Skip to main content

San José de Costa Rica, 14 de julio de 2013. El cuido y atención de adultos mayores ha recaído, por tradición, en las mujeres de la familia. Pero esto, al igual que los roles materno y paterno, podrían estar cambiando en ciertos sectores de la sociedad costarricense, pues ahora más hombres se encargan de coordinar todo lo relacionado con la atención de sus parientes mayores.

Una consulta global de la empresa Homewatch CareGivers llevó a su franquicia en Costa Rica a investigar cuántos hombres son contactos primarios para el cuido de adultos mayores. Para su sorpresa, el total alcanza un 40% de los clientes.

“Según nuestro registro de llamadas, cada día son más los hombres quienes piden que atendamos a sus familiares adultos mayores con servicios de enfermería, cuidado personal, programas contra el alzhéimer y atención odontológica en casa. Cerca de un 40% de hombres son los encargados de coordinar el cuido de sus padres, madres, abuelos o abuelas”, indicó Gabriela González, gerenta general de Homewatch Care Giver Costa Rica.

Esta realidad coincide con los cambios demográficos del país. De acuerdo con un estudio de la Comisión Económica para América Latina-CEPAL, publicado en 2012, la proyección para el 2025 es que en uno de cada cuatro hogares costarricenses habrá una persona adulta mayor (en un 7% de los hogares habrá más de una persona de este grupo de edad), y poco más de un 10% del total de hogares del país estará conformado solamente por personas adultas mayores.

Múltiples motivaciones

“El hijo varón funciona un poco diferente de las mujeres, porque tienden a delegar más, mientras las mujeres tratan de resolver todo ellas. Entonces en el cuido de su familia él va a buscar profesionales que le ayuden a resolver, no asume que él lo va a cuidar”, explica González.

Pero no solo los hijos se encargan de sus padres mayores. En el caso del ingeniero Álvaro Fonseca, es una tía la que requiere apoyo. “Mi rol consiste en el manejo de la selección y coordinación de los servicios que ella necesita, comunicación con el doctor de cabecera, internamientos, cancelación de los servicios, gastos médicos, alimentación, comunicación con el resto de la familia y toma de las decisiones necesarias”, explica.

De acuerdo con María José Salaza, gerenta de  la empresa Nazareth-Asistencia al Adulto Mayor, “pueden ser varias las causas o factores que inciden en este incremento, entre ellos el aspecto económico, el cambio en los roles de género dentro de la dinámica familiar, los vínculos afectivos, familias en las que predominan los hijos varones, la permanencia de los hijos al lado de los padres”.

Cada vez son más los hombres que asumen el rol de cuidadores familiares, una figura tradicionalmente asumida por las mujeres

Para la psicóloga Ana Yendry Morales, “algunos asumen este rol como propio, le dan un verdadero valor a los adultos mayores y debido a su experiencia social ya no tienen tan marcado el estereotipo de que es la mujer la llamada a asumir los roles maternos sino que ellos también pueden desarrollar tareas afectivas, sin que eso comprometa su masculinidad”, explica la experta.

Esta situación se aplicaría a hombres expuestos a una educación (formal, familiar y social) sensibilizada tanto por los asuntos de género como por la afectividad familiar en general.

“Si no dejamos que nos afecte la sociedad –etiquetada en roles, dividida–, se liberan esas capacidades, que han estado atrapadas en una cuestión represiva, y aflora el deseo de poder cuidar de los suyos”, comenta.

Otra situación, menos afectiva y más cotidiana, pasa por la presencia de hombre y mujer en roles de trabajo, que genera más poder adquisitivo y al mismo tiempo empuja la necesidad de distribución de responsabilidades como un fenómeno colateral.

“Él deja de ser proveedor único y se da cuenta de que tiene roles importantes dentro de la relación que puede desempeñar y que no debe ser visto como malo o represivo, ni lo hace perder poder como jefe de hogar. De hecho, en otros países se da que la mujer engancha un buen trabajo y el hombre se queda en casa”, dice Morales.

Gabriela Conzález señala que también la reducción del núcleo familiar ha dejado a muchos hombres como únicos responsables de esta tarea. “En estos días tenemos familias más pequeñas, así que pueden tener solo hijos varones, de manera que ellos también deben hacerse responsables”, subraya.

Y otro tema relevante es el aporte físico de los hombres cuando están en casa con el adulto mayor y el cuidador: al contar con mayor fuerza, pueden colaborar con algunas tareas. “En muchas ocasiones los hombres se sienten más cómodos con otros hombres, es un asunto tal vez de pudor, y también facilitan el trabajo del cuidador porque son más fuertes y pueden manipular mejor al otro hombre”, asegura González.

Sea que requieran más o menos cuidados, la ruptura de estereotipos beneficia a la sociedad en general. “Si es un lazo afectivo, se genera una relación profunda de amor entre el hombre y su familia ‘geróntea’, que está en una etapa difícil. Tratar a nuestros adultos mayores no como depositarios, sino como personas valiosas, nos hace bien a todos”, dice la psicóloga Morales.

Otros intereses

La psicóloga Ana Yendry Morales señala que la motivación detrás del cuido de un adulto mayor debe ser revisada con cuidado, pues en muchos casos donde hay herencias de por medio, no se trata de un interés por el bienestar del adulto mayor, sino del posible heredero.

Otro panorama negativo es también la facilidad para liberar responsabilidades: se atienden las necesidades básicas de los adultos mayores con el apoyo de profesionales externos, pero se desatienden las necesidades de cariño. La contratación de ayuda, si bien en la mayoría de los casos resulta indispensable, no releva a la familia de sus tareas afectivas. Y también hay efectos negativos para el cuidador cuando asume la tarea como un deber o una imposición.

Fuente: El Financiero

Leave a Reply