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Madrid, 11 de enero de 2013. En el próximo decenio las personas mayores de 60 años ascenderán a mil millones. Superarán incluso a los menores de 15 años. Ante tales cifras, una de las preocupaciones y necesidades es promover el envejecimiento activo, concepto acuñado por la OMS entendido como proceso que permite a la persona desarrollar todo su potencial físico, mental y social a lo largo de toda la vida y al mismo tiempo participar en la sociedad de acuerdo a sus deseos, necesidades y capacidades. Presentamos el siguiente decálogo de recomendaciones elaborado a partir de las aportaciones de diversos informes y  de entidades que trabajan con y para los adultos mayores.

Decálogo del envejecimiento activo

1. Actitud positiva. La Unión Democrática de Pensionistas-UDP ha grabado una decena de anuncios protagonizados por personas jubiladas y pensionistas voluntarias de la organización y que representan «cómo ejercer un envejecimiento saludable». Estos vídeos forman parte de la campaña «Está en tu mano«, que difunde un mensaje claro: «Envejecer es inevitable, cómo lo hagas está en tu mano». «Depende de cada uno cómo afrontar el proceso de envejecimiento, y una actitud positiva es fundamental para que este periodo vital sea lo más gratificante posible», explica la entidad.

2. Liderazgo activo. Las personas mayores pueden ser motor de cambio. Un informe elaborado por la Fundación para la Protección Social de la OMC y un grupo de expertos de distintas organizaciones (como Seniors para la Cooperación Técnica SECOT) destaca que muchos líderes naturales, cuando se jubilan, «pasan a tener un rol más pasivo». Sin embargo, mantenerse como líderes no solo les ayuda a ellos mismos a reconocer su valía, sino que anima a otros mayores a imitarles y ser activos, «pedir, proponer y actuar». El informe se titula «10 Propuestas para la Participación y Liderazgo de las Personas Mayores en la Sociedad» y recoge otras tantas ideas «para apoyar y promover la participación activa y el liderazgo de las personas mayores en la sociedad», recuerda SECOT.

3. Estar abiertos al aprendizaje. El interés por aprender no es sinónimo de estudiar o examinarse, sino de desarrollar unas inquietudes que facilitan «conservar un buen estado de salud y poder seguir contribuyendo a la sociedad». Se aprende a lo largo de toda la vida y esto ayuda a mejorar «las capacidades personales y profesionales» y a que «la persona siga aportando de forma activa y productiva» a su entorno.

4. Participar en tareas de voluntariado. Las personas jubiladas voluntarias se sienten útiles y activas, además de evitar la rutina y el aburrimiento. Las personas mayores pueden poner su experiencia y sabiduría al servicio de jóvenes a quienes asesorar en sus negocios, ayudar a otras personas mayores, acompañar en residencias y participar en otro sinfín de actividades.

5. Formar parte de una organización. A partir de la idea de que «las organizaciones de mayores son las que mejor representan sus intereses», formar parte de una de estas entidades ayuda a los mayores a ser parte activa de la sociedad y a defender sus propios intereses. UDP destaca datos del CIS según los cuales «el 22,6% de los mayores de 65 años declara pertenecer o haber pertenecido a alguna asociación de cualquier tipo, frente al 34,7% de la media». Todavía son pocas las personas mayores que adquieren un compromiso con organizaciones sociales en favor de su propio beneficio.

6. Realizar ejercicio físico. Un envejecimiento saludable requiere practicar actividad física de manera habitual. Es necesario que todos los días las personas mayores se muevan. Un paseo, una clase de gimnasia de mantenimiento, un tiempo en la piscina, una vuelta en bicicleta… El ejercicio físico es bueno para los huesos, los músculos y para el organismo en general, incluso, para un buen estado psicológico. Por el contrario, el sedentarismo favorece el desarrollo de enfermedades que, en algunos casos, se convierten en crónicas.

7. Contar con ayudas técnicas y de apoyo. Durante el encuentro sobre «Envejecimiento Activo y Compromiso Social«, organizado el pasado verano en Santander por el Imserso y la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP), se pusieron de manifiesto diferentes reflexiones encaminadas a este fin. Entre estas, destacó la necesidad de «avanzar en un desarrollo de las tecnologías y productos de apoyo más acorde a los requerimientos de sus potenciales usuarios», por lo que se defendió su participación en los procesos de diseño de nuevos productos. Un ejemplo son los productos de uso sencillo, que cuentan con el sello «simplit», un indicativo de que se han diseñado de acuerdo a las necesidades de las personas mayores.

8. Trabajo y edad de jubilación. Pese a que se entiende que la preocupación por el envejecimiento activo comienza una vez que se deja de trabajar, en realidad este es un estado más que una cuestión de edad. Mantenerse laboralmente activos ayuda a sentirse útiles, aportar y mantener la relación con las personas de este entorno. Además, el citado informe recomienda que se deben mantener unos hábitos saludables durante toda la vida para llegar a la edad de jubilación en buenas condiciones. Los expertos reunidos en Santander, además, agregaron que esta no ha de ser forzada, sino deseada, ya que, de lo contrario, «se desperdicia un capital humano incalculable y se generan situaciones de desintegración y exclusión social no deseadas».

9. Luchar contra el aislamiento en el medio rural. El envejecimiento activo en el medio rural es deseable y posible. Puesto que las áreas rurales son más susceptibles de ser víctimas del aislamiento, se debe promover una mayor autonomía de las personas mayores, así como un mayor apoyo entre quienes viven en zonas cercanas. Cuanto más se fomente la independencia, mayores posibilidades habrá de que las personas mayores lleguen a la etapa de la vejez en mejores condiciones. Las actividades de ocio que se organizan en las áreas rurales son una herramienta adecuada para potenciar sus habilidades y favorecer una situación de autonomía.

10. Atención a las personas con discapacidad. Las personas con discapacidad envejecen a menudo de manera más rápida que el resto de la población. El envejecimiento prematuro está relacionado con la discapacidad intelectual, lo que acorta su esperanza de vida y su actividad. Pero se puede hacer algo. Hay que ayudar a estas personas a acceder a programas de prevención de la salud. Sobre todo, preocupa que a partir de los 40 años el 60% tenga sobrepeso u obesidad y tres de cada cuatro no hagan ningún ejercicio físico. El ocio inclusivo es una alternativa para fomentar la participación, las relaciones y la actividad, que se mantendrá con el paso de los años. Sobre todo, hay que atender a las personas entre 45 y 65 años, ya que en este periodo se inicia y evoluciona el proceso de deterioro, y se deben ralentizar los signos del envejecimiento para una mejor calidad de vida.

 

Decálogo elaborado por Azucena Garcia para la publicación Eroski Consumer

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