Envejecer, pero ¿en qué condiciones?

Bogotá (Colombia), 28 de marzo de 2014. La población de Bogotá crece cada año un 3.2%, más que el resto del país (2.1 %). Pero las personas que superan los 60 años presentan mayores tasas de crecimiento que, incluso, las cifras de la población a nivel nacional, representando un 5.2 %.

No obstante, más allá del debate sobre la rapidez o el número del crecimiento de esa población el quid del asunto está en sus condiciones de vida. Cerca del 40% de los ancianos tienen desnutrición o está en riesgo de padecerla en la ciudad. Por otra parte, más del 60% es frágil –es decir que se encuentra en un estado de vulnerabilidad que lo pone en mayor peligro de muerte o en deterioro cognitivo-, y un 11% padece sarcopenia, que es la pérdida degenerativa de la masa muscular.

Hasta el momento, las características descritas son frecuentes en cualquier población adulta del mundo. Sin embargo, hay un factor que, según Carlos Cano, el director de Instituto de Envejecimiento de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana, es muy extraño en Bogotá: el alto índice de la población adulta desplazada.

Si se tiene en cuenta que la capital colombiana se caracteriza por tener altas tasas de migración, sobre todo de población desplazada, no es del todo comprensible que haya un alto índice (43%) que indica que los adultos mayores de 60 años encuestados sufren desplazamiento de la ciudad, por violencia.

No obstante, es preciso señalar que lo que se entiende por violencia o desplazamiento por ella en el país (que es asociado, en su mayoría, con conflicto armado) no es lo mismo que se encuentra tipificado por la Organización Mundial de la Salud. Según esta Institución, un acto violento incluye maltrato físico, psíquico, emocional, abuso económico o material y abuso sexual. Esa definición fue la empleada para el desarrollo de la categoría que indica el 43% de desplazamiento de esa población en Bogotá.

La Secretaría Distrital de Integración Social, entidad encargada de generar políticas públicas para la población mayor de la ciudad, ha hecho esfuerzos por mejorar la calidad de vida de los ancianos. Sin embargo, según el Doctor Cano, la política pública en la ciudad “es absolutamente lejana a la realidad de nuestro país y ciudad. Es muy bien diseñada pero no implementada. Además, tiene una cantidad de peros que no hacen posible su éxito”.

Lo que busca dicho estudio, presentado hoy en el marco del Foro Innovación, Salud y Sostenibilidad en los próximos 60 años, es que se demarque la realidad de los adultos mayores en el país y que, con esos resultados, se orienten las políticas públicas para que se mejore la calidad de vida de los adultos mayores que, en la ciudad, parecen ir en oposición a lo que se pregona del país (donde su población, supuestamente, es feliz y joven). El mito comienza a desmentirse: en Bogotá abundan los ancianos, pero pobres, depresivos y malnutridos.

Fuente: El espectador

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