San José (Costa Rica), 4 de mayo de 2015. Por Fernando Morales. Director Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología. Reflexionar en relación con el futuro que enfrentarán las personas adultas mayores de los próximos años nos lleva a puntualizar diversos retos que impactarán no sólo a la población adulta mayor, sino a la sociedad en general.
El primero y más importante es el aumento explosivo de la cantidad de personas mayores; el segundo, la creciente demanda por servicios de salud especializados y oportunos; y el tercero, los limitados ingresos económicos que habrán de percibir las personas mayores, junto con un elevado costo de la vida.
El cuarto reto es quelas personas adultas mayores estarán mejor informadas y capacitadas para hacer valer sus derechos como ciudadanos de un país que garantiza una tutela especial a esta población. Por tanto, tendrán altas expectativas con relación a la oportunidad y calidad de los servicios que reciben.
Como quinto aspecto, debemos considerar que muchas personas mayores vivirán solas o en parejas, y requerirán servicios comunitarios y domiciliarios oportunos y eficaces de acuerdo con sus propias necesidades.
En sexto término se presenta la necesidad de ejecutar la gerontotecnología, la cual facilita la dinámica de vida diaria y la comunicación de las personas mayores con el entorno.
El sétimo a destacar son las ciudades y comunidades, que deberán procurar entornos amigables, con aceras y vías en buen estado para desplazarse con mayor seguridad, sin barreras arquitectónicas. Deberá garantizarse medios de transporte accesibles, y definir estrategias de seguridad ciudadana que eviten que las personas mayores sean objetivos vulnerables.
El octavo reto son los establecimientos de salud, que deberán ser amigables con las personas mayores, tener políticas permanentes de excelente trato. Tendrán que contar con un diseño arquitectónico que facilite las necesidades de movilización de las personas mayores. El noveno son los gobiernos locales que deberán ofrecer servicios especializados que resuelvan las demandas de las personas mayores en el ámbito comunitario.
El décimo reto es que será necesario contar con políticas públicas y planes nacionales actualizados, relacionados con envejecimiento y vejez. Estos tendrán que elaborarse con la participación y colaboración activa y efectiva de las personas mayores, quienes son directamente tributarias de programas y proyectos por medio de los cuales se atiendan sus necesidades.
Una mención especial merece en esta reflexión la población mayor de 80 años y la centenaria, que a futuro aumentará en número. Por ello, la demanda de servicios especializados para las personas adultas mayores con más años de nuestro país crecerá sustancialmente en el contexto de una realidad que, por la urgencia de sus múltiples necesidades, no podrá esperar a mediano o largo plazo la resolución a sus demandas.
Por lo tanto, habrá que implementar programas de atención prioritaria y preferencial que trasciendan la teoría y funcionen eficientemente en la práctica, a fin de consolidarse en oportunidad y eficacia.
Inevitable
Los retos expuestos ubican a nuestro país ante el desafío de prepararse para hacer frente a la realidad ineludible del impacto del crecimiento de la población adulta mayor, con acciones que involucren a los diferentes actores de la sociedad en las que se logren soluciones proactivas, innovadoras, eficientes con enfoque de derechos humanos, en este nuevo escenario demográfico y epidemiológico.
La Costa Rica de los próximos años será la de las canas reales, en el contexto de la realidad descrita, con las contradicciones y complejidad de un sistema de salud que deberá atender y que obligará a implementar programas innovadores de atención especializada en el ámbito comunitario en el que participen diversos grupos sociales.
Es necesario desterrar el paradigma de las soluciones simplistas y fuera del alcance de un país pobre, como ubicar o reubicar a las personas mayores en hogares de larga estancia, como si esta fuera la gran respuesta, con excepción de casos especiales de dependencia física cognitiva, sin potencial de apoyo familiar o comunal para ejercer el cuido.
Los retos son inmensos, lo que obliga a que todos los ciudadanos se capaciten sobre el tema de envejecimiento, que adquieran buenos hábitos de higiene de la salud, estilos de vida saludable, acceso a actividades físicas y recreativas diversas y desarrollen una espiritualidad sólida.
Es imperativo que administren adecuadamente su salud individual, para extender la esperanza de vida libre de enfermedad y así seguir viviendo activos, independientes y autónomos.
Para muchas personas mayores de hoy, ese futuro debería ser el presente.
Fuente: La Nacion