Tarija (Bolivia), 25 de enero de 2016. A sus 90 años Julio decidió poner fin a su vida, era una mañana del año 2015. Para esto tomó el cinturón que le había regalado su hijo y se ahorcó. Mucho antes en la puerta había colocado un letrero que decía llamen a la Policía. En el interior de su pequeña habitación, yacía colgado su frágil cuerpo, que según él ya no le importaba a nadie.
En otro escenario María tenía presión alta y diabetes, deprimida por la muerte de su esposo dejó de tomar sus medicaciones y se dejó morir. El hecho no fue registrado como suicidio pero bien saben sus hijos que fue así.
El suicidio en la tercera edad es una amenaza silenciosa que va en aumento en el mundo, se calcula que alrededor de un millón de personas pone fin a su vida, entre ellos un número creciente de individuos mayores de 60 años.
De acuerdo al profesor y psicólogo José Carlos García Fajardo el suicidio estaba entre las tres primeras causas mundiales de muerte en personas de entre 15 y 44 años, aunque el sector con mayor riesgo era el de los adolescentes. Ahora los suicidios de personas mayores sin prestaciones médicas se han disparado en el país en más de un 30%. Son las personas de edad que ya no se sienten útiles, ni necesitadas, ni queridas, las que toman esta decisión.
Cada día casi tres mil personas en el mundo ponen fin a su vida. Cada hora, ciento veinticinco personas se suicidan, más de dos personas por minuto. Un millón de personas se quitan la vida cada año, afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según Fajardo hablamos de suicidios verificados, no de los camuflados en “accidentes”, previa ingestión de drogas, de alcohol o de broncas emocionales que conducen a aplastar el acelerador.
“Muchos ancianos que viven solos en las ciudades grandes y que ´aparecen´ muertos, no se han pegado un tiro, ni se han tirado por la ventana ni ingerido venenos, se han dejado morir, abandonándose en la comida y en la higiene, perdiendo fuerzas, y hasta intuyendo una liberación en dejar de llevar un vivir sin sentido”, explica y añade que todo tiene que ver con el abandono.
En Bolivia, la cantidad de población adulta mayor que estaría en condición de abandono y maltrato alcanza a una cifra de 33.474 personas, equivalente al 5,90% del total de Personas Adultas Mayores en el país. Sólo el 21% tiene sus necesidades básicas satisfechas, el 16% está en el umbral de la pobreza y el 63% en pobreza, según fuentes de la Defensoría del Pueblo.
En Tarija hay más de 23 mil adultos mayores en abandono
De acuerdo a los datos del Censo 2012 del Instituto Nacional de Estadística (INE) facilitó en total en el departamento hay 43. 154 adultos mayores. La mayor concentración de éstos se encuentra en un rango de edad de 64 y 95 años, sumando 23.290 mujeres y 19.864 hombres. Del total, 23.057 están obligados a trabajar para sobrevivir, pues sus hijos no se encargan de ellos e incluso son los adultos mayores quienes aún deben mantenerlos.
De acuerdo a la Defensora del Pueblo en Tarija, Gladys Sandoval, la situación de los adultos mayores en el departamento es muy crítica, debido a que hay una constante vulneración de sus derechos humanos. Resalta, por ejemplo, que los hijos desconocen que se debe pasar una asistencia familiar a los padres (adultos mayores) si es que éstos no cuentan con recursos para sustentarse. Un estudio revela que los adultos mayores son abandonados mayormente en las calles, hospitales y centros geriátricos.
En el departamento ya se han registrado varios casos de fallecimiento de ancianos en situación de abandono e incluso adultos mayores internados en hospitales sin ningún familiar que responda por ellos.
En Bolivia hay más de 33 mil adultos mayores abandonados
De acuerdo con los datos revelados por el presidente de la Asociación Nacional del Adulto Mayor de Bolivia (Anambo), Hugo Crespo Terrazas, en Bolivia hay 1,5 millones de adultos mayores. Del total, 30 de cada 100 personas de la tercera edad sufren algún tipo de maltrato físico o verbal.
Empero el maltrato verbal es una de las menores situaciones que deben soportar debido a que el abandono es un gran problema en el país. Más de 33.400 personas adultas mayores sufren condiciones de abandono y maltrato en Bolivia, informaron fuentes de la Defensoría del Pueblo.
“En Bolivia la cantidad de población adulta mayor que estaría en condición de abandono y maltrato, alcanza una cifra de 33.474 personas”, señala un informe entregado por ese despacho a los periodistas.
De acuerdo a la psicóloga Claudia López Figueroa una forma de lograr un entorno saludable para los adultos mayores está cimentada en la creación de entornos sociales afectivos y lazos familiares fuertes, en los que se apoye a los ancianos y se produzcan relaciones intergeneracionales saludables, “entornos en los que se acepte el envejecimiento como una dimensión del transcurso vital de las personas. Esto evitará que los adultos mayores se dejen morir o tomen decisiones radicales”, explica.
Prevención de los suicidios
Los profesionales que trabajan en la prevención de los suicidios insisten en que se trata de muertes evitables que, en algunos países, alcanzan a 10,4 por cada cien mil habitantes y, entre los adolescentes, el riesgo es del 30% por la misma proporción y ahora en personas mayores sin medios.
Ya sabemos que el suicidio es un tabú. En los Libros de estilo de muchos medios se reglamenta la publicación de estas noticias, “porque pueden provocar estímulo de imitación”.
La OMS pide mejorar la educación en el tema, reducir la estigmatización y aumentar la conciencia de que el suicidio es prevenible. En muchas legislaciones, el intento de suicidio se castiga como delito.
Empero, lo cierto es que es necesario prevenir decisiones fatales que podrían evitarse mediante atención médica y psicológica, comprensión y tratamiento, información adecuada y medios eficaces. Los más vulnerables son los ancianos sin medios para vivir con dignidad.
“No vamos de la vida hacia la muerte, sino que aspiramos a momentos felices al saberse uno mismo, libre y responsable”, señala López.
Aunque no se ha hecho mucho por prevenir este problema, en Bolivia y en Tarija hay algunos lugares creados para dar mejores días a los adultos mayores, entre los más importantes están: el asilo de ancianos y la casa del adulto mayor.
El asilo de ancianos
Divido en cuatro pabellones, separados hombres de mujeres, el Hogar de Ancianos Santa Teresa de Jorne se yergue en la calle Santa Cruz y funciona desde 1993. En él diez monjas y quince trabajadores de apoyo cumplen la función de atender a 162 ancianos.
El patio central, rodeado de rosas y hortensias, sirve de espacio para que los adultos mayores tomen un poco de sol cada mañana, celebren algunas fechas especiales e inevitablemente recuerden a sus hijos en largas conversaciones.
Algunos caminan por todo el patio y otros sólo están sentados en sus sillas. Son muy pocos aquellos ancianos que se distraen en la sala con el televisor; tanto así que la misma madre responsable del pabellón de varones, Nieves Ojeda Huarayo, dice: “estas personas son de otra camada, pues no ven televisión”.
De acuerdo a datos de la madre superiora del asilo, Florentina Delgado, en el hogar están en su mayoría agricultores que han vivido una vida muy golpeada. “Algunos son traídos por su familia, a veces vienen solos y en otras ocasiones los trae la Policía porque se extraviaron. Muy pocas familias reclaman por ellos y los vienen a recoger”, revela Delgado, quien añade además que muchos de ellos sufrieron violencia familiar.
Pero más allá de las palabras, la tristeza se respira en el aire y una sencilla cifra la ratifica, pues recurriendo a un cálculo mental, la hermana Nieves Ojeda afirma que sólo cuatro ancianos de 162 reciben por día la visita de sus familiares.
La casa del adulto mayor
Otra iniciativa en Tarija es la casa del adulto mayor. Se trata de una infraestructura que ha sido construida pensando en dar a los adultos mayores un lugar en el que puedan ver transcurrir su vida con mayor calidad y mejores condiciones.
Su edificación fue un sueño para su directora, Lola Palacios, desde que comenzó a trabajar en la Unidad del Adulto Mayor. “Yo conocí un centro en Argentina y quería algo así para Tarija. Ellos han venido hace poco y han visto el centro y me han dicho que yo me he copiado de ellos pero que ahora ellos se van a copiar de nosotros, les ha gustado mucho lo que tenemos aquí”, explica.
La infraestructura de la Casa del Adulto Mayor cuenta con los ambientes necesarios para promover la socialización de las personas de la tercera edad en reuniones y otras actividades, como la realización de manualidades, comidas y encuentros, donde los adultos mayores pueden expresarse a través del canto y el baile.
Además se ha construido una piscina muy cómoda equipada especialmente para que las personas de la tercera edad puedan practicar natación y hacer ejercicios que les benefician en factores relacionados a la salud. También existe una sala de hidromasajes con tres jacuzzis para que los usen aquellas personas que precisen este tipo de masaje terapéutico.
Para casos de pequeñas emergencias médicas hay un consultorio a cargo de una enfermera en el que pueden recibir primeros auxilios y también medicamentos que les serán otorgados de manera gratuita.
Doña Lolita, como le llaman a la Directora, los atiende y escucha sus problemas y necesidades. En casos graves canaliza la búsqueda de soluciones.
El adulto mayor y la depresión
Doña Dolores salía todos los domingos a las 15.30 a la puerta del asilo. “Es que mis hijos ya van a venir y tengo que estar bien presentable”, respondía a quienes le preguntaban por qué se había puesto tan linda ese día.
Se cepillaba el pelo desde la mañana, pasaba horas frente al espejo y hasta el almuerzo le parecía una pérdida de tiempo, porque no podía faltar a aquella cita que nunca se cumplió. Sólo el frío y la recomendación de las asistentes del asilo la movían del banco elegido, cuando las sombras de la noche llegaban para hacer juego con el crepúsculo de sus años.
Otra vez le habían fallado, otro domingo que no llegaron. Pero nunca perdió la fe, porque a pesar de sumergirse en depresión, durante la semana vivía de ese hilo de esperanza. Hasta que un día fue ella quien falló a la cita, hasta que la muerte apresuró su partida.
Cuentan los allegados que fue justamente un domingo que sus hijos la dejaron en ese asilo con la promesa. “Espéranos acá, que el domingo que viene vendremos para sacarte a pasear”.
Como ésta son muchas las historias y situaciones que sumergen a las personas adultas mayores en situaciones de depresión. Se calcula que hasta un 30% de los mayores de 65 años en Bolivia padecen de alguna forma de depresión.
Se sabe que este estado de ánimo complica la evolución de las enfermedades médicas del anciano; interfiere en la rehabilitación de enfermedades incapacitantes como el ictus; induce a un mayor riesgo de suicidio y se traduce en una mayor mortalidad por cualquier causa en quien lo padece.
Fuente: Diario Página Siete