Puebla de Zaragoza (México), 10 de julio de 2015. Rosa tiene 90 años y ya no la aceptan en ninguna estancia de día. A veces le cuesta caminar, a veces se le olvida dónde está, en alguna ocasión se ha hecho del baño sin avisar y los últimos meses ha dormido con pañal. La única opción para ella es ser cuidada de tiempo completo por un familiar, o que su familia pague un asilo privado. Ella forma parte del 7% de personas mayores de 85 años que hay en el estado de Puebla y este grupo es el más vulnerable de la población de adultos mayores.
Sólo son aceptados en algunos asilos particulares con enfermeras o personal capacitado disponible todo el día, por una renta mensual de al menos 8 mil pesos.
José Leopoldo Castro Fernández, coordinador de la licenciatura en Psicología de la Universidad Iberoamericana Puebla, considera que los 200 asilos que hay en la ciudad de Puebla son insuficientes para atender a los adultos mayores, y en particular a este grupo que supera los 85 años, pues es cuando se presentan las enfermedades crónicas más agudas, como diabetes y complicaciones por la propia vejez, como demencia senil.
Jesús Ponce, jefe del departamento de Adulto Mayor del DIF estatal de Puebla, opina que el principal problema para los adultos mayores es el abandono, y asegura que la participación en las actividades en las Estancias de Día mejora la condición física y el ánimo de este sector de la población.
El programa de Estancias de Día, con 148 sedes, atiende a más de 9 mil personas diariamente, y los 102 Grupos Gerontológicos del DIF, a aproximadamente 2600 personas al día.
Pese al aumento de asilos y estancias de día, Castro Fernández explica que la mayoría no acepta personas que no tengan cierto grado de independencia, como que puedan ir al baño o caminar por sí mismas. Esto hace que los adultos mayores que apenas inician esta etapa tengan una integración más fácil, puedan acceder a los programas gubernamentales e incluso a opciones laborales. Pero pasando el umbral de los 85 años, cuando se vuelven realmente dependientes, las opciones de desvanecen.
Las autoridades no toman en cuenta situaciones como que las demencias se diagnostican cinco años después de que ya iniciaron, como expone Leopoldo Castro. Así que cuando ya existe un padecimiento de este tipo hay desorientación y necesidad de cuidados más específicos. Cuando una persona mayor presenta signos de demencia senil, muchas veces la familia se ve orillada al abandono o a llevarlos a otro lugar, pues puede representar un peligro por salirse, desubicarse y desconocer. Muchas veces son llevados a sitios de caridad, como asilos de grupos religiosos, pero de acuerdo al psicólogo en la capital poblana estos lugares no se dan abasto. Además hay pocos con buenos cuidados pero son muy caros, rondando los diez mil pesos mensuales.
En el ámbito de la salud pública, el Seguro Popular da atención para enfermedades específicas, sobre todo ya diagnosticadas, pero nada de prevención.
De acuerdo a la Encuesta Estatal sobre Dinámica de las Familias en Puebla (Esdifam–Puebla 2012), en el 15,4% de los hogares poblanos hay un adulto mayor, de los cuales el 51,7% los encuestados dijeron que la persona era completamente autosuficiente.
Castro Fernández dijo que actualmente entre 20% y 25% de todos los habitantes de Puebla son adultos mayores, y para el año 2050 será el 50% de toda la población.
Según la Encuesta Nacional de Discriminación 2010 (Enadis), la principal limitación de la población adulta mayor se debe a su edad avanzada o alguna enfermedad.
Fuente: LadoB