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Santiago de Chile, 16 de junio de 2015. La Organización de las Naciones Unidas estableció cada 15 de junio como el “Día Internacional contra el Maltrato al Adulto Mayor”, problemática sobre la cual en Chile no se ha tomado total conciencia de lo que significa, asegura la docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico, Lorena Esquivel Ortega.

Si bien hemos avanzado en políticas públicas y en hablar de los adultos mayores, aún falta en el tema de respetar sus derechos como cualquier persona, visualizarlos, mirarlos, sentirlos, entenderlos, más aún cuando se trata de un grupo etareo que nos ha entregado su vida a través del trabajo, la familia, el afecto, y la educación, entre otros”, señala la experta en gerontología social.

Sobre cifras, la especialista plantea que sólo existen estadísticas parciales en el tema. Sin embargo, estas permiten visualizar un panorama con problemas que deben ser abordados. A modo de ejemplo habla de que hay indicadores y estudios que señalan que el 90% de los mayores ha tenido hijos, el 75% de estos hijos vive en la misma ciudad, el 85% tiene hermanos vivos y el 93% tiene nietos, pero que sólo el 24% de las familias presenta un adulto mayor y el 13,3% tiene dos adultos mayores entre sus miembros.

Estudios efectuados en comunas del sur de Chile revelan que el 30% de los encuestados ha sufrido algún tipo de maltrato, es decir, 1 de cada 3 adultos mayores, siendo el abuso patrimonial, la agresión psicológica y la negligencia, las formas de maltrato con indicadores más altos.

Cabe destacar que las personas mayores generalmente protegen a su familia, por lo que no declaran fielmente su realidad y no denuncian, ya que esto puede implicarles un enfrentamiento con el agresor o agresora, quienes usualmente son sus propios hijos o familiares directos, de los cuales dependen en lo afectivo y económicamente”, explica.

Lorena Esquivel señala que este es un problema que debemos abordar, tal como lo hemos hecho con los niños y niñas, con los adolescentes y con las mujeres. “El maltrato hacia las personas mayores es un problema complejo, porque aunque nos duela reconocer, mucho de ello proviene de los más cercanos, como la pareja, los hijos, un pariente, la institucionalidad, etc. Muchas veces tenemos actitudes displicentes, ofensivas y hasta indiferentes, queriendo poner control en sus vidas, porque entendemos que ellos ya no pueden o no se dan cuenta. O pretendemos cambiar sus hábitos y costumbres, porque nos parecen anticuadas”, indica.

Sin embargo Esquivel dice que no se les debe quitar el piso a los adultos mayores. “Ellos llevan más de 60 años en la misma práctica y no es conveniente resolver situaciones que los afecten directa o indirectamente sin pedirles su opinión, ya que podrían tener mucho que decir y esa práctica es finalmente invisibilizarlos, siendo también un tipo de maltrato”, precisa.

La especialista plantea que al hablar de abusos en los adultos mayores estos incluyen tanto los maltratos físicos como psicológicos o sexuales, e igualmente al maltrato patrimonial y económico, la negligencia, el abandono, las humillaciones, la desvalorización y el rechazo. En esta etapa de la vida se debe considerar que son personas con mayor vulnerabilidad, ya que paulatinamente han ido sufriendo transformaciones en sus vidas, como la pérdida de rol social histórico y su rol familiar.

Esto hace que vaya disminuyendo su autoestima y autovaloración, surgiendo sentimientos de inutilidad, de menor importancia, de soledad. Y cuando hay dependencia o sufren molestias y/o enfermedades, muchos de ellos tienen bajos ingresos, lo que los obliga a vivir al alero de otros y depender económicamente, lo que va generando una percepción de sí mismos que va deteriorando sus grados de autonomía, seguridad y auto-valencia”, explica.

Sin embargo, es posible mejorar la calidad de vida de los mayores. “Prevenir el maltrato es una tarea de todos, con sólo dirigir la mirada basada en el buen trato, revisando nuestras actitudes, la palabra, la conciencia y de traer al recuerdo que cada uno de nosotros tuvo o tiene una persona mayor a su alrededor que orientó su vida. Hay que cuestionarse si los vemos más lentos o nosotros andamos hoy demasiado rápido”, dice Esquivel.

El llamado de la especialista es a construir una cultura amable hacia nuestros mayores. “Es claro que desde temprano todos vamos disminuyendo algunas condiciones, por ejemplo, escuchamos menos que lo que escuchaban nuestros abuelos a nuestra edad, caminamos menos, hablamos menos, nos comunicamos menos, nos acariciamos menos, etc., y por sobre todo, no nos daremos cuenta cuando nos encontremos en esta condición. Por ello hay que aprender a subir el tono de la voz hacia sus oídos en contextos de mayor ruido, donde además escuchan menos; escribir con letra grande, así ellos podrán leer mejor; repetir una vez más cuando no nos comprendan o no seamos claros; ayudarles en trámites que les cansen; y tener mucha paciencia, la misma que él o ella tuvo una vez contigo”, plantea.

Y es que tenemos un gran desafío como país, como sociedad y como familia en esta materia. “Cada vez son más los mayores que viven solos, que mueren solos, entonces por ellos trabajemos juntos en la sensibilización, la educación y la información sobre el envejecimiento, la integración y participación, los derechos y la prevención del maltrato de nuestros mayores. No como personas beneficiarias de asistencialismo, sino como personas que pueden fortalecer aún sus capacidades de autonomía. Es una etapa más de la vida”, finaliza la y docente de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico.

Fuente: Diario El Día

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