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Bogotá (Colombia), 9 de mayo de 2013.  Fundación Saldarriaga Concha. Ana Bertilda Flórez es una mujer de 78 años. A sus 15 años tuvo al primero de sus 8 hijos. Ella nunca tuvo un empleo y se dedicó a la crianza de sus hijos, el concepto de ahorro o pensión nunca fueron relevantes a lo largo de su vida, según doña Ana, “toda mi vida dependí de otras personas, no conozco lo que es la independencia, antes fue de mis padres, del papá de mis hijos y ahora de ellos, si pudiera devolver el tiempo, me hubiera gustado pensar más hacia el futuro, pero en esa época había mucha pobreza, se vivía el día a día. Creo que mi vida hoy en día, sería muy diferente si hubiera contado con ingresos y ahorros”.

Esta situación que vive doña Ana es la misma que viven muchas personas mayores en Colombia. De acuerdo con las más recientes cifras del Ministerio de Trabajo, de las 5,4 millones de personas en edad de recibir pensión, 1,6 millones cuentan con ella, es decir, solo el 30%. Esta situación refleja un panorama poco alentador para las personas mayores, si se tiene en cuenta que muchas de ellas ven afectada su calidad de vida por no contar con un respaldo económico que les permita asegurar unas buenas condiciones de salud, vivienda, alimentación e independencia durante su vejez.

De igual manera, y a pesar de que durante el año 2012 se registraron los niveles más bajos de desempleo de los últimos 11 años en el país, lo cierto es que aún no se logra descender del 10%, lo que causa baja cobertura en la afiliación al sistema de protección social, y si además, teniendo en cuenta que el 68% de la población trabaja de manera informal, es decir, no aporta ni a salud ni a pensión, se reduce aún más el número de personas con expectativas de pensionarse.

Sólo el 30 % de los adultos mayores de Colombia reciben una pensión

De acuerdo con Lina María González, médica psiquiatra con trabajo en adulto mayor y consultora del tema para la Fundación Saldarriaga Concha, “la situación actual nos lleva a la necesidad de educar a la sociedad en torno al envejecimiento y a la vejez como realidades propias y frente a las cuales no tenemos, en muchas ocasiones, claridad de las mismas, por lo que no generamos acciones tendientes a asegurarnos un envejecimiento exitoso y por ende, una vejez activa, saludable y segura”.

Aunque doña Ana tiene buenas condiciones de vida, en el sentido de que no le faltan el techo ni la comida, en los últimos años se ha convertido en una persona solitaria, pasa mucho tiempo en su casa y poco a poco su salud se ha visto afectada. Manifiesta que “con los años, los hijos y los nietos van creciendo, tienen su trabajo y actividades, poco es el tiempo que pasan en la casa, uno a veces se siente como una carga para ellos, ya no le dedican mucho tiempo y siempre están ocupados, es frustrante saber que hasta para poder ir hasta el al médico tengo que pedirles dinero, nunca imaginé que mi vejez la viviría de esta forma”.

González agrega que “el país requiere un desarrollo fuerte en cuanto a la cultura del ahorro como resultado de la promoción al del envejecimiento exitoso, unido a acciones que permitan asegurar un ingreso seguro al momento de llegar a la vejez”.

Sistema pensional insostenible

Todo sistema pensional, para ser efectivo, debe contar con reservas y una parametrización dinámica. En la actualidad, el sistema pensional no cumple ninguna de las dos, puesto que a pesar de que existen dos regímenes: el de Prima Media (RPM) y el de Ahorro Individual con Solidaridad (RAIS), ninguno de los dos garantiza la cobertura, equidad y sostenibilidad que, según el Ministro de Trabajo, Rafael Pardo, son los tres problemas fundamentales que presenta el panorama pensional, lo cual hace necesaria una reforma.

La informalidad laboral es uno de los más grandes obstáculos para poder construir un régimen pensional efectivo. Es por ello que Santiago Montenegro, presidente de la Asociación Colombiana de Administradores de Fondos de Pensiones y Cesantías, Asofondos, hace un llamado a la sociedad: “Hay que hacer un esfuerzo enorme por formalizar a los trabajadores, esto debe ser tomado como un reto que debemos realizar como sociedad y como una responsabilidad de todos”.

La baja cobertura en el número de personas cotizantes, pensionados y en expectativa de pensionarse, sumado con el desempleo, hace insostenible el sistema pensional. Este panorama es preocupante, teniendo en cuenta que la proporción de personas mayores viene en crecimiento, lo que invita a que como sociedad, se haga una reflexión profunda en torno al tema.

De acuerdo con Lina María González, “en Colombia, las cifras del Dane muestran que para el año 2020 habrá alrededor de 6.500.000 personas mayores, lo que marcará un crecimiento del 34,4% con respecto a 2012. Esta situación evidencia claramente, que en el país, la proporción de personas mayores aumenta apresuradamente con el tiempo y que en menos de 7 años seremos un país envejecido”.

La cultura del No ahorro

“El ahorro ha sido una práctica escasa dentro de la sociedad colombiana, en nuestro país prevalece la cultura del consumo, del crédito y la deuda”. Esta afirmación es de Ricardo Arias Mora, presidente del Fondo Nacional del Ahorro (FNA), quien comparte la necesidad de que el país desarrolle una cultura del ahorro, que le permita llegar a la vejez con un seguro económico.

Según datos de la Fundación Saldarriaga Concha el 79 % de los adultos mayores que trabajan lo hacen por necesidad.

Más allá de los mecanismos obligatorios de ahorro que impone el Estado, como la cotización a pensiones y a cesantías, a la que sólo recurre algo más del 30% de la población trabajadora que está formalizada, tampoco son muchas las personas que ahorran y por lo general, se impone la cultura de la deuda o del crédito. De acuerdo con las cifras de Asobancaria, en el periodo comprendido entre septiembre de 2011 al mismo mes de 2012, el número de tarjetas de crédito tuvieron un aumento del 7.4%, mientras que el número de cuentas de ahorro programado descendió en un 5.1%, es decir, 38.332 cuentas de ahorro se cerraron y los números siguen descendiendo.

Tanto para Mora como para los especialistas en el tema, las personas deben buscar diferentes alternativas para contar con un ahorro a lo largo de la vida para garantizar, de esta manera, una vejez tranquila y con una buena calidad de vida.

Para Lina María Gonzáles, “La vejez es una etapa de la vida que denota cambios y modificaciones no solo en nuestro cuerpo sino en nuestros contextos y relaciones, en las que está inmersa además nuestra vida laboral. Al llegar a la edad adulta mayor, hay un importante número de personas que mantienen su actividad productiva, pero asimismo, requieren la seguridad de un ingreso y una base económica, que les permita vivir con calidad y de forma digna”.

No obstante, considerando que el 60% de las personas que laboran devengan el equivalente o menos del salario mínimo, el tema pasa de ser algo cultural a una imposibilidad económica, ya que el salario de la mayoría de los colombianos apenas les alcanza para cubrir con sus necesidades, por ello es entendible que deban acceder a todo tipo de créditos para poder adquirir diferentes productos y servicios.

Esta situación lleva a que en la actualidad, y según cifras de la Fundación Saldarriaga Concha, el 79% de las personas mayores que trabajan lo hacen por necesidad, porque les toca.

Si se logra establecer en la sociedad colombiana una cultura del ahorro, acompañada por iniciativas y reformas del Gobierno, en donde el trabajo sea formalizado para el 100% de los trabajadores y se reduzcan los índices de desempleo, es posible conseguir que las personas mayores tengan una calidad de vida digna y que al llegar a la vejez, las personas se puedan sostener económicamente con los ahorros generados de su propio trabajo.

El Gobierno colombiano debe buscar nuevas estrategias para poder ampliar la cobertura de personas que puedan pensionarse y asegurar la estabilidad de las personas en edad laboral.

Frente a lo anterior, Augusto Cuéllar, Vicepresidente de la Confederación Colombiana de Personas Mayores (Confecolpem), agrega que “es importante que las personas empiecen a ser conscientes de que deben usar diferentes mecanismos de ahorro como fondos de empleados y cooperativas, aunque también desde el Gobierno se deben adoptar medidas ante el nuevo modelo económico y laboral, en el cual las personas ya no cuentan con trabajos estables por muchos años como ocurría hace algunos años, se debe hacer el esfuerzo de garantizar a los trabajadores empleos fijos para que puedan tener la capacidad de tener ese ahorro”.

El contar con una conciencia de ahorro durante la vida, recurriendo a mecanismos como las cooperativas y fondos de empleados, han mejorado la calidad de vida de las personas que actualmente se encuentran pensionadas, como es el caso del señor Augusto Cuéllar, quien manifiesta que “el poder contar con estos mecanismos ha permitido vivir más tranquila mi vejez y por ende, permitirme tener una mejor calidad de vida”.

Por ello, se debe tener en cuenta que para poder inculcar y generar una cultura de ahorro en nuestra sociedad, esto debe hacerse desde casa, en donde los niños desde pequeños entiendan y disfruten, tanto a corto como a largo plazo, los beneficios del ahorro.

En los colegios y universidades debe enseñarse a los jóvenes la relevancia que tendrá para su futuro el contar con un ahorro, iniciativas como “Jóvenes Ahorradores” del Ministerio de Trabajo, brinda facilidades a los jóvenes para que empiecen a tener ahorros desde temprana edad, para que esto se convierta en un hábito, buscando que en el futuro estas nuevas generaciones puedan contar con una mejor calidad de vida al llegar a la edad de retiro.

Para finalizar, también desde el Gobierno deben buscarse nuevas estrategias para poder ampliar la cobertura de personas que puedan pensionarse, asegurar la estabilidad de las personas en edad laboral y pensar en mejorar los subsidios que se entregan, para que cubran las necesidades básicas de las personas que se benefician de estas ayudas que brinda el Estado.

Lina María González reflexiona que “la pensión en la vejez y el ahorro para la vejez no empiezan un año antes de pensionarnos, empieza en el momento mismo en que empezamos a envejecer, empieza con una cultura de ahorro desde casa, desde mi aprendizaje en la sociedad, desde el cuidado propio por mi salud, por mi educación, por mis redes de apoyo. Es por esto que requerimos de espacios de educación en envejecimiento, como una necesidad obligada como personas y como sociedad”.

Sobre la Fundación Saldarriaga Concha

Creada en 1973, la Fundación Saldarriaga Concha, como entidad de cooperación nacional, invierte recursos, aporta conocimientos y asesoría técnica a iniciativas y proyectos que mejoren las condiciones de vida y la inclusión social de las personas con discapacidad y las personas mayores en Colombia, en educación, empleo y productividad, fortalecimiento organizacional y comunitario, entre otras. Para ello, realiza alianzas con organizaciones públicas y privadas del orden nacional e internacional.

Fuente: Diario del Huila

Para más información sobre la Fundación Saldarriaga Concha visita su página web

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