Medellín (Colombia), 16 de marzo de 2015. Esas familias de 15 o más hijos, en las que se creía que cada niño venía con «el pan debajo del brazo», ya no convencen a los antioqueños. La prueba irrefutable está en el hecho de que las poblaciones de niños entre cero y cuatro años cada vez se estrecha más, mientras la de adultos mayores de 60 años o más crece de manera sucesiva.
Ese índice de envejecimiento, de acuerdo con el estudio Diagnóstico de la situación de salud del departamento de Antioquia 2010, muestra cómo al pasar los años los antioqueños se vuelven una población con tendencia a la vejez. Una de las causas de este fenómeno es el control de la natalidad que las familias empezaron a implementar hace tres décadas: en 1985 el índice de hijos por mujer era de 0.457 y en la actualidad se habla de 0.309, lo que supone una reducción del 32.38 %.
Entre tanto, «en el grupo de habitantes de 15 a 19 años la pirámide presenta su segmento más amplio y puede observarse que el indicador de dependencia económica se ha reducido, aumentando el número de personas en edad laboral«, según consigna el estudio. Esto es interpretado por Mónica María Vanegas, funcionaria del programa Antioquia Mayor, es «otra de las características que confirma la transición de la población antioqueña de joven a madura».
Sin alarmas, pero atentos
Este panorama, desde la perspectiva de Vanegas, no debería ser considerado como negativo. Al contrario, para ella indica que las políticas implementadas para mejorar la salud pública están funcionando como debe ser. «El aumento de los años de vida en la población es un éxito de la salud pública, porque demuestra que están muriendo menos niños por enfermedades infecciosas y, además, que la esperanza de vida se ha ampliado», comenta la funcionaria.
El gobernador Sergio Fajardo considera que en el departamento ese comportamiento demográfico no es motivo de alarmas. «Antioquia es un pueblo joven en muchas partes y no creo que tenga una diferencia particular con respecto a otras zonas del país que sea preocupante», afirma. Sin embargo, los expertos coinciden en que, si bien el fenómeno no debe ser inquietante, sí estamos frente a una situación que debería tener atención de las autoridades.
Lo anterior se sustenta en que «el envejecimiento de la población implica que haya menos personas jóvenes sosteniendo a un mayor número de personas viejas», explica el director del doctorado en administración de la Universidad Eafit, Rodrigo Muñoz.
Pero la reflexión sobre el fenómeno no se reduce solamente al campo económico. De acuerdo con Hernán Darío Gil, docente de la facultad de Humanidades de Universidad Pontificia Bolivariana-UPB de Medellín, «a nivel social esa situación tiene un impacto en el conocimiento, porque en la medida en que se reduzca la población, vamos a perder la posibilidad del conocimiento».
Para Gil, «mientras las grandes culturas han visto a los ancianos como la fortaleza de la sociedad, nosotros los hemos excluido, y el hecho de que la población se envejezca nos llevará a excluirlos más. De ahí que nos iremos convirtiendo en un departamento con sitios gerontológicos en todas partes, porque no tenemos espacios para ellos en nuestra vida social».
Ejemplos para replicar
Para que el asunto de la vejez no se convierta en un problema del futuro, Rodrigo Muñoz dice que una posible salida es que el Estado genere mecanismos de ahorro y proyección, para que la población joven esté en capacidad de sostener a la adulta mayor y, al tiempo, que los ancianos puedan vivir su senectud con calidad de vida.
Otra opción, apunta Muñoz, es seguir el ejemplo de los países escandinavos y «construir una visión de largo plazo basada en un sistema de impuestos alto, para poder financiar ese futuro. La diferencia es que a ellos no les duele tanto pagarlos, porque saben que su dinero va a estar bien usado, porque la corrupción es casi cero, y que se lo reintegrarán en otro momento», concluye.
Se trata de combinar un sistema bien calculado de recursos para el sostenimiento de ese futuro con cero corrupción y garantizar que esos dineros sí llegarán a cumplir la misión para la que fueron presupuestados.
Y el gobernador Sergio Fajardo comparte una idea que guarda un espíritu similar. Él cree que «una de las tareas que tiene este país es mirar la manera de construir una sociedad donde cada persona se pueda jubilar. El Ministerio de Protección ha avanzado, pero hay muchas personas que llegan a la edad de jubilarse y están desprotegidas«, comenta.
Por su parte, Hernán Darío Gil considera que «este es un problema mundial y tenemos el referente de países como Suiza y Canadá que han tenido que acudir a llevar población joven de otras sociedades. Sin embargo, están perdiendo caracteres identitarios y culturales y eso no es bueno».
Gil es uno de los partidarios de volver a promocionar la idea de familia con hijos. Según él, «es un chivo expiatorio pensar que si uno tiene hijos económicamente no los puede sostener. En la tradición antioqueña se decía que el muchachito trae el pan debajo del brazo y hay que volver a pensar así, porque tener hijos es baluarte para la vejez del padre y la madre», asegura.
Vejez con dignidad y calidad
Mónica María Vanegas cuenta que la Gobernación tiene claro que está en la obligación de ofrecerles a los viejos programas de envejecimiento activo.
«Pero no se trata de que brinquen, corran de un lado a otro o hagan ejercicio –explica. De envejecimiento activo se debe hablar durante toda la etapa de vida del ser humano, incluso desde que está joven, y la idea es apuntar a que se cambie el imaginario negativo del envejecimiento y desde niño se asuma de manera natural», agrega.
Entonces, la Gobernación ofrece en los 125 municipios programas gerontológicos, enfocados en que las personas que llegan a la adultez tengan calidad de vida, buena salud y estabilidad económica.
«Antes pensábamos que atender bien a los ancianos era llevarlos a un asilo, ahora se llaman centros de protección social para el adulto mayor y la metodología es que ellos vayan, participen en las actividades y regresen a su casa, con la finalidad de que permanezcan en el núcleo familiar hasta que se mueran», explica Mónica.
En dichos programas, durante periodos de cuatro años, el Departamento alcanza a invertir cerca de 22.000 millones de pesos en los 125 municipios de Antioquia.
Así, las autoridades buscan alternativas para que la transición de la población hacia la vejez no genere impactos negativos en términos sociales y económicos. Sin embargo, Antioquia, y el país en general, están lejos de tener a la mano una fórmula que sea cien por ciento eficaz para que llegar a la vejez no represente una obligación adicional para los jóvenes.
Fuente: El Colombiano