institucional que en el presente contenga esas problemáticas, y éstas crecen y se agravan actualmente, y lo seguirán haciendo con el paso del tiempo”.
Fuente: Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia AC