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Quito (Ecuador), 28 de noviembre de 2015. Por Kleber Paredes. Para los ahora alumnos de la Universidad del Adulto Mayor de la Universidad Central del Ecuador, dejar sus actividades académicas y dedicarse a la familia son parte de sus aspiraciones, pero no las principales. Piden reconocimiento, cumplimiento de sus derechos, actividades acordes a sus conocimientos y experiencia, porque quieren continuar aportando a la sociedad.

La población de los más viejos se incrementa. Cada día hay más adultos mayores y con una expectativa de vida superior. Al ser heterogéneo el proceso de envejecimiento, las grandes diferencias están marcadas según el género, nivel socioeconómico, educativo, estilo de vida y el impacto de los acontecimientos histórico-sociales que afectan el curso de la biografía personal.

Entendido así, los desafíos de envejecer son igual de grandes para llegar a la diversidad de expresiones que implican la vejez y el envejecimiento, no se diga para que las políticas públicas lleguen a esa diversidad específica.

Recientemente, la Fundación Pilares para la Autonomía Personal, de España, publicó el libro Envejecer sin ser mayor  que contiene los resultados de una investigación cualitativa que analiza el rol y las expectativas de las personas que se acercan o acaban de entrar en la categoría de mayores. Este trabajo confirmó algo que ya se percibía: “Las nuevas generaciones de personas mayores despliegan comportamientos y demandas sociales muy diferentes a sus antecesoras. Rechazan ser categorizadas en virtud de su edad e impugnan el rol clásico del mayor”.

De igual manera, “reivindican seguir en el mundo desde un lugar en el que se les reconozca más allá de la edad que atesoran, por lo que el reto de la sociedad en estos momentos estriba en la capacidad de generar plataformas que den respuesta a esa búsqueda de reconocimiento a través de un desarrollo personal compartido en la participación social. Qué roles están dispuestas a desempeñar estas personas mayores, qué factores inciden en el proceso de renovación del significado de este momento de la vida y por qué sucede ahora y a través de estas generaciones”. Los resultados de esta investigación, así como la diversidad de expresiones que significa la vejez y los desafíos también se aproximan a lo que silenciosamente sucede en Ecuador.

La Universidad Central del Ecuador lleva adelante el programa llamado «Universidad del Adulto Mayor«, que vincula a la Asociación de Jubilados de este centro de educación superior. A este grupo de profesionales, de diferentes áreas del conocimiento, se le preguntó: ¿Cómo miran y cómo debería ser su vejez? Sus respuestas, en su mayoría, dejan al descubierto que sus demandas son muy diferentes a las de sus antecesores.

Sentirse y ser útil

He llegado a la edad del adulto mayor, detengo mi caminar para, en voz alta, pensar cómo quisiera envejecer sabiendo que la vejez no es cuestión de años sino de ánimo.

La primera decisión es sentirme útil para mis nietos, para mi grupo familiar y para mi círculo social, volcando mi experiencia académica acumulada en 38 años como instructor de laboratorio de Física en la Universidad Central. Mi segunda determinación es mantener un contacto vivo con la Pachamama a través del cultivo y cuidado de plantas ornamentales, no solo como pasatiempo, sino como compromiso de un buen vivir. (Miguel Cruz Neto).

La alegría del ocaso

El mundo da vueltas y de pronto vemos que dejamos de ser niños, pasamos a la adolescencia, más tarde la juventud desaparece y somos gente adulta, donde las responsabilidades de ser adultos se multiplican; la vida nos arrastra y de pronto llegamos hacia un paso más bonito, más dulce, como es el ocaso de la vida cuando dejamos las responsabilidades para la juventud y vivimos para nosotros mismos; por fin nos damos cuenta de que somos personas, con gustos, con alegrías, con ganas de vivir aquella vida que no vivimos por dedicarnos a los demás. Sí, a veces con tristezas de los recuerdos pasados, pero llenos de optimismo por gozar de la oportunidad que el Altísimo nos proporciona. Vayamos por el camino que tantas veces recorrimos alegres, riendo, haciendo planes serios o descabellados, pero que nos llenaron de alegría. No nos quedemos esperando el final.

Amigos, seamos felices, mientras estemos sobre la Tierra, sea por poco o mucho tiempo, amémonos mucho y compartamos con quienes nos rodean. (Lcda. Lucía Cruz Gaibor)

Los problemas al llegar a la tercera edad

Como la mayoría de personas jóvenes, uno nunca se proyecta a lo que será su vida para cuando llegue la edad de la jubilación. Es algo tan lejano que no merece un segundo pensamiento. Entonces no hay urgencia de prepararse para un futuro lejano. En mi caso particular, me divorcié a los 28 años con tres hijos y los ingresos eran suficientes para tener todas las comodidades: casa, auto, hijos en escuelas privadas, empleadas domésticas que me ayudaron a criar a mis hijos, mientras yo trabajaba. Pero tampoco se podía ahorrar.

Cuando llegó la crisis de 1999 que esfumó los ahorros de los ecuatorianos, a nosotros no nos afectó en nada. Pero al jubilarme, los ingresos disminuyeron drásticamente y hubo que hacer recortes. Aprovechar los servicios de salud del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), aunque tengas que esperar 3 meses entre consulta y consulta, si no te has muerto en el ínterin; prescindir de la ayuda doméstica y sufrir rechazos para obtener préstamos porque ya no eres sujeto de crédito. Tu seguro de vida solo es válido hasta la víspera de cumplir 70 años, es decir que todo el dinero pagado por la póliza fue un desperdicio porque no te moriste a tiempo para que tus hijos puedan recibir el monto asegurado, que les podría ayudar en ese momento.

Yo veo que el peor problema es el económico, porque has perdido la libertad de decisión cuando tienes que elegir entre gastar 150 dólares por persona para ir al Circo del Sol o comer hasta el fin de mes. Imposible pensar en el Crucero de los Andes que cuesta 1.400 dólares por persona y los museos están cerrados los días de fiesta y feriados. No quedan muchas más alternativas, además de la televisión o la lectura, si tus ojos y oídos todavía están en buen estado. Felizmente, los hijos, los nietos y familia cercana y algunas buenas amigas están siempre pendientes de mi salud y ahora todos están encantados de que estoy en la Universidad del Adulto Mayor. (Rosa Elisa Proaño)

Cómo debe ser la vida de aquí en adelante para el adulto mayor

Considero que los adultos mayores, siendo personas sociales y legalmente reconocidas a los 65 años de edad, deben gozar de varias prioridades, como: respeto, consideración y derecho a tener una buena calidad de vida. Esto se lograría si las autoridades gubernamentales reconocieran todos los derechos que tienen las personas adultas mayores, aplicando la Ley del Adulto Mayor vigente en Ecuador. (Carmen López de la Torre)

Son personas con muchos conocimientos

Yo creo que el adulto mayor debe ser considerado como una persona de grandes experiencias y muchos conocimientos.

Los valores que adquirimos durante nuestra vida los heredamos a nuestros descendientes, para guiarles hacia un futuro mejor. (Elsa Fernández)

Qué desearía en mi presente y para mi futuro

Siendo tiempos de descanso, desearía compartir más con mis hijas y nietos, pero lamentablemente tenemos un océano de distancia; el compartir algo de la experiencia adquirida en mi profesión con gente a la que pueda interesarle, iniciar nuevas relaciones interpersonales de compañerismo, amistad con personas que se hallan en similares condiciones a las mías, pues de momento cuido a mis plantas, realizamos muchas actividades comunes con mi esposa; he reforzado un poco las relaciones con mis familiares que se hallan en provincia, pero falta complementar. Sé que existen programas del Estado y del Municipio, pero no están relacionadas con lo que conozco, sin embargo, espero incluirme en alguno de ellos, por ejemplo, la electrónica, pintura, música, ¿por qué no?, la cocina… incorporarme a paseos, poner afán en vencer los retos que a veces significa, en fin. Creo poder soñar, pese a mis años, pues mi organismo y funciones son fuertes y puedo desenvolverme muy bien en este caminar, compartir deportes comunes o socializar un poco más mi tiempo presente y futuro, siempre agradecido del bienestar físico, económico y también afectivo que Dios me provee. (Segundo Jacho)

La vida a esta edad no debe ser marcada por el aislamiento

Soy Ligia Romero Cabrera, tengo 78 años. Soy enfermera y toda mi vida profesional la dediqué a la docencia en la Escuela Nacional de Enfermeras. Me jubilé hace 20 años.

Siempre he pensado que el estilo de vida a esta edad no tiene que ser marcado por el aislamiento y la inacción. Bajo estos conceptos planifiqué mi jubilación.

Considero que la vida es un hermoso regalo de Dios, con la responsabilidad de cuidarla y Él mismo nos da capacidad para hacer lo que se desea para el bien personal, de la familia y de todo nuestro entorno. Lo más nocivo es aislar al adulto mayor pensando que no sirve para nada, limitarle en todo tipo de actividades, quitarle responsabilidades. Hay que considerar que en cualquier condición la vida sigue, y a esta hay que responderla con actividades cotidianas que serán realizadas a elección de la misma persona, según su gusto y capacidades.

Igualmente malo es que el adulto mayor se olvide de sí mismo y la familia le someta a actividades forzadas, a veces no deseadas, como el atender en todo a la familia que trabaja o el responsabilizarle del cuidado de los nietos.

¿Cómo debería ser la vida de la persona adulta mayor? Creo que el adulto mayor, jubilado o no, debe tener una vida dentro de los siguientes parámetros: actividad, cuidado de la salud, buena nutrición y ayuda espiritual.

  • Actividad física: con ejercicios activos o pasivos, caminatas al aire libre, exponerse al sol de la mañana. Mental: a través de lecturas, conversación, resolver crucigramas, asistir a conferencias, jugar a las cartas. Social: alternar con otras personas con quienes se puede compartir lo antes mencionado, realizar paseos. Si no le sienta mal, una siesta de 30 minutos después del almuerzo es bueno.
  • Cuidado de la salud. Mantener un control médico y dental por lo menos una vez al año. A veces la edad afecta a algunos órganos o sistemas y, si son atendidos a tiempo, se puede evitar mayores complicaciones. Es importante seguir responsablemente las indicaciones médicas.
  • Buena nutrición. Un concepto errado es pensar que el adulto mayor debe comer poco y no de todo, si bien es cierto los requerimientos puede algunas veces ser menor, dependiendo de la actividad que se tenga, pero la dieta debe ser variada, suficiente en calidad y cantidad, debe ser sana, sin grasas saturadas y contener elementos de los cuatro grupos de alimentos. El organismo tiene su propio termómetro para eliminar de la dieta los alimentos que la persona siente que le hacen mal.
  • Ayuda espiritual. Al igual que la parte física, el espíritu también necesita su alimento diario. En la actualidad hay grupos de oración, de estudio de la Biblia, de beneficencia donde se puede hacer labor social. Lo importante es saber que tenemos un dios de quien viene todo lo que recibimos, que nos ama y quiere que también le amemos y a quien daremos cuenta de todas nuestras acciones.

Cuidar la paz interior

La comunicación entre los seres humanos es un medio importante en la vida, y más aún para el adulto mayor. Hoy, quienes nos encontramos en esta fase de la vida, nos sentimos atendidos por cuanto hay bastante información sobre los derechos a los que tenemos y podemos acceder y beneficiarnos de ellos.

Con la información veraz y oportuna, tenemos a nuestro alcance seleccionar uno de los eventos de distracción colectiva, muy necesaria para nuestra edad y apreciamos mucho que la atención médica, igualmente está a nuestro alcance, gracias a las autoridades de gobierno.

Para una vida plena, cada uno de nosotros debe cuidar su paz interior para que la salud del cuerpo sea satisfactoria. (Cecilia Erazo)

Anhelos para una vejez digna

Aporté a la sociedad por 40 años, mediante el ejercicio de la función pública. Y lo hice con amor, dedicación, honradez, eficiencia y honorabilidad, por lo que al final de esta larga jornada, me queda la satisfacción del deber cumplido. Al iniciar una nueva etapa de la vida, por mi jubilación, lo menos que uno puede desear es tener una vejez digna, llena de alegría, entusiasmo y ser merecedora del cariño, respeto y protección por parte de la familia y de la sociedad. En la actualidad, las políticas estatales ponen en riesgo el bienestar y la calidad de vida del jubilado al no respetar las disposiciones establecidas en la Constitución Política del país. (Wilma Estrella).

Fuente: El Telégrafo

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