La política sobre envejecimiento y adultos se ha quedado en un mero enunciado normativo.

Bogotá (Colombia), 17 de septiembre de 2012. Si bien es cierto que Colombia cuenta con una política pública para el envejecimiento y la vejez que se propuso para el periodo 2007-2019, en la práctica se ha quedado en el enunciado normativo.

Ese fue, en términos generales, el sentir de quienes en su calidad de organizadores, panelistas y asistentes, protagonizaron el Congreso Nacional de Envejecimiento Activo, que por primera vez tuvo lugar en el país, en un esfuerzo conjunto que comprometió la participación del programa de Gerontología de la universidad del Quindío y la Asociación de Gerontólogos del Quindío.

Para todos los que de una u otra forma tienen que ver con la problemática de los adultos mayores, está claro que hay múltiples diagnósticos que muestran las acciones, las rutas y los caminos a seguir, en el propósito de propiciarle unas condiciones de vida más dignas a este segmento de la población.

Lo que queda en evidencia es la falta de un mayor compromiso desde lo nacional hasta lo local para que los diversos enunciados y postulados que “brillan” en las políticas públicas trasciendan del “papel” a los hechos reales y concretos.

Al término del Congreso reafirmaron el compromiso de seguir trabajando desde la academia y la propia asociación para que cada vez se realce más el papel y la importancia del gerontólogo en la realidad social en que se mueven los adultos mayores.

Un envejecimiento activo sí es posible

Tomando como referencia las diversas intervenciones y los sólidos argumentos de los expositores queda claro que lograr un envejecimiento activo no es una “quimera”. Lo que falta son los conocimientos y los instrumentos de parte de quienes más cercanamente interactúan con los adultos mayores para ayudarles a que esa etapa de la vida no tenga que estar enmarcada solo por la enfermedad, el dolor, el aislamiento, la tristeza y total inercia.

Por las características propias del evento académico se trataron temas tales como la enfermedad y la muerte, o los tratamientos paliativos que ayuden a sobrellevar con más dignidad humana penosas situaciones de salud de los adultos mayores.

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