Los gobiernos de la región buscan soluciones ante la apremiante situación previsional

Asunción (Paraguay), 24 de marzo de 2014. Si se hace un breve cálculo se puede encontrar que actualmente en América Latina hay aproximadamente 290 millones de personas en edad de trabajar. El 55% de ellos, es decir, 160 millones, no contribuyen a ningún sistema de pensiones, según información publicada por el Banco Mundial.

Estos datos, aparte de la curiosidad estadística que suscitan, implican que los latinoamericanos dejan de percibir ingresos cuando llegan a la edad de jubilación y provocan que, en muchas ocasiones, deban seguir trabajando más allá de los límites de edad razonables, apelen a sus ahorros o a la bondad de sus familias. Pero apelar a las familias tiene un impacto económico, sobre todo si son de recursos limitados, que deben dedicar parte de sus ingresos al cuidado de sus adultos mayores.

«Una solución a este problema podría ser mejorar la formalidad del mercado de trabajo para que los trabajadores contribuyan regularmente. De todas formas, para solucionar la situación de muchos adultos mayores es necesario pensar en algo que vaya más allá de las pensiones contributivas tradicionales», explica Rafael Rofman, experto en pensiones del Banco Mundial y autor del estudio«Más allá de las pensiones contributivas en América Latina y el Caribe»

El experto observa que gracias al crecimiento económico de la última década mejoró también la formalidad del empleo, y con ello más personas entraron dentro de los sistemas contributivos: actualmente el 45% de los trabajadores contribuyen a un sistema de pensiones, mientras que hace 15 años representaban el 35%.

Estos vientos a favor de la economía global convencieron a los gobiernos latinoamericanos de la necesidad de establecer reformas en los sistemas de pensiones y el resultado fue que alrededor de 11 millones de adultos mayores de 65 años que estaban excluidos de los sistemas de pensiones accedieron a algún beneficio.

¿Pensiones universales o selectivas? 

Las estrategias políticas que se han desarrollado en la región en los últimos años establecen tres líneas de actuación diferenciadas.

Por un lado, el grupo formado por Argentina, Brasil, Chile, Panamá y Uruguay apuntó a incluir a aquellos adultos mayores que durante su vida laboral no hicieron contribuciones a los sistemas de pensiones. Entre las medidas más comunes que implementaron está facilitar la entrada al sistema contributivo, relajando algunos requisitos o agilizando el trámite.

Otros países, como Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, México, Paraguay y Perú, al no contar con los recursos necesarios, decidieron enfocarse en los más vulnerables y otorgaron pensiones a los más necesitados, a través de las propias instituciones de seguridad social.

El último grupo está formado exclusivamente por Bolivia y Trinidad y Tobago. Su estrategia ha sido otorgar una pensión a la totalidad de los adultos mayores, independientemente de su vinculación previa con el mercado de trabajo.

«Estas estrategias parecen estar funcionando y se está mejorando la situación general. De todas formas, aún existen dos desafíos claros: la consolidación política, social, de diseño, y el otro es el de la sostenibilidad fiscal, es decir, hay que pagarlos», explica Rofman.

Cabe tener en cuenta que estos programas se iniciaron en un contexto económico favorable, por lo que uno de los retos más acuciantes es el de garantizar las pensiones en situaciones económicas menos favorables.

Fuente: Entorno Inteligente

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