Será necesario crear y fortalecer las redes familiares y comunitarias para hacer frente al envejecimiento poblacional.

Ciudad de México, 14 de marzo de 2014. El Distrito Federal-DF es hoy en día una ciudad con una población envejecida que, bajo la actual tendencia demográfica, irá en ascenso vertiginoso.

Con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía-INEGI (2010) y de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS, 2005), realizada por el gobierno federal, Denhi Rosas Zárate, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Autónoma de México-UNAM, perfila la problemática del envejecimiento en la capital del país.

“En el DF vive un millón de adultos mayores, es decir, de 60 años o más, mil 69 de los cuales son centenarios. Esto significa que hay una tendencia a la longevidad, con sujetos que llegan a los 100 años en condiciones de fragilidad, dependientes, sin autonomía en su vida cotidiana”, dice.

El 70% de esos adultos mayores son casados y aún viven con su pareja; 44% son mujeres en condiciones de vejez y pobreza, ya que forman parte de una generación que ni se jubiló ni recibe pensión porque su trabajo no era formal, sino doméstico.

“Ése es un asunto que el gobierno debe abordar desde una perspectiva de género. La política laboral debe ser integral y estar vinculada a las necesidades que presenta dicha población”, añade la académica universitaria.

El 27% todavía están en activo, pero trabajan en la informalidad. Muy pocos (34%) son pensionados o jubilados, lo cual implica que el gobierno tiene una gran responsabilidad para darles seguridad social. “De ahí el éxito de la pensión universal que mensualmente reciben todos los adultos mayores en el DF.”

Necesidades específicas

Aunque la esperanza de vida en el DF es, en promedio, de 78 años para las mujeres y de 73 para los hombres, la mayoría de los adultos mayores de ambos sexos padecen enfermedades crónico-degenerativas (cardio y cerebrovasculares, diabetes, cáncer e hipertensión), así como neumonía y alguna discapacidad (11%), que generan un enorme gasto médico para el gobierno local y federal.

Hacia 2050, se prevé, uno de cada cuatro individuos será viejo en el DF. Con una población envejecida, las necesidades van a ser específicas y en todos los niveles (económico, social, cultural, de salud…), por lo que, en opinión de Rosas Zárate, será necesario crear y fortalecer las redes familiares y comunitarias con el gobierno local y federal, las organizaciones no gubernamentales y otras instituciones del país.

“La diversidad de actores tendrá que dar origen a la Red Comunitaria de Personas Adultas Mayores, para que ésta proponga una política nacional sobre vejez y envejecimiento en el país, con base en los derechos humanos”, comenta la académica.

Acciones

¿Qué se puede hacer? Desde el Consejo Asesor para la Integración, Asistencia, Participación y Defensa de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, del Instituto para la Atención de los Adultos Mayores en el Distrito Federal, integrado por diputados, académicos, especialistas, ONG y otros actores, se promueve una serie de acciones en torno a la problemática de ese sector de la población.

Rosas Zárate, candidata a doctora en la FCPyS, se refiere a algunas que han sido promovidas en ese espacio de discusión y trabajo: “En primer lugar está la pensión alimentaria para los adultos mayores de 68 años que vivan aquí; luego vienen la visitas médicas domiciliarias para los derechos de la pensión alimentaria; y el impulso de una cultura de prevención contra la discriminación y la violencia. En relación con el desplazamiento de los adultos mayores hay una propuesta para crear ciudades amigables. Eso implica rediseñar la arquitectura del DF. En algunos lugares ‘estratégicos’ se han construido elevadores, rampas, pasamanos, sitios de descanso, pero no son suficientes ante la demanda que existe.”

Los recursos del programa Pensión Alimentaria provienen de los impuestos que pagan los contribuyentes.

Se piensa también en “casas de día” para aquellos ancianos que no tienen quien los cuide. Ahí se podrían quedar, de entrada por salida, de 8 a 18 horas. De hecho, ya hay un programa para la gente que se encarga de los adultos mayores. Como esa tarea es muy desgastante, sobre todo cuando el adulto mayor padece una enfermedad crónico-degenerativa, se llama “Cuidando al cuidador”.

Sin duda será necesario, además, crear una industria del vestido específicamente para la población de adultos mayores, ya que va a ser la de mayor demanda.

“También habrá que cambiar la visión y los estereotipos que difunden los medios de comunicación (según los cuales los ancianos ni sirven ni producen), por una cultura de respeto hacia ellos”, añade la académica.

Con respecto a los de otras entidades del país, los adultos mayores del DF tienen un gran avance en escolaridad: 37% cursaron carreras técnicas y/o una licenciatura.

Por eso, el Consejo Asesor para la Integración, Asistencia, Participación y Defensa de los Derechos de las Personas Adultas Mayores impulsa y desarrolla la propuesta “Escuela para adultos mayores”. La idea es que, como tienen mucho que enseñar, pueden ofrecer una ayuda intergeneracional a los que no han aprendido tanto.

Política social errática

En su tesis doctoral, Rosas Zárate analizó las decisiones políticas que, en relación con los adultos mayores, se han tomado en México a través de la historia. De sus pesquisas sobre cómo se ha construido esta política en el país, infiere que el gobierno (local y federal) sigue practicando una asistencial.

“En la Colonia se basó en la caridad, a cargo de la Iglesia; con Benito Juárez y la Reforma, en la beneficiencia; y desde el Cardenismo hasta la fecha, en la asistencia. ¿Qué es, entonces, lo que se requiere? Una política pública que haga que los adultos mayores tomen decisiones junto contigo y digan qué es lo que necesitan. En cambio, en la política y las decisiones del gobierno participan actores de la academia y de otras instituciones del país, pero no, de manera directa, adultos mayores, lo que parcializa la realidad. Tanto el gobierno federal como el local han velado más por intereses cupulares que por una política social. En el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), por ejemplo, se siguen tomando decisiones muy verticales.”

En cuanto a la política social del gobierno local, la académica de la Universidad Nacional comenta que también ha sido muy errática.

“Se han disminuido todos los recursos destinados a este rubro y se han incrementado los destinados a la seguridad pública. El gobierno no se da cuenta de que, si no se va a la par con una política social, la inclusión social de la población se frena, y eso genera abandono y olvido, una población envejecida y pobre.”

Más información, en denhirosas@gmail.com

Fuente: El Universal

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