Skip to main content

Buenos Aires (Argentina), 25 de febrero de 2015. «La edad no es la que uno tiene, sino la que uno siente.» No se trata sólo de un fragmento de la última novela del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, sino de una visión que comparten la mayoría de los que hoy son abuelos. Se trata de personas mucho más activas, flexibles en su mentalidad y que no se encasillan en el rol de educador mayor, como lo hacían generaciones anteriores con sus nietos, si llegaban a conocerlos. Quieren ser abuelos presentes, pero exigen el respeto de sus agendas cada vez más apretadas. Realizan actividades con sus nietos que nunca hubiesen imaginado poder compartir con sus antepasados a los que veían como «viejitos tiernos, frágiles y pasivos«. Los cambios son el resultado de la combinación de varios factores: aumento en la esperanza de vida, el culto a la juventud y transformaciones en los roles de hombres y mujeres dentro de la sociedad. El cambio trae beneficios tanto para quienes se acercan a la ancianidad como para las nuevas generaciones.

«El día que tenga nietos no voy a ser como mis abuelas«, proyectó Débora Durán en algún momento de su historia a la que aún le quedan varios capítulos por escribir. Débora tiene 56 años, cuatro hijas y cinco nietos con los que comparte mucho más de lo que ella pudo vivir con sus abuelos. Pero aclara: «Yo no soy niñera, soy abuela y me siento joven«. Para Débora, ir a trabajar todos los días a la santería Asís, que ella misma abrió hace 21 años, es una fiesta, igual que la etapa que hoy le toca vivir. Sus días se reparten entre trabajo, clases de pilates, zumba, almuerzos con amigas, grupos de oración y familia. Débora, como muchas de las mujeres de su edad, intenta participar en la vida de sus nietos aunque establece límites claros. «Mis hijas saben que los jueves a la mañana son sagrados para mí. Salvo que me pidan algo por una urgencia, ese día tengo grupo de oración desde hace 14 años«, cuenta.

Los abuelos ya no son lo que eran, ni lo volverán a ser. Según Help Age International actualmente hay en el mundo 868 millones de personas mayores de 60 años, aproximadamente el 12% de la población. Para 2050, serán casi 2000 millones, el 21% (en la Argentina serán casi el 30%). Los recién nacidos ese año podrán esperar vivir 83 años en países desarrollados y 74 en los que se encuentran en vías de desarrollo.

«La abuelidad es una función que comienza en la mediana edad, desde los 50 años. Hoy hay gente de 50, 60 y 70 años cada día más activa, que no quiere cumplir el rol de abuelo sostén funcional ni dedicar su vida a cuidar nietos. Sienten que en este momento pueden aparecer opciones mejores para ellos«, explica Ricardo Iacub, doctor en psicología y autor de Identidad y Envejecimiento, entre otros títulos vinculados al tema. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esperanza de vida al nacer es 78,81 años para las mujeres y 72,08 para los hombres. «En una investigación reciente en la que se le preguntó a los adultos mayores cuáles eran las relaciones que más valoraban, el orden en las respuestas fue: amigos en primer lugar, hijos, hermanos y en cuarto lugar, nietos, seguidos de parejas«, detalla Iacub. Sin embargo, para él también es innegable «la alegría que produce poder estar con los nietos y volver a estar con un chico sin tener que imponerle un sistema de límites que cansa y aburre».

«Cuando nació Sofía -su primera nieta- sentí que toda mi vida me había preparado para ser abuela«, recuerda Débora, que con la llegada de los nietos acondicionó la terraza de su casa para que funcionara como playroom. Algunos días los nietos de Débora van a la santería en donde van adquiriendo hábitos que les servirán para el futuro. Pero Débora reconoce: «Es un amor diferente, es un regalo que te llega a cierta edad, que no es una obligación«.

Otro vínculo

Teresa Marcaida tiene 68 años y una de las cosas que más disfruta de ser abuela de siete nietos es verlos libres para que puedan decir o hacer lo que tengan ganas. Fue así como en una charla con su nieta de diez años, se enteró de algo que ella no hubiese compartido nunca con sus abuelas a quienes conoció muy poco: «Me contó que tuvo que decirle a un chico que no puede ser su novia porque su papá no la deja». La cercanía entre los adultos mayores y nietos tiene que ver con el hecho de que el abuelo de hoy es un abuelo moderno culturalmente, según Iacub. «Antes el abuelo era la autoridad más recta y más firme, hoy el abuelo se corrió de ese lugar. Hay adultos que no quieren estar en el lugar conservador y que prefieren una relación más abierta con los nietos y son capaces de abrir compuertas que quizás los padres al estar obligados a cumplir otro rol, no pueden hacerlo

Teresa tiene una vida muy activa. Baila flamenco, hace gimnasia de stretching especial para bailarinas, juega al tenis y hace cinco años descubrió una nueva pasión que este año compartirá por primera vez con su nieto mayor, una amiga y su respectivo nieto: la pesca con mosca. «Hoy se reemplazó cierta formalidad en la relación por una posición de compinche«, cuenta Iacub en relación con el tipo de actividades que comparten abuelos y nietos.

Teresa dice que le gusta compartir momentos con sus nietos y que estar con ellos la mantiene joven, pero aclara: «Si mis hijos me piden que cuide a mis nietos por capricho, les digo que no. Pero si se van de viaje o me lo piden con tiempo, no tengo ningún problema«. Iacub considera que a los hijos a veces les cuesta darse cuenta que sus padres nacieron dentro de la misma cultura y quieren aprovechar las ofertas y posibilidades que todavía tienen. «Creo que estamos construyendo nuevas relaciones sobre la base de que todos somos un poco más libres y esto es una gran conquista de los últimos tiempos«, explica.

«Dotar al chico de una continuidad histórica es lo más rico que puede tener la abuelidad. Hay toda una relación del sujeto con el tiempo que se aprende más fácilmente con los abuelos. Existen investigaciones que dicen que aquellos chicos que tienen más relación con los abuelos, adquieren más tempranamente una relación temporal, es decir, cómo se inscriben los sucesos en el tiempo«, explica Iacub. En el mismo sentido, María Dolores Dimier de Vicente, directora en Orientación Familiar en la Universidad Austral, habla de una «ecología familiar sustentable» que proporciona a cada miembro recursos que nutren e impactan en el ambiente familiar, a fin de fortalecer, conservar y preservar sus vínculos intergeneracionales. «Lo esencial del vínculo entre abuelos y nietos lo da la dinámica amorosa y educativa, en la que el nieto es todo proyecto y el abuelo es riqueza de experiencia y patrimonio ético«, explica Dimier.

Curso para tres

Héctor Mauro, de 68 años, y su mujer, ambos de ascendencia italiana, tuvieron hasta la adultez una cuenta pendiente: aprender el idioma de sus antepasados. Un día, su nieta Valentina, que hoy tiene 14 años, se ofreció para acompañarlos en el nuevo aprendizaje. Fue así como los tres pudieron compartir una experiencia que los unió entre sí y también con la historia familiar. «Mi papá fue sastre y ninguno de sus hijos se dedicó a lo mismo, pero no sabemos por qué, mi nieta mayor un día pidió una máquina y empezó a coser. Hoy yo la incentivo llevándole el suplemento de moda del diario«, cuenta Héctor.

Algunas veces, los abuelos comparten actividades con sus nietos buscando reparar ausencias del pasado o para revertir situaciones que vivieron en su infancia. «Pasar tiempo con mis nietas y ayudarlas es una forma de devolver lo que no pude hacer antes porque trabajaba mucho, el tiempo no me alcanzaba y mi hija me reclamaba«, cuenta Héctor, que todavía trabaja. Débora, en cambio, ve una situación diferente con respecto a los abuelos de otras épocas: «A los abuelos de antes no se los podía molestar, era algo feo porque lo natural es que los chicos no estén callados».

Lo cierto es que muchos de los que hoy son abuelos tienen no sólo un nivel de actividades mayor que en décadas anteriores sino también una apariencia mucho más juvenil que la imagen asociada generalmente a esa etapa de la vida. «La sociedad actual rinde culto a la belleza y la juventud. En este marco, la vejez está impregnada por una conjunción de factores, fruto de indiferencia e ignorancia, que llevan al rechazo de esta etapa de la vida«, reflexiona Dimier.

Fuente: La Nación

Leave a Reply