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Bogotá, 16 de octubre de 2012. Una investigación de campo y de carácter académico realizada por la universidad del Quindío no ha hecho más que corroborar lo que es una constante en Colombia y en el mundo, con contadas excepciones: que vejez y pobreza van de la mano. Para el caso de este departamento colombiano el 87,22% de personas mayores de 60 años vive bajo la línea de pobreza (81,82% pobreza, 5,40% indigencia).

El estudio “Vejez y pobreza en el departamento del Quindío” ha sido llevado a cabo por César Augusto Gómez Santos, del programa de Gerontología del citado centro de educación superior. Tal y como explica el profesor, “el continuo aumento de la esperanza de vida es un hecho indiscutible, es el resultado de avances sostenidos en el campo de la medicina y de mejoras en las áreas de salud y saneamiento. Actualmente vivimos en una época caracterizada por un envejecimiento global sin precedentes, que se presenta de manera indiscriminada, acelerada e inexorable, tanto en los países desarrollados como en los países en vía de desarrollo”.

Vivir más, pero ¿en qué condiciones?

Sustentó igualmente que nunca antes tanta gente había vivido tantos años; llegar a una edad avanzada, era hasta hace poco, un privilegio de los países ricos, pero hoy día constituye un beneficio común del desarrollo a nivel mundial. No obstante, si bien es cierto que el aumento de la esperanza de vida debe ser celebrado como un logro importante, el hecho es que la mayoría de las personas mayores vive en condición de pobreza y enfrenta un futuro de privaciones.

Manifestó asimismo que el rápido envejecimiento de las personas pobres en el mundo en desarrollo plantea una dificultad enorme y retos especiales. Según las proyecciones de la Organización de Naciones Unidas para el 2050 la proporción de personas mayores de 60 años en el mundo ascenderá al 21% de la población total. Habrá 314 millones de personas mayores de 80 años, tres cuartas partes de las cuales serán mujeres, muchas de ellas viudas. Para el 2050, tres cuartas partes de la población mayor de 60 años en el mundo vivirá en países en desarrollo.

El investigador dijo que el crecimiento en la esperanza de vida ofrece nuevas oportunidades, pero también plantea retos y genera dificultades para el futuro.

Según Gómez Santos, en los países en vía de desarrollo las poblaciones están envejeciendo a una velocidad nunca antes vista, a pesar de que el grueso de su población continúa experimentando graves privaciones debido a la pobreza. “En este sentido puede afirmarse que el desarrollo de la tecnología médica que permite proteger y preservar la vida, ha sobrepasado los logros del crecimiento económico”.

Las cifras no mienten

La muestra sugiere que el 27,54% de los hogares con mayores de 60 años presenta necesidades básicas insatisfechas, superando por mucho el promedio nacional. El 9,18% vive en extema pobreza. En el campo el 56,10% de los adultos mayores es pobre frente a un 48,36% de las mujeres.

Aclaró el gerontólogo que en la vejez, la pobreza no solo tiene que ver con privaciones materiales sino que abarca otras dimensiones igualmente importantes entre las que citó: exclusión social, la cual aleja a las personas mayores de la vida regular de su sociedad, limitando sus posibilidades de participar en la toma de decisiones y en la planificación en sus comunidades.

La salud y el bienestar, debido a que un proceso de envejecimiento, aún en condiciones de igualdad y equidad, hace más probable la exposición de las personas a crecientes riesgos de enfermedad y discapacidad, es comprensible entonces que en los países pobres toda una vida de exposición a problemas de salud hace que muchas personas lleguen a la vejez en un mal estado de salud crónica, lo cual es percibido como una condición de pobreza.

“Otro aspecto importante se relaciona con el género, ya que las mujeres y los hombres experimentan el envejecimiento de modos diferentes, y enfrentan problemas y desventajas relativas, distintas en la vejez”.

Conclusiones de la investigación

Las personas mayores frecuentemente viven en zonas alejadas de las posibilidades de recibir servicios básicos, y tienen de manera desproporcionada, más probabilidades de ser analfabetas y padecer enfermedades crónicas, lo cual los hace más vulnerables a condiciones de pobreza, ello unido a la falta de datos de estudios sobre temas relacionados con el envejecimiento y la pobreza, así como la ausencia de fondos para apoyar más investigación, lo cual, de paso, limita a quienes definen políticas en ese campo.

Fuente: La Crónica de Quindio

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