Chiclayo (Perú), 19 de junio de 2015. El 15 de junio del 2006 fue establecido por Naciones Unidas, a instancia de la Red Internacional para la Prevención del Abuso y Maltrato en la Vejez (INPEA, por sus siglas en inglés), como el Día Mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Esta fecha fue conmemorada por primera vez en las Oficinas Centrales de Naciones Unidas y entre sus objetivos se planteó incrementar la conciencia pública internacional sobre los problemas ligados a la violencia y los abusos contra las personas mayores.
Cada año se sigue conmemorando esta fecha y la propuesta oficial de INPEA (International Network for the Prevention of Elder Abuse), es la de caracterizar el 15 de junio como un momento de reflexión en todo el mundo acerca del abuso, maltrato, abandono y negligencia hacia las personas adultas mayores, haciendo hincapié en la necesidad de comprender la magnitud del problema, así como implementar las iniciativas de prevención necesarias, la divulgación de información relacionada con este fenómeno y promover un creciente involucramiento de autoridades, instituciones y grupos de la sociedad civil en la protección de este grupo altamente vulnerable. Se reconocen en esta fecha también los aportes que realizan las propias personas mayores, así como diversas organizaciones públicas y privadas, para disminuir el maltrato y proponer acciones para brindar un mejor trato a las personas adultas mayores.
La Secretaria Nacional de FIAPAM en Perú, Flor de María Vásquez Samamé, señaló que el maltrato a los adultos mayores es el trato indebido o negligente a una persona mayor por otra persona, que le cause daño o lo exponga al riesgo de sufrir daño a su salud, su bienestar o sus bienes.
La violencia constituye una de las afectaciones más severas que ha venido azotando a la humanidad. Las distintas formas de expresión individual y colectiva de la violencia, los factores que la originan y las consecuencias sociales que generan hacen de ella un fenómeno complejo. Ésta tiene un carácter cambiante en función de la dinámica del poder y de la distribución de los roles y recursos, es por ello que pueden establecerse diferentes tipos de violencia.
Experiencia y sabiduría
Si bien los ancianos han sido venerados y respetados como personas por su vasta experiencia y sabiduría, el abuso contra los mismos se remonta al S. XI antes de nuestra era. En la Mesopotamia y en algunas tribus del África del Sur y del Centro eran sacrificados cuando arribaban a ese período de la vida.
Las primeras publicaciones acerca del maltrato, abuso y victimización de adultos mayores en el ámbito médico aparecieron en el año 1975, cuando se describió en el Reino Unido el síndrome del «Zamarreo del Anciano» o Granny Battering, demostrándose además que era un problema substancial e invisibilizado.
El informe Mundial sobre Violencia y Salud (OMS, octubre de 2002) indica, por primera vez, que la violencia ha alcanzado tales niveles que se ha constituido como un problema de Salud Pública Mundial y de Derechos Humanos.
Más del 10 % de la población actual del mundo supera los 60 años; se estima que aproximadamente un 10 % ciento de personas mayores de 65 años sufre algún tipo de maltrato.
La población adulta mayor seguirá aumentando su peso socio demográfico hasta alcanzar las cifras de 25 al 30 % de la población general en el 2050. Esto es verdaderamente alarmante si tenemos en cuenta que muchos países como el Perú no están preparados para enfrentar una realidad de esta magnitud, que afectará en lo económico, político y social. Se trata de una transformación con consecuencias de todo tipo, entre ellas, el replanteamiento de nuestra actual forma de organización social, construida en tomo a una población joven.
Alrededor de un 8 % de la población mayor de 65 años es maltratada en los Estados Unidos. Sin embargo, lo más escalofriante constituye el hecho de que más del 20 % de los ancianos no sólo son maltratados en sus hogares, sino también en diversas instituciones destinadas a su cuidado y en centros de asistencia socio sanitaria.
América Latina
En América Latina los países con mayor índice de violencia son, en orden descendente, Colombia, Brasil y Panamá, donde se reportan anualmente más de 102 mil casos de extrema violencia, de los cuales un 38 % de los maltratados son adultos mayores. En Argentina y Chile este fenómeno se ha venido incrementando desde hace más de tres décadas; se estima que más de 33.600 adultos mayores sufren algún tipo de violencia dentro del seno familiar.
Perú no es la excepción, la tendencia también es creciente, suceden hechos que son del conocimiento público y que afectan a las personas mayores tanto del área urbana, rural, indígena y amazónica, hechos que afectan sus vidas, bienestar, dignidad y salud. Ellos y ellas sufren un fuerte impacto emocional al ser estafados, robados, agredidos verbalmente y/o golpeados, además de la falta de opciones para solucionar el problema y la ausencia de legislación específica de protección.
Es importante mencionar que las personas adultas mayores, víctimas de la violencia tienen una mayor prevalencia de presentar Síndrome de Estrés Postraumático, crisis de ansiedad, fobias, pánico, trastornos por somatización y depresión, sienten afectada su integridad. Se perciben como grupo altamente vulnerable y aún más, pueden experimentar un fuerte sentimiento de asilamiento frente a estos hechos. Además las personas mayores no reconocen o no identifican haber sido víctimas de algún tipo de maltrato. Tampoco denuncian, porque no saben cómo hacerlo, ya sea por impedimento físico, por temor a perder el apoyo de su familia o por vergüenza de hacer pública su situación. Estos aspectos evitan comprobar el maltrato en las personas mayores. El sufrimiento que provoca el abuso y el maltrato será una herida abierta al final de sus vidas.
Brindarles ayuda
A las personas adultas mayores se les debe brindar ayuda sociosanitaria, asistencial y también oportunidades para compartir sus experiencias, talentos, sabiduría, y hacer ver a la sociedad que aún tienen mucho que aportar a su entorno y al desarrollo de la comunidad. Creando una relación intergeneracional, es decir, que unidos/as niños/as, jóvenes, hombres y mujeres, del norte y del sur, ya sean de zona urbana, rural o indígena, de cualquier condición social, credo, sean partícipes de la construcción de un Perú más justo y fraterno para todas las edades, para cambiar las actitudes discriminatorias y estereotipos que excluyen a las personas por su edad.
El temor de los adultos mayores frente a la violencia no es infundado. Los ancianos se encuentran en muchas ocasiones en situaciones de aislamiento e indefensión y, a menudo, la persona maltratante es un familiar cercano. Los principales victimarios de los adultos mayores son sus propios hijos adultos, con el 44.4 %, los cónyuges en un 14.6 %, pareja actual (afectivo y/ o sexual) 9.7%, u otros familiares (nuera, yerno, etc.) 17%. Es necesario destacar que las edades de los hijos/as agresores fluctúan entre 26 y 45 años y son en un 68 % varones.
En el ámbito familiar el tipo de violencia que mayoritariamente se ejerce contra los adultos mayores es el maltrato psicológico, hasta en un 95 %, siendo la agresión más frecuente los insultos (85 %), humillación y desvalorización (66.3 %), amenazas de muerte (40 %), y rechazo, y no están exentos de la violencia física. Las bofetadas, empujones, puntapiés y puñetazos son las formas de agresión más frecuentes. La violencia familiar y sexual tiene como principal víctima a la mujer.
Los factores que hacen del adulto mayor una persona vulnerable frente al maltrato son la pérdida del rol social, la baja autoestima, los niveles de dependencia. Hay factores que contribuyen al maltrato de las personas adultas mayores, como la presencia de ciertas dinámicas familiares (violencia familiar, falta de comunicación, inversión de roles); la naturaleza y la calidad de la relación que se establece entre la persona mayor y quien le cuida en el entorno familiar; la descalificación, falta de reconocimiento a la sabiduría y la experiencia de las mayores de 60 años (la sociedad tiene un culto muy elevado por la juventud y tiende a excluir y marginar a las personas mayores); la dependencia económica, emocional y física hace que muchas víctimas de maltrato no delaten a su victimario/a; esto los convierte en blancos perfectos para toda forma de abuso.
El ritmo de vida actual fomenta una forma violenta de interrelacionarse en la sociedad. Y las familias, como cualquier otro grupo social, no están exentas de alterarse, tornarse disfuncional y entrar en variantes relacionales victimizadoras.
A todo esto agreguemos la falta de políticas públicas, recursos sociales y de salud adecuados, pensiones y jubilaciones no acordes a las necesidades de las personas adultas mayores, dificultades en el acceso a servicios, mal ejercicio e incumplimiento de leyes, todos los cuales se traducen en pobreza económica y en todos los aspectos negativos que no permiten el desarrollo personal de las personas mayores
Flor de María Vásquez Samamé – Secretaria Nacional de FIAPAM-PERU
Fuente: Diario La Industria