La Paz, 29 de octubre de 2012. Guido Pizarro Durán / Más de 600 millones de personas que tienen más de 60 años en el mundo continúan esperando las promesas de la ONU y de los países miembros, de trabajar por el respeto a la dignidad de las personas mayores y buscar el proceso de envejecimiento productivo, activo y saludable. Cuando se estableció el 1º de octubre de 1990 como el Día del Adulto Mayor, se decía que el mundo entero saldrá beneficiado si se aprovecha su potencial y su experiencia.
Lamentablemente, lejos de cumplirse ese objetivo, ha crecido la discriminación por edad, como una de las peores formas de segregación, especialmente al derecho al trabajo. En Bolivia la discriminación por edad está derivando en actos delictivos, que van desde malos tratos familiares, abusos en asilos, trabas para conceder autorizaciones para conducir, «depuración» en el padrón electoral, límites de edad para contratar profesionales y otras formas ominosas de exclusión.
Inclusive el Presidente Evo Morales propuso que los 65 años debía ser una edad límite para que una persona pueda ser electa para un cargo público. Pidió a los jóvenes debatir y apropiarse de esta propuesta en un encuentro denominado «Yo 20-25» que se realizó en Cochabamba el pasado fin de semana. Lo que no sabe Evo Morales -y el censo del próximo mes lo confirmará- es que hay en el país más de un millón y medio de personas mayores de 60 años que van a emitir su voto en las próximas elecciones, y se van a acordar de esa propuesta.
La discriminación llega al extremo de obligar a los mayores a acogerse a una jubilación con miserables rentas, o se los deja a su suerte si no tienen los aportes necesarios para su pensión. Una de la promesas de la actual administración ha sido revisar el sistema de pensiones y restablecer y ampliar el sistema de seguridad social que ha sido herido de muerte debido a una secuela de contingencias que se fueron acumulando durante décadas y que desembocaron en la Ley de Pensiones de Sánchez de Lozada que solamente ha sido cambiada de administradores y maquillada por el actual gobierno.
En la actualidad no existe seguridad social, solamente un seguro parcial de salud para una parte de la población y rentas de jubilación para un segmento mucho menor de la ciudadanía. Como medida demagógica se creó el seguro gratuito de vejez que da cobertura a todo ciudadano mayor de 65 años, aunque nunca haya aportado al sistema. Estas medidas, que parecerían de amplio contenido social y que buscan atender a sectores claves muy vulnerables de la sociedad, son cubiertos por un engañoso manto que encierra una falsedad práctica: deficiente atención por la carencia de equipos, medicamentos, médicos, enfermeras, especialistas, personal de apoyo, espacios físicos, camas, alimentos, servicios, etc., y mal trato a la hora de cobrar rentas y bonos.
La seguridad social es un derecho de todos los bolivianos, consagrado por la Constitución Política del Estado, que en el Art. 45 garantiza ese derecho, pero hasta ahora es un simple enunciado que no se cumple, y más aún, es un retroceso con el sistema de pensiones vigente que, que en lugar de ser un premio al trabajo de varias décadas, significa un castigo sometiendo a los jubilados a la supervivencia con miserables rentas.
Lamentablemente, el gobierno elude el cumplimiento tanto de la Constitución Política del Estado, como elementales preceptos de los derechos humanos, que definen a la jubilación como la compensación justa para las personas que han llegado a una edad avanzada. El concepto jubilación viene de júbilo, que significa alegría, es decir, el goce de un estatus después de haber cumplido un rol en la vida activa. Es el jubileo, que debe interpretarse como el premio al trabajo de toda una vida, que se traduce en el merecido descanso, y goce de todo lo necesario para una vida tranquila y de satisfacción plena. Pero algunos funcionarios ven a los jubilados como una carga, y se atreven a decir que cumplir con ellos, significaría afectar la economía de todos.
Las conquistas de la ciencia, y los correspondientes progresos de la medicina, han contribuido en forma decisiva, en los últimos decenios, a prolongar la duración media de la vida humana. La «tercera edad» abarca una parte considerable de la población mundial: se trata de personas que salen de los circuitos productivos, disponiendo aún de grandes conocimientos, recursos, experiencia, técnicas y de la capacidad de participar en el bien común. Este grupo de «young old» (ancianos jóvenes), los demógrafos le han asignado una nueva categoría productiva, que contempla a las personas entre los 65 a los 75 años de edad.
Fuente: jornadanet.com