La soledad de los viejos

La Paz (Bolivia), 21 de septiembre de 2014. Por Juan José Bonifaz B.- Dolor, problemas, cuándo no… Toda su vida está llena de dificultades, por eso los años le hacen más paciente, más sabio, más estoico frente a las adversidades…

Las personas mayores de 60 años sienten acontecimientos expectables como la jubilación y la extensión de su familia. El cese de la actividad laboral y la conformación de nuevas familias por parte de los hijos, son sucesos que se tornan relevantes en este momento de la vida.

En Bolivia, las personas mayores quedan, en su gran mayoría, excluidas del circuito de intercambio que genera el mercado, y los ingresos económicos jubilatorios – si existen- están considerablemente por debajo de los requeridos para una vida confortable, que limita el acceso a ciertos espacios de disfrute del ocio, siendo predominantes los casos que no llegan a cubrir las necesidades de alimentación y suministros básicos. Esa pobre renta, en muchos casos, es el sustento de toda una familia, esta situación no puede ser ignorada por ninguna institución cuyo rol es defender a la sociedad de estas graves lacras, que como la soledad no se ven, pero en muchos casos son disimuladas por dignidad de las víctimas.

¿Dónde está el sentido social de los gobiernos? ¿Quién es responsable de dar solución al problema de los viejos? ¿Quiénes deben proveer centros especializados de acogida para estos ciudadanos como un reconocimiento a su servicios activos?…

Parecería que el problema fuera exclusivamente de las rentas -y no es así- hay necesidad de otros servicios que provean soluciones complementarias y que deben ser consideradas en una solución integral. En investigaciones realizadas por especialistas, se estableció la modificación que se producía en los adultos mayores al ingresar a este tipo de centros de acogida y se daban cuenta del bienestar que se operaba en ellos. Se evidenció que no era la calidad de vínculo lo que se ponía de relevancia en primera instancia, sino la posibilidad de construir y mantener vínculos. La palabra compañerismo- compañero, que reiteraban en las entrevistas realizadas, denotaba cómo recuperaron dentro de esta institución el lazo con el otro; el sentimiento de pertenecer a un grupo; sentirse parte del mismo, de sus objetivos y de su acontecer.

Centros de atención de este tipo tienen como inicial tarea asistir y orientar, individual y grupalmente, en los aspectos médico, psicológico, ocupacional y social a los adultos mayores, brindando una asistencia diurna y nocturna integral a aquellas personas que por sus características personales, familiares, económicas, sociales y/o sanitarias, requieren de un espacio de convivencia y participación, propiciando el auto-cuidado, crecimiento individual y grupal, la cooperación y la solidaridad social.

Existen diversas fuentes de financiamiento, voluntariados internacionales y experiencias en el mundo para buscar soluciones para este grupo social, pero en esta etapa de oro y avance social en Bolivia -como paradoja- una dolorosa marcha de ancianos pobres, con bastones, frío y sabor a muerte, recorre el gélido altiplano con rumbo a La Paz, el centro político donde se cocina el destino nacional; mientras en las calles de las principales ciudades, multitudes abigarradas de ancianos, interrumpen la normalidad tratando de llamar la atención de los insensibles y bien alimentados del gobierno.

Hasta se escuchan frases de descrédito, burla y desprecio a la condición del viejo, olvidando que en la vida todos recorremos el mismo camino. Finalmente, los viejos son la reserva moral de un país, son la historia vívida y los generadores de la riqueza para derrochadores de turno.

Quiénes defendieron el petróleo boliviano, quiénes construyeron la estructura de exportación del gas, quiénes agotaron sus energías en los socavones y los campos del Occidente, Oriente, Norte y Sur del país. Como van las cosas, preferible sería que los miles de millones de dólares que administran desde el gobierno, los distribuyeran directamente entre todos los bolivianos, y tengan la seguridad que nos iría mejor en lugar de mantener una burocracia parasitaria de incapaces y politiqueros corruptos.

Fuente: Correo del Sur

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