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Santiago de Chile, 8 de junio de 2015. Clarence Blackmon tiene 81 años, vive en Carolina del Norte (EE.UU), es viudo desde 2011 y sin hijos. Durante varios días estuvo hospitalizado por un cáncer de próstata. Fue dado de alta y llevado en ambulancia a su casa. Como no podía caminar, le dieron una silla de ruedas. Pero estaba solo, hambriento y con el refrigerador vacío.

Desesperado, llamó al 911 para pedir ayuda. Su situación impactó a Marilyn Hinson, la mujer que contestó, tanto que ella misma tomó nota de lo que necesitaba y al final del turno, compró la pequeña lista que Blackmon le pidió y se la llevó a su casa.

Este hombre es parte de los adultos mayores que envejecen solos o “elder orphans” como los bautizaron en EE.UU. Hoy, un tercio de los adultos estadounidenses entre 45 y 63 años son solteros y aunque la mayoría está físicamente activo, en algún momento necesitarán ayuda de otros porque sus condiciones de salud empeorarán.

Según un informe realizado por la geriatra María Carney y presentado hace tres semanas en la reunión anual de la Sociedad Americana de Geriatría, el 25% de los estadounidenses mayores de 65 años hoy está en riesgo de convertirse en un “elder orphans” o adulto mayor huérfano, personas solas y que tienen problemas para atender sus necesidades básicas, una realidad que, dado el envejecimiento de la población y el aumento de solteros o personas sin hijos, irá en aumento.

El fenómeno no tiene fronteras. Por los cambios demográficos y socioculturales que está viviendo el país, los “elder orphans” chilenos también aumentarán.  En el país ya hay 2,6 millones de mayores de 60 años, con una esperanza de vida que promedia los 80 años. Hoy los adultos mayores son el 15% de la población y se espera que en  2025 lleguen a ser el 20%.

Chilenos solos

Según la encuesta Casen 2013, el 12,9% de los adultos mayores vive en hogares unipersonales, es decir, viven solos, aunque no necesariamente, están solos, explica la directora del Senama (Servicio Nacional del Adulto Mayor), Rayén Inglés. “Muchos son autovalentes y no necesitan de un tercero para realizar sus actividades diarias, son activos”, dice. Pero hay otros que sí están solos, necesitan ayudan y están condiciones de vulnerabilidad.

Rosa Kornfeld, directora Ejecutiva del Centro de Estudios de Vejez y Envejecimiento (Ceve) de la Universidad Católica de Chile, explica que son varios los factores que explican esta alza: la esperanza de vida que pasó de 57 años en la década de los 60 a 80 años, la baja de la tasa de fecundidad que pasó de 5,4 hijos por mujer en 1960 a 1,9 hoy. A esto se suma la reducción en la tasa de matrimonio y el consecuente aumento del número de solteros, separados y divorciados,  y el incremento de la participación laboral femenina.

Todo este panorama se conjuga para que “se reduzca la red de apoyo disponible en caso de necesidad durante la vejez” y  “complejiza el rol tradicional de cuidadora ejercido por las mujeres”, dice Kornfeld.

La composición sociocultural y las particularidades de las familias ha cambiado y esto tiene consecuencias. Muchas personas mayores envejecen sin tener hijos ni redes de apoyo familiares. Principalmente la causa por la que los adultos mayores viven solos, es no tener hijos y la viudez”, agrega la directora del Senama.

De acuerdo a cifras del Instituto Nacinal de Estadística, entre la población mayor de 60 años existen 77.731 hombres y 129.664 mujeres que están solteros o viudos. Y entre estas últimas, 77.223 que no tuvieron hijos. Son potencialmente 200 mil personas que podrían convertirse en “huérfanos mayores”.

Daniela Thumala, académica del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, también cree que la falta de pareja e hijos reduce el potencial de personas cercanas, pero no determina la soledad. “Lo importante es el soporte afectivo y social que la persona tiene al envejecer, sea familiar o no. La familia actual, muchas veces se ve sobrepasada en su capacidad para cuidar a un adulto mayor. Hay menos personas disponibles para hacerlo y, con el aumento de las expectativas de vida, se requieren cuidados cada vez más profesionalizados”, dice.

“Me gustaría vivir sola”

Josefina Ossandón tiene 76 años y es socióloga. Nunca se casó y tuvo un hijo que murió a los pocos días de nacido. Vivió varios años fuera del país trabajando para organismos internacionales y también fue profesora universitaria. Cuando regresó a Chile se instaló en su departamento, siguió trabajando y disfrutando de su tiempo con amigos y sobrinos. Pero hace siete años dos accidentes vasculares cambiaron su vida: los médicos dijeron que ya no podía vivir sola. Desde entonces,  está en una residencia para adultos mayores.

La vejez en este país cada vez se cotiza menos. Se desprecia. Antes los viejos se respetaban y seguían siendo considerados como parte importante de la familia. No sé que nos pasó. Creo que la sociedad se volvió egoísta, poco solidaria y solo se preocupan de acaparar. Es un problema del sistema socioeconómico que impera hoy”, dice.

Adora vivir sola y cree que está en condiciones de hacerlo porque después de los dos ataques no ha tenido ninguno más. “Si hubiera tenido hijos o una pareja, lo más probable es que hoy estaría en mi casa, con nietos entrando y saliendo y todos retándome para que me cuide y me tome los remedios”, dice riendo.

Según la directora del Senama, Chile no está preparado para enfrentar el desafío del aumento de las personas que viven solas, por eso, desde el Estado se están generando servicios de centros diurnos, de cuidados diarios y servicios de larga estadía para ellos. También existen los conjuntos de viviendas tuteladas, que son una solución habitacional para los adultos mayores que viven solos o en pareja, pero no son propietarios de una casa.

Si se generan las políticas públicas necesarias, no solamente para aumentar la longevidad sino también para vivir con buena calidad de vida, el vivir solo no será un problema”, dice Rosa Kornfeld.

Fuente: La Tercera

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