Hay que democratizar las posibilidades de envejecer con dignidad, autonomía, libertad y con pleno ejercicio de ciudadanía

Montevideo (Uruguay), 5 de octubre de 2015. El envejecimiento y la vejez constituyen un asunto de relevancia en la agenda nacional, por lo cual es necesario generar mecanismos para que las personas lleguen a ese estadio en condiciones adecuadas y donde la edad no presente una limitación para el ejercicio pleno de derechos, publicó la ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, en la celebración del Día Internacional de los Adultos Mayores.

En la publicación “Las personas mayores en Uruguay: un desafío impostergable para la producción de conocimiento y las políticas públicas”, sostuvo que la agenda de las personas mayores enfrentará para los próximos años a Uruguay a dos desafíos vinculados al funcionamiento del Sistema Nacional Integrado de Cuidados y una revisión de la matriz de protección social en relación a la vejez en situación de vulnerabilidad.

También indicó en la publicación que es necesario distribuir recursos e implementar acciones para las personas mayores que, a su vez, entiendan el despliegue del curso vital, para democratizar las posibilidades de envejecer con dignidad, autonomía, libertad y con pleno ejercicio de ciudadanía.

Por su parte, la directora de Inmayores, Adriana Rovira, destacó que es necesario colocar el tema de la vejez con derechos humanos en la agenda pública y para ello son vitales estudios como el que se presentan en esta jornada y que tienen por objetivo contribuir a la construcción de información y análisis estadístico, datos que el Estado necesita para diseñar políticas, monitorear y evaluar en forma permanente los efectos de su gestión.

Actualmente hay un cambio de paradigma que guía el abordaje sobre la vejez y el envejecimiento. La concepción tradicional consideró a la vejez como una etapa de carencias económicas, fiscales y sociales.

Rovira aseguró que el enfoque de derechos cambió y se pasó a considerar a las personas mayores como titulares de derechos y como personas con necesidades. Este enfoque se inicia con el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento en 2002, se afianzó con la Carta de San José sobre los derechos de las personas mayores de América Latina y el Caribe en 2012.

A ello se suma la visión que considera que las personas mayores son capaces de contribuir al desarrollo y que hay muchas formas heterogéneas para transitar la vejez.

En la presentación de esta publicación, la coordinadora residente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y representante de UNFPA en Uruguay, Denise Cook, enfatizó que en 2015 son 600 millones las personas mayores de 65 años que habitan en nuestro planeta. En 2050 serán 1.500 millones, lo cual representa más de 15 % de la población mundial. Por eso es necesario prestar cada vez más atención a las necesidades y problemas que enfrenta este sector etario.

Cook enfatizó que Uruguay es el segundo país más envejecido de la región después de Cuba y la situación de las personas mayores ya es un tema de suma relevancia y representa importantes desafíos en el cuidado y la promoción de la autonomía.

La investigación también da cuenta que hay 1,5 de mujeres adultas mayores por cada varón adulto mayor y que 7 de cada 10 son mujeres mayores de 84 años. Las cifras indican que el predominio de las mujeres en la vejez es un dato central para el diseño e implementación de políticas públicas que pretendan un abordaje orientado a las diferentes realidades.

Los avances en materia sanitaria han contribuido al incremento de la esperanza de vida al nacer. Las enfermedades crónicas no transmisibles han cobrado un peso significativo dentro de las causas de defunción a raíz del desplazamiento de la mortalidad hacia las edades avanzadas. Estas enfermedades tienen como característica un curso prolongado, no se resuelven en forma espontánea y raramente tienen una completa curación, según el SIVE.

Las enfermedades crónicas incrementan la probabilidad de sufrir limitaciones de la capacidad funcional conforme aumenta la edad y suelen convertirse en un obstáculo para el desarrollo de una vida autónoma en la vejez. La prevalencia de limitaciones es más frecuente en mujeres con un 52, 8 %, mientras que en varones es de 43,3 %. La esperanza de vida al nacer es de 80,4 años y de los varones de 73,6 años.

Fuente: Presidencia

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